POLÍTICAS PARA LA IGUALDAD DE GENERO

La experiencia nos demuestra que los cambios estructurales no surgen por generación espontánea y que es necesaria una acción premeditada que lo posibilite. Hablar de igualdad de género es hablar necesariamente de cambio estructural, factor determinarte para el desarrollo humano sostenible (económico, social y medioambiental) en equidad.

Como hemos visto a la largo del temario las Políticas de Igualdad son instrumentos de actuación política que se ponen en marcha con la finalidad de corregir los desequilibrios originados por el modelo social androcéntrico, con el objetivo de conseguir una igualdad efectiva entre mujeres y hombres. La evolución del planteamiento de las políticas de igualdad  ha permitido ir desarrollando el enfoque de la corresponsabilidad social, al considerar que la desigualdad de género es el mal endémico de la estructura socioeconómica, política y cultural del sistema actual.

 Ni que decir tiene, como el marco legislativo ha ido posibilitando este cambio de enfoque, en el que el principio de igualdad se ha de contemplar como eje transversal en todas las políticas y programas generales.

La crisis global que estamos viviendo no puede ser una coartada para frenar el desarrollo del Estado Social sino más bien una oportunidad para revisar los criterios, prioridades y la propia forma de hacer política; lo que tocaría ahora es redefinir las formas de organización y provisión de los servicios públicos, y la finalidad de su utilización, revisando el tipo de prestaciones y/o recursos ofertados y el impacto que tienen sobre la igualdad de género y la cohesión social.

Las opiniones críticas consideran que han habido dos problemas:

.. Amplia cuota de poder que tienen los estados miembros: necesidad de control y evaluaciones del impacto de las políticas de género. Iniciativas recientes (sistema de indicadores y red de expertos legales en igualdad)

.. La incorporación de políticas neoliberales

A pesar de la ampliación de la noción de igualdad en el trabajo, sólo se ha conseguido una igualdad formal. Pero también los avances de la Comisión y la transversalidad aplicada a los Fondos,  que buscaban la incorporación de las mujeres en sectores masculinizados y de las nuevas tecnologías, los gobiernos dieron un apoyo tibio a las acciones positivas.

La lucha por los derechos de las mujeres en el lugar de trabajo no es una cosa nueva que este en auge. Solo cabría dar un vistazo histórico a la contribución de OIT a favor de la igualdad de género en el lugar de trabajo.

El informe Tendencias Mundiales del Empleo de las Mujeres 2012  de la OIT analiza las desigualdades de género en materia de desempleo, empleo, participación de la fuerza de trabajo, vulnerabilidad, y segregación sectorial y profesional.

A nivel mundial, antes de la crisis, las diferencias entre hombres y mujeres en términos de desempleo y de relación empleo-población se habían atenuado. La crisis revirtió esta tendencia en las regiones más afectadas.
En las economías avanzadas, la crisis parece haber afectado a los hombres en los sectores que dependen del comercio más que a las mujeres que trabajan en la salud y la educación. En los países en desarrollo, las mujeres fueron particularmente afectadas en los sectores relacionados con el comercio.

“Si bien las mujeres contribuyen a la economía y a la productividad en todo el mundo, siguen enfrentando muchos obstáculos que les impiden realizar su pleno potencial económico. Esto no sólo inhibe a las mujeres, además frena el rendimiento económico y el crecimiento”, declaró Michelle Bachelet, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, quien contribuyó con el informe.

“Garantizar la igualdad de oportunidades para mujeres y hombres no sólo es una medida justa, es también una estrategia económica rentable”

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Introducción a las desigualdades de género en el mundo laboral

https://www.youtube.com/watch?v=eRLQ_12qxas

Os dejo este video el cual he sacado algunas reflexiones que considero muy importantes y que nos puede servir como aclaraciones en las desigualdades de género en el mercado labora.

Por todas/os es bien sabido que el mundo y aun hoy en día las mujeres siguen sufriendo desigualdades, discriminación social, acoso, diferencia salarial, económica, explotación. Todos estos patrones de conductas que se siguen repitiendo en todo el mundo ya sea las duras condiciones de trabajo rural en Colombia, en las grandes industrias en los Balcanes, los despidos colectivos de mujeres en Palestina…la desigualdades de género es un hecho es real.

Esta injusticia debe visibilizar para que puedan ser superada para romper con esta lacra social. Las mujeres siempre han sido luchadoras por ello hemos de continuar dando la voz de forma alta y clara.

