Mariano Rajoy elude responder si hombres y mujeres deben cobrar lo mismo en un puesto de trabajo de la misma índole

El pasado miércoles 24 de enero de 2018, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en una entrevista concedida a Onda Cero, cuando se le preguntó por la brecha salarial, contestó que la desigualdad existente entre hombres y mujeres en el ámbito laboral no constituye un asunto del cual deba encargarse el Gobierno.

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Asimismo, recordó que los gobernantes deben ser muy cautos y saber en todo momento cuales son aquellas competencias que les corresponden y centrarse única y exclusivamente en aquellas que les conciernen. Además, continuó exponiendo que desde luego entre sus competencias no hay ninguna que implique igualar salarios. Asevera que no corresponde al Gobierno determinar los salarios de las empresas. A continuación de esta expresión concluye dirigiéndose en esta ocasión a la situación laboral del periodista Carlos Alsina, persona que le está entrevistando en ese momento, que “no se ve diciendo lo que tienen que cobrar ellos en su puesto de trabajo”. Dado que parece que está de nuevo llevando a su terreno el tema que se está abordando, Carlos Alsina le plantea la siguiente pregunta para tratar de concretar más lo que se le está demandando como presidente del Gobierno: ¿Tampoco se plantea usted intervenir para decir que si un hombre y una mujer hacen lo mismo, deben cobrar también lo mismo? Ante tal insistencia por parte del entrevistador, Mariano Rajoy empleó un contundente “no nos metamos en eso ahora” con la intención de eludir que se profundizase más al respecto.

Sin embargo, el pasado martes 14 de noviembre de 2017, Mariano Rajoy si que dijo en una entrevista en la Cope que “está en el interés del Gobierno el hacer justicia y este tipo de desigualdad salarial se irá resolviendo poco a poco”, cuando se abordaba el tema de la equiparación salarial de la Policía Nacional y la Guardia Civil con los Mossos d’Esquadra en Cataluña.

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Me surge entonces la siguiente pregunta: ¿Por qué descarta entonces regular por ley la equiparación salarial entre hombres y mujeres en esta ocasión?

A pesar de sus alegaciones, parece ser que el presidente de nuestro gobierno no es del todo consciente de las leyes españolas. De hecho, el propio Estatuto de los Trabajadores hace referencia a la discriminación por razón de sexo en materia de retribuciones al recoger que “se entenderán como nulos y sin efecto los preceptos reglamentarios, las cláusulas de los convenios colectivos, los pactos individuales y las decisiones unilaterales del empresario que den lugar tanto en el empleo como en materia de retribuciones, jornada y demás condiciones de trabajo, a situaciones de discriminación directa o indirecta por razón de sexo, edad, origen, religión…”. Del mismo modo, la Ley de Igualdad también recoge que el principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres debe aplicarse y garantizarse en el ámbito del empleo privado y en el del empleo estatal. Por consiguiente, existen normas que si que consideran las sanciones y las multas económicas para aquellas empresas en las que tenga lugar discriminación salarial.

No obstante, a pesar de todo, en numerosas ocasiones supone bastante complicado conocer la existencia de este tipo de situaciones para poder denunciarlas ante los tribunales. En mi opinión, si hubiese una mayor transparencia salarial; si no se planteasen complementos salariales de forma extraordinaria a los convenios pactados; si se estableciese una categorización de las distintas profesiones con una serie de criterios objetivos y se incluyese el principio de igual retribución en todos aquellos trabajos de la misma condición… detectar la brecha salarial no resultaría tan complejo.

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¿CUÁNTO QUEDA PARA VER IGUALDAD DE GÉNERO EN LOS PUESTOS DE TRABAJO DE MAYOR RESPONSABILIDAD?

