La explotación de la mujer en la industria textil

El negocio de la industria textil en la mayoría de los casos se sitúa en los países donde su índice de pobreza es muy elevado, esto con el fin de que las empresas presten malas condiciones laborales no sean descubiertas y castigadas por ello. Es por esto, que es importa visibilizar esta problemática que afecta a nivel mundial la calidad de la vidas de las mujeres trabajadoras en este campo.

Tenemos claridad de donde se fabrica la ropa que usamos, con solo mirar la etiqueta que viene en el interior de la ropa nos percatamos que viene de lugares como China, Bangladesh, India, Vietnam, entre otros. No obstante, no tenemos claridad de las condiciones laborales en las que se fabrica esta ropa, cual fue el proceso en que se vio sometido los recursos naturales, cuales con las condiciones de vida de las personas que hacen estas prendas, el daño medio ambiental a los que se somete el planeta para fabricar estas prendas, la calidad de las prendas.

Las mujeres en esta industria trabajan hasta 12 horas por día, en condiciones inhumanas y ambientes hostiles; además, muchas veces laboran en contra de su voluntad. La industria textil, en la mayoría de los casos, es efectuada por las mujeres; estadísticamente, el 80% de la fuerza de trabajo en esta industria son mujeres jóvenes, de entre 18 y 24 años. Por esa razón, pienso que es necesario hablar y darle visibilidad a la situación que tienen estas mujeres para poder ir cambiando poco a poco sus condiciones laborales.

Algunas de las marcas más famosas que se encuentran beneficiadas por tan dañinos entornos, son: H&M, Mango, y las del Grupo Inditex (Zara, Massimo Dutti, Pull & Bear, Bershka, Oysho, Uterqüe, Lefties y Stradivarius). Estas empresas buscan países proveedores que les permiten conseguir una mejor rentabilidad y una producción a bajo costo, en donde las mujeres encargadas de crear “la ropa que está a la moda” trabajan por salarios denigrantes.

En conclusión, pienso que la industria del vestido es un negocio que beneficia a algunos pero que también perjudica a muchísimas personas, sobre todo mujeres. Por eso ha sido tan importante la creación de organizaciones que luchan por los derechos de estas mujeres, quienes muchas veces por necesidad tienen que trabajar en tales condiciones. Si bien, cada vez existen más líderes femeninas en la industria textil que buscan cambiar la realidad que viven, sin embargo todavía falta mucho camino por recorrer, pues esta transformación se ha de completar por nosotros y nosotras que consumimos, concientizándonos e informándonos sobre dicha situación, y sumándonos a las organizaciones que luchan por erradicar esta terrible realidad de abuso y discriminación.

La industria textil es un negocio que no beneficia a todas sus partes, estos trabajos en condiciones precarias afecta sobre todo a las mujeres. Es por esto, que es importante visibilizar el contexto en la que se mueve esta maquinaria y buscar posibles soluciones desde una pedagogía del consumo, para erradicar la desigualdad.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Lowly. (2017). La realidad de la mujeres en la industria textil. Couture. Recuperado de: http://miradacouture.com/la-realidad-de-las-mujeres-en-la-industria-textil/53222/

Robles. M. (s.f.). Mujeres en la industria textil: radiografía de un trabajo patriarcal. Filo.news. Recuperado de: https://www.filo.news/Mujeres-en-la-industria-textil-radiografia-de-un-trabajo-patriarcal-l201902270001.html

SIPSE/Agencias. (2018). La industria textil el nuevo disfraz de la esclavitud. SIPSE.com. Recuperado de:  https://sipse.com/mundo/notas-especiales-industria-textil-trabajo-esclavitud-negocio-trabajadores-personas-sipse-noticias-282491.html


Un Comentario

  1. Muy interesante, y a la vez muy necesario, lo que comparte nuestra compañera Andrea. La realidad que existe detrás de la industria textil es una verdad a voces, pero que nadie quiere escuchar. Porque es innegable que la sociedad es consciente de que un gran porcentaje de los productos que llegan a occidente se han producido en países asiáticos donde la mano de obra es barata, pero no por ello dejamos de ser usuarios en la tendencia de la moda pasajera, o «fast fashion». Además, la industria textil no únicamente viola de manera continua el derecho laboral de sus trabajadores/as y se aprovecha de la situación económica de mujeres jóvenes, sino que, como comenta Andrea, daña el medio ambiente desde el proceso inicial hasta el final. Según las estimaciones, la producción textil, a través de los tintes y los productos de acabado, es responsable de aproximadamente el 20 % de la contaminación mundial de agua potable. El lavado de materiales sintéticos, genera cada año unos 0,5 millones de toneladas de microfibras que acaban en los océanos. Creo necesario visibilizar más esta problemática, pero considero que debemos hacerlo desde una perspectiva ecofeminista e interseccional, en donde se tenga en cuenta el sexo, raza y trasfondo socioeconómico de los trabajadores/as al igual que el medio ambiente.

  2. Me parece muy muy importante este tema.

    De hecho, es una realidad degradante y, a su vez, un círculo vicioso. Si una mujer pobre en España no puede permitirse ropa sostenible, fabricada en España que respete el medio ambiente y al personal trabajador y la opción más viable para su economía particular es consumir «fast fashion», que a su vez, contribuye al mantenimiento de este sistema opresor.

    ¿Qué podemos hacer individualmente? Porque está claro que la solución no es individual. Pero aún así, diferenciar entre las necesidades básicas y secundarias, conocer las dinámicas de consumo y seleccionar en qué gastamos nuestro dinero. Nuestro dinero es nuestro tiempo.

  3. Considero que el tema que trata la compañera Andrea es una realidad verdaderamente alarmante, que a todos/as nos debería hacernos pensar sobre como estamos viviendo en una sociedad que consume masivamente y aprender a diferenciar cuáles son nuestras necesidades reales y las que, por el contrario, son necesidades ficticias, creadas por el sistema capitalista. Al ser un fenómeno que se produce fuera de las fronteras de nuestro país y por afectar a una población extranjera, se encuentra completamente invisibilizado y no escuchamos ningún interés por parte de nuestros políticos en erradicarlo, lo que acaba por provocar el desinterés en la población general. Hemos normalizado que en estos países niños y niñas que se encuentran en edad de ir a la escuela, están sacrificando su educación y su futuro por ganar algo de dinero para sus familias empobrecidas, siendo en muchos casos obligados en contra de su voluntad. Tal y como comenta nuestra compañera, hay una importante brecha de género aquí, siendo las mujeres las principales víctimas de la explotación laboral por proceder de zonas rurales y no disponer de estudios. Si a esto le sumamos que en muchos casos las víctimas desconocen sus derechos, se quedan con muy pocas alternativas laborales y aumenta su vulnerabilidad.
    Por todo esto, teniendo en cuenta que estos sistemas de producción solo en enriquecen a «unos pocos», mientras que aumentan notablemente el empobrecimiento de los países en vía desarrollo, y atentan contra la sostenibilidad de nuestros ecosistemas, considero que es de vital importancia hacer un esfuerzo común por no cerrar los ojos y mirar hacia esta realidad.


Deja un comentario