Lejos de conformarnos con la realidad que nos ha tocado, son muchas las mujeres que han tenido la decisión de manifestarse, protestar, movilizarse y luchar por todo los derechos que nos han rebatado y nos pertenece, juntas reclaman justicia.

Las desigualdades de género se soportan con una tranquilidad pasmosa. Por eso diríamos que son las desigualdades de la sonrisa. Por ejemplo nosotros no nos atrevemos a reír de los pobres porque nos mueve la compasión, así como tampoco nos atrevemos a reír, ya que queda mal, de los que son oscuros de piel o de diferentes rasgos faciales, porque nos llamarían racistas.

Ahora bueno las mujeres ya se sabe…y aquí es donde metemos la pata porque ¿Cómo ya se sabe? Las mujeres somos aun la especie de inferioridad en todos los ámbitos de nuestra sociedad moderna.

Así esta de manifiesto con la Ley de Dependencia que es para promover la autonomía personal. Pues muy bien, creo que todas/os somos conocedores de magnificas personas de exitosas tanto en el terreno profesional, social, etc., que son perfectos inútiles. Tanto a nivel emocional y a nivel de no saber nada. Vamos, creo que no hay que salir de casa, cuantas de nosotras no se le ha dado el caso de un padre, hermano o marido que se le cambia dos centímetros las ropas en el armario y no encuentran nada. Creo que no estoy exagerando con el ejemplo y que no estoy inventando nada nuevo. Pues esas personas necesitan a muchas gentes que le faciliten la vida, y ese caso lo ocupan las mujeres. Pero también cabría señalar que entre las mujeres hay claras diferencias. No le va igual a una ejecutiva que a la señora que limpia la escalera del edificio o cuida de algún enfermo.

Pues esta claro que todas son mujeres, pero las desigualdades de clase y etnias también esta entre las mujeres. Hombres y mujeres son diverso pero si lo consideramos diferente siempre existirá una persona subordinada sobre la otra y siempre esta será las mujeres.

Nuestra sociedad avanza a un ritmo vertiginoso la incorporación de la mujer al mundo laboral no ha sido en igualdad de condiciones que los hombre y los desequilibrios aun existe.

La mitad de las ocupaciones están sexualmente esteriotipadas. Las que son consideradas femeninas son menos valoradas y su remuneración es inferior. Las mujeres constituyen la mayor parte del trabajo mal pagado y menos protegido. La precariedad laboral tiene rostro femenino. Además si le añadimos el trabajo productivo que no es valorado como el cuidado de los hijos, marido y hogar. ¿Por qué las mujeres nos sentimos obligadas hacer estas tareas? Esta es una cuestión que os lanzo para poder meditar sobre la misma.

Yo considero que el problema de que las mujeres realicemos estas tareas es la mala distribución de la carga del trabajo que se hace cotidianamente. Considero que no es solo un problema moral, sino es un problema de cada día es un problema que afecta a la vida y a la salud de las personas, que en este caso es a las mujeres que desempeñan trabajos fuera y dentro de casa los cuales no son valorado ni remunerado.

II CONGRESO DE ECONOMÍA FEMINISTA “HACIA UNA ECONOMÍA DE LA VIDA”.

 

 Os dejo un breve resumen comentado sobre unas de las lecturas de nuestro temario.

Ni que decir tiene que la teoría feminista se enfrenta a importantes retos en las sociedades contemporáneas. Por un lado, las preocupaciones centrales de la justicia social, como son la equidad y la redistribución económica, siguen siendo relevantes para el discurso feminista que, en las últimas décadas, se ha dejado seducir por el “giro cultural” y la política de la identidad. Junto a ello, en las sociedades capitalistas avanzadas y en el mundo globalizado, conviene reflexionar sobre el género, no sólo como una categoría que depende de las relaciones de producción, de la estructura económica y de la división del trabajo, sino también de un marco cívico-político en el que interactúan una pluralidad de identidades y movimientos civiles basados en la raza, la pertenencia étnica, cultural y la orientación sexual.

Nancy Fraser es, en este sentido, una referencia indiscutible. La autora manifiesta que el difícil objetivo de superar el reduccionismo económico y cultural con inteligencia y brillantez. Sin embargo, queda pendiente definir mejor el carácter bidimensional de la justicia y del género. La autora no aclara si el género se inclina más hacia el lado de la balanza de la estructura económica o del orden de estatus. Al fin y al cabo, si el estatus y la estructura económica están separadas en las sociedades industrializadas y capitalistas avanzadas, esta categoría socio-política no puede explicarse como una diferenciación bidimensional sin perder coherencia. Como resultado, Fraser evita el reduccionismo económico y el cultural a costa de renunciar a una explicación independiente y coherente del género.