Sonsoles San Román considera que la enseñanza temprana se ve como una extensión de la maternidad, siendo este el motivo por el cual parece ser que las mujeres han interiorizado que son las más indicadas para ocuparse de la enseñanza en las primeras etapas educativas. Además, puntualiza que “ellas tienen siempre unas expectativas laborales menores que ellos, que apuntan más alto”. De este enunciado y tomando como referencia el ámbito educativo, se puede interpretar que las mujeres se conforman con educar, mientras que los hombres, aspiran a encargarse de la supervisión y control del funcionamiento y organización de los centros escolares.

En base a estos argumentos, me parece interesante que se analizase por qué a pesar de que hay más mujeres ejerciendo la docencia, son los hombres quienes ocupan los puestos de mayor responsabilidad en los centros educativos. ¿Por qué si existe un claro predominio femenino en la enseñanza, el control de su labor recae sobre el sexo masculino?

Si volvemos la vista atrás, podremos comprobar que las mujeres han progresado notoriamente en el ámbito laboral desde hace varias décadas hasta el momento actual. No obstante, aún nos queda un largo camino por recorrer puesto que a pesar de que tales avances son palpables, la desigualdad de género puede observarse claramente en los puestos de dirección y en la toma de decisiones.

Del mismo modo que ha venido aconteciendo desde hace años, los puestos de más responsabilidad han ido asociados a los hombres. A pesar de que progresivamente las mujeres han ido participando más e incorporándose a puestos con funciones más importantes, lo han hecho muy paulatinamente, lo cual ha supuesto que los resultados obtenidos en este aspecto sean menores que los conseguidos en el mercado laboral en su totalidad.

Suele darse en muchas ocasiones el hecho de que mujeres con una gran formación académica y con una amplia experiencia profesional, se ven condicionadas por barreras invisibles en su lugar de trabajo. Las cuales, de un modo u otro, las obstaculizan  a la hora de alcanzar los niveles jerárquicos más altos dentro de su puesto de trabajo. Esto se debe a que se obvian todas sus competencias para poder desarrollar tales funciones de mayor responsabilidad exitosamente.

Tomando en consideración diversos estudios y como plantea Comisiones Obreras, a fecha de marzo de 2017, el 76% de las miles de empresas españolas cuentan con un hombre entre sus directivos, quedando las mujeres relegadas a puestos intermedios. Además, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en 2015 “el 77% de los hombres a nivel mundial participaban en la población activa frente al 50% de las mujeres”. Este programa también plantea el problema de la brecha salarial, concluyendo que las mujeres cobran de media un 24% menos.

Por lo tanto, laboralmente hablando, el hombre goza de una posición privilegiada con respecto a la mujer. Optan a puestos de mayor responsabilidad y reciben por ello un sueldo superior al de las mujeres que desarrollan sus funciones en puestos de menos responsabilidades. Con lo cual, si nada cambia, vamos a continuar con esa posición de superioridad del hombre sobre la mujer desde al menos las oportunidades profesionales y su correspondiente retribución económica.

Por consiguiente, debemos proponernos como prioridad en el mundo laboral, promover el acceso normalizado de las mujeres a los puestos de poder. No obstante, es preciso que se incorporen algunos cambios para que esta propuesta se desarrolle satisfactoriamente. De hecho, que las mujeres hayan entrado en el mundo laboral, no implica que los hombres lo hayan hecho en la misma medida en el espacio doméstico. Esto conlleva a que las mujeres asuman, los trabajos domésticos y responsabilidades familiares, a lo que hay que sumarle el empleo remunerado. Esto les supone tener una doble jornada de trabajo. Por lo tanto, uno de los primeros cambios implica crear una POLÍTICA LABORAL que favorezca la conciliación entre vida laboral y familiar.

Asimismo, también será necesario un cambio de mentalidad en nuestra sociedad. De modo que todos los avances que se vayan produciendo puedan consolidarse y deje de sorprendernos que haya mujeres ocupando puestos de mayor responsabilidad en cualquier trabajo.