Por otra parte Butler, para la que la regulación heterosexual de la sexualidad es central para el funcionamiento de la economía política. Y como Lauretis ha demonizado “paradoja de indiferencia sexual”.

Fraser, por su parte, elabora una teoría de la justicia entendida en término de redistribución y reconocimiento, donde su objetivo es conjugar reconocimiento e igualdad social. Con su teoría de la justicia nos lleva a la tentativa de redefinir el paradigma de emancipación que ella denomina “la era postsocialista”.

Junto a ello, es discutible hasta qué punto los aspectos económicos y culturales se diferencian en las sociedades capitalistas avanzadas. Para mi pensar creo que la autora insiste en que la clase social y el estatus son dimensiones irreductibles y diferenciadas de la justicia en la economía capitalista, pero su objetivo es, al fin y al cabo, comprender cómo interactúan ambas en las desigualdades raciales, étnicas, culturales, económicas y sexuales.

Por su parte, las diferencias de género son trasversales y comunes a otras diferencias. La dimensión transversal de la diferenciación de género justifica, de hecho, que las mujeres se organicen como grupo en defensa de sus intereses comunes, a pesar de sus diferencias raciales, nacionales, religiosas, étnicas y sexuales. No cabe duda de que el feminismo debe ser sensible a la diversidad que caracteriza a las mujeres, pero las ciudadanas tienen circunstancias comunes que las definen como un grupo con intereses compartidos.

Así es como Luce Irigaray realiza una distinción entre homosexualidad para referirse a la sexualidad lesbiana y hommosexualidad como signo de la indiferencia sexual de la heterosexualidad institucionalizada. Para esta autora la diferencia entre hombres y mujeres esta en el sexo.

El género podría, pues, ser descrito como categoría transversal y autónoma en el esquema conceptual de Fraser. Las diferencias de género producen, como sabemos, efectos en la estructura económica y también cultural, pero no dependen de ninguna de ellas. Así, podría ser descrito como una dimensión de la justicia transversal y autónoma, junto a la clase y el estatus. La dialéctica sexual es anterior a la división moderna del trabajo y a la economía capitalista, pero se adapta a esta última mediante la división sexual entre lo público y lo privado a la que da lugar el contrato sexual.

Con estas reflexiones finales no pretendo zanjar un debate complejo, sino poner de relieves algunos de las controversias que tienen lugar cuando nos aproximamos a la categoría del género en las sociedades contemporáneas. Evitar incurrir en el reduccionismo economicista y en el discurso esencialista de las identidades de grupo, es un logro indiscutible.

 

 

 

¿QUE ES LA CIUDADANÍA?

Ni que decir tiene que el tema de la ciudadanía se ha tenido muy alejado cuando hemos hablado de perspectiva de género o de feminismo, es por ello, por lo que me he decidido ha dar algunas pinceladas sobre la cuestión de que es eso de ciudadanía y que aporta a los sistemas de bienestar.

Pues bien por ciudadanía entendemos el conjunto de derechos que tienen las personas como sujetos y los deberes que de ellos se derivan. Ese»conjunto de derechos», ha ido transformándose y evolucionando paralelamente al desarrollo de la sociedad, fundamentalmente, a lo largo de los últimos tres siglos. En este sentido, Marshall distingue tres etapas: una «ciudadanía civil» en el siglo XVIII, vinculada a la libertad y los derechos de propiedad; una «ciudadanía política» propia del XIX, ligada al derecho al voto y al derecho a la organización social y política y, por último, en esta última mitad de siglo, una «ciudadanía social», relacionada con los sistemas educativos y el Estado del Bienestar.

Desde esta perspectiva, el debate de la ciudadanía está estrechamente unido a las relaciones de poder o de dominación de los hombres sobre las mujeres negándoles el ejercicio de la misma. El voto, la propiedad, la libertad para organizarse, son derechos a los que las mujeres han accedido más tardíamente que los hombres, encontrándose relegadas en la actualidad a una ciudadanía de segunda: numerosos grupos de mujeres constituyen las bolsas de pobreza más severas, soportan mayor grado de violencia, reciben los salarios más bajos y cuentan, en definitiva, con muchos menos recursos que los hombres.

Ser ciudadana/o de pleno derecho hoy implica «desde el derecho a un mínimo bienestar y seguridad económica hasta el compartir al máximo el patrimonio social y a vivir la vida de acuerdo con los estándares imperantes en la sociedad».