A modo de conclusión, me gustaría acabar con una reflexión de Amelia Valcárcel:

 

«La feminización de la pobreza es un hecho. La falta de oportunidades de empleo acordes con la formación, otro. El acoso y, cuando cabe, la violencia, otro más. Todo ello para un colectivo cuyo único defecto visible parece ser el no haber tenido la previsión de nacer con otro sexo».

Amelia Valcárcel. Madrd, 1950

Discriminación en materia retributiva por cuestiones de género

La brecha salarial puede entenderse como las desigualdades en el salario entre hombres y mujeres en un trabajo que demanda el mismo esfuerzo o cuyo resultado es de igual valor.

Actualmente, existen datos y estudios que demuestran que la brecha salarial sigue existiendo. Además, los expertos no parecen muy optimistas con respecto a la idea de que se solucionen tales desigualdades en un corto espacio de tiempo. Tomando como punto de partida uno de los estudios elaborados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a escala mundial, la brecha salarial entre los hombres y las mujeres es del 23%. Asimismo, también exponen que las mujeres tienen más probabilidades de estar desempleadas que los hombres. De acuerdo con los datos que proporcionan, las tasas mundiales de desempleo son del 5,5% en el caso de los hombres y del 6,2% en el caso de las mujeres.

Por otro lado, de acuerdo con la información que se publicó en el periódico EL PAÍS, el pasado 11 de noviembre de 2017, la brecha salarial que existe actualmente entre los hombres y las mujeres evidencia que el mercado laboral del que formamos parte sigue favoreciendo infundadamente a los trabajadores masculinos. Tomando como referencia esta noticia, quiero aportar como ejemplo de esta información una situación real que aconteció en el Hotel Best Tenerife recientemente.

El comité de empresa del hotel Best Tenerife (Tensur S.A), gobernado por Sindicalistas de Base, firmó un pacto salarial con la empresa por el cual las camareras de pisos perciben un plus salarial de 140, 77 euros brutos mensuales, frente a los 644, 51 euros brutos mensuales que perciben los camareros de bares por el mismo concepto (plus salarial).

Servicios CCOO Canarias denunció este pacto por considerarlo discriminatorio, ya que los camareros de bares y las camareras de pisos pertenecen al mismo grupo profesional. La discriminación se agrava, puesto que los ayudantes de camareros de bares perciben un plus de 360, 67 euros brutos mensuales perteneciendo a un grupo profesional inferior al de las camareras de pisos según el Convenio Colectivo de Hostelería de Santa Cruz de Tenerife y el Acuerdo Laboral Estatal de Hostelería.

En su denuncia ante la Inspección de Trabajo, Servicios CCOO Canarias considera que al estar ambas categorías (camarera de pisos y camarero de bares) en el mismo grupo salarial del Convenio Colectivo y carecer de justificación objetiva y neutra la diferencia de un 78,16% en el plus salarial, esta esconde un ánimo o finalidad discriminatoria de tales trabajadoras por razón de género.

Ante esta noticia, me he quedado completamente anonadada. Hemos de ser constantes y continuar incesantes en la necesaria tarea de ir desenmascarando todos aquellos casos que evidencien discriminaciones por el simple hecho de ser mujeres. Debemos proponernos como una prioridad cambiar las percepciones que se tienen sobre los roles de género en nuestra sociedad puesto que en lugar de favorecer, lo único que consiguen es limitarnos. Por lo tanto, es necesario romper con todas las connotaciones que se imponen por el mero hecho de tener un sexo determinado.

Tomando en consideración todas las aportaciones previas, es indudable que nos encontramos ante un tema candente en nuestra sociedad y de una gran relevancia social. Obviamente, es conveniente continuar concienzudamente visibilizando esta realidad puesto que es realmente importante mantener vivas las cuestiones sobre la igualdad de género, con el principal objetivo de seguir enfocando nuestros pasos a promover una sociedad más justa y más equitativa entre hombres y mujeres. De este modo, conseguiremos que no caiga en el olvido la innegable realidad en la que nos encontramos inmersos y podamos acabar con estas desigualdades.

 

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