Si nos basamos en los numerosos estudios e investigaciones sobre el género y familia sobre los Estados de bienestar avanzan en la misma dirección. Precisamente, el complejo y sofisticado cuerpo conceptual desarrollado por los estudios feministas amplía considerablemente las capacidades analíticas respecto de las dimensiones estructurantes de los sistemas de protección social: los sistemas familiares y el papel de la mujer en la provisión social; los sistemas de valores y las regulaciones que estructuran el poder en la familia y los comportamientos matrimoniales y demográficos. Aquí también los nuevos desarrollos conceptuales han generado un fértil terreno que permite capturar con precisión las características específicas y las variaciones históricas con que emergen, se desarrollan y cambian los sistemas de protección social.

Con todo esto podemos decir que la presencia o ausencia de mujeres en los diferentes ámbitos o niveles de la ciudadanía vine determinado por la propia historia y naturaleza de la ciudadanía, por la relevancia de la diferencia sexual por la relación estrecha entre género y ciudadanía. De lo que se trata, en definitiva, es de construir una ciudadanía guiada por la lógica igualitaria y democrática, de desarrollar una concepción amplia, influyente.

 

Antropología feminista y la categoría «género»

La antropología feminista y la categoría “genero”
de Marta Lamas en El género: la construcción cultural de la diferencia
sexual. Marta Lamas (comp.). PUEG, 1996

Os dejo un comentario sobre este libro que creo que es muy interesante sobre el feminismos.

Todas sabemos que el papel actual de la mujer en gran parte de las culturas ha cambiado progresivamente y en muchas sociedades se ha logrado la igualdad legal en los derechos con el hombre. Pero esto no es sinónimo de una comprensión real sobre este hecho, ni tampoco del reconocimiento integral de lo que implica, porque a pesar de los grandes avances conseguidos, se siguen cometiendo actos de injusticia contra las mujeres en las diferentes culturas. Dentro de este panorama el estudio de la mujer a partir de la antropología tiene una historia muy reciente, pues se ha comenzado a hacer investigación sobre ello desde hace tan sólo tres décadas, gracias a la lucha del movimiento feminista y a los espacios ganados en el ámbito político y académico desde los años 60. Hay numerosas incógnitas en la corta historia de los estudios sobre la mujer y todavía mucho trabajo por realizar. La causa principal parte de un hecho determinante: la antropología ha sido siempre masculina.

En este libro se orienta a dar cuenta de cómo el uso de la categoría de género modificó sustancialmente la investigación y reflexión antropológicas. La autora revisa la transición del estudio y la comparación de lo femenino y lo masculino en culturas dadas, para pasar al planteamiento de que lo femenino o lo masculino se sitúan en el registro de lo simbólico. En la búsqueda de los orígenes del surgimiento de la categoría de género, se analizan los trabajos de Money y Stoller, que permitieron el desmantelamiento del pensamiento biológico respecto de la identidad sexual para concluir con una revisión de la obra de Ortner y Whitehead que ientra en un amplio espectro de prácticas y creencias sexuales.

La visión histórica del papel social de la mujer a través de las distintas culturas se refleja en la existencia de una recurrente situación discriminatoria. Esta discriminación no aparece meramente a un nivel de realidades y hechos; sino también al nivel del análisis del investigador, tradicionalmente masculino. Por ello, desde mucho tiempo atrás, esto afecta también a los propios métodos de estudio en la antropología tradicional. Las consecuencias han sido por una parte la existencia de un sesgo en el análisis social a lo largo de la historia, y por otra parte un descrédito implícito en la propia disciplina antropológica.


Como podemos comprobar desde hace 20 a 30 años, y en el contexto del desarrollo de los movimientos feministas, se puede determinar la existencia de una sub-disciplina en la antropología dedicada a los estudios de género. En este sentido, el papel de la antropología como ciencia se configura como determinante para lograr la construcción de un nuevo tipo de relaciones ente hombres y mujeres. Su labor implica tener una mayor comprensión de las relaciones humanas.

La generalización de la presencia femenina, como necesidad, en las ciencias y en las experiencias humanas ha dado lugar a una toma de conciencia del género como perspectiva, como modo de ver y como forma de experimentar el mundo.

Creo que esta cita refleja claramente lo que la antropología a porta al feminismo

«Si el feminismo quiere ser eficaz en su lucha política necesita de los datos de la antropología social, y si la antropología quiere ser completa tiene que reconocer todas las relaciones de poder, y desde luego no cerrar los ojos ante una de las asimetrías más corrientes, el desequilibrio de recursos entre hombres y mujeres» (Britt-Marie Thurén)