La progresiva incorporación de la mujer al mercado laboral español junto con el aumento del nivel educativo ha provocado que se estrechen las diferencias respecto de los hombres. Sin embargo, aún quedan desigualdades que derribar como es el caso de la brecha salarial (De la Rica, 2017).
Algunos de los motivos respecto al por qué se da una diferencia de carácter económico entre hombres y mujeres y relacionados con la edad de la mujer son:
- Menor acumulación de capital debido a las jornadas reducidas o interrupciones de su vida laboral en diferentes etapas vitales. Lo que provoca que obtengan menor experiencia laboral y por tanto, crecen las diferencias salariales (Erosa et al., 2016).
- Las profesiones más feminizadas ofrecen menores salarios (De la Rica, 2017).
Con el ejemplo de estos dos argumentos que asocian la brecha salarial tanto al género como a la edad, se refleja que es un fenómeno multidimensional y que se ve atravesado por múltiples desigualdades (interseccionan). Atendiendo a una perspectiva interseccional en el estudio de la brecha salarial, además de la edad o el género, hay que tener en cuenta el nivel educativo y la experiencia laboral previa, también las características de la empresa y del tipo de empleo que se trate. Aunque en España, la participación de la mujer en el mercado laboral se encuentra por encima de la media europea, a su vez, presenta unas brechas de género sin ajustar que se sitúan en la media mostrada por los países desarrollados. Y aunque se está reduciendo, aún queda mucho por hacer hasta alcanzar el equilibrio (Brindusa, Conde-Ruíz y Marra, 2019).
Para analizar la brecha salarial el Instituto Nacional de Estadística (2021) cada año, publica la Encuesta Anual de Estructura Salarial (EAES) y cada cuatro años se realiza esta publicación a nivel europeo. Para realizar la comparación entre hombres y mujeres en cuanto al salario recibido, se consideran las situaciones similares respecto a una serie de elementos como el tipo de jornada, de contrato, la ocupación, … todo lo que incida en el salario. Ya no solo influyen las competencias laborales, en el salario influye también la segregación del mercado de trabajo con diferente representación en función del sexo, las características del empleo femenino se ven mediadas por poder conciliar la vida familiar, por ello, muchas veces sus jornadas son reducidas o a tiempo parcial.
Algunos datos que nos ofrece el INE (2021) que muestran esta desigualdad es que en el año 2019 el salario femenino anual más frecuente, 13.514,8€ representó el 73% del salario más frecuente masculino, 18.506,8€. En cuanto al salario por hora y tipo de jornada, en el trabajo a tiempo completo las mujeres recibían 16,0€, el 94,3€ del salario masculino; a tiempo parcial esta cifra alcanzaba el 84,5%. Si atendemos a la edad, pasando de un 4,6% en el grupo de 25-34 años y hasta un 18,2% en el grupo de 55-64 años. Si avanzamos en edad, avanzamos en desigualdad, para las personas mayores de 65 años esta cifra alcanza hasta el 34,3%. Lo que se explicaría por la menor retribución e incorporación al mercado laboral por parte de las mujeres de ese tramo de edad en su vida laboral. De la Rica (2017) también afirma que la brecha salarial crece con la edad de la mujer
Brindusa, Conde-Ruíz y Marra (2019) indican que es necesario llevar a cabo políticas y actuaciones tanto desde el sector público como desde el empresarial para disminuir las diferencias en este ámbito y favorecer la igualdad de oportunidades. Como hemos visto, un aspecto fundamental en el que intervenir para alcanzar este objetivo son las políticas de conciliación, políticas que sancionen y eviten comportamientos discriminatorios (tanto a nivel salarial como en los procesos de promoción) y políticas centradas en la mejora de la infra-representación femenina en cargos de liderazgo.
Así, se observa como la brecha salarial es un fenómeno multidimensional que ve crecer la desigualdad a medida que avanzamos en la edad de las mujeres como fruto de la experiencia laboral previa, la dedicación al cuidado del hogar y familiar, la dependencia económica en las parejas heterosexuales de sus maridos. Es decir, es el fruto de las desigualdades en el ámbito laboral prologada hasta el proceso de envejecimiento.
BIBLIOGRAFÍA.
Brindusa, Anghel Conde-Ruíz, J. Ignacio y Marra, Ignacio. (2019). Brechas salariales de género en España. Hacienda Pública Española, (229), 87-119. https://www.ief.es/docs/destacados/publicaciones/revistas/hpe/229_art4.pdf
De la Rica, Sara. (2017). Las brechas de género en el mercado laboral español y su evolución a lo largo del ciclo de vida. Revista de Ciencias y Humanidades de la Fundación Ramón Areces, 16, 59-71. http://genderworkshop.com/wp-content/uploads/2018/07/Informe_DeLaRica_2016_Spanish.pdf
Erosa, Andrés et al. A quantitative theory of the gender gap in wages. European Economic Review, 85, pp. 165-187. https://econpapers.repec.org/article/eeeeecrev/v_3a85_3ay_3a2016_3ai_3ac_3ap_3a165-187.htm
Instituto Nacional de Estadística. (2021). Salario anual medio, mediano y modal. Salario por hora. Brecha salarial de género (no ajustada) en salarios por hora. INE. https://www.ine.es/ss/Satellite?L=es_ES&c=INESeccion_C&cid=1259925408327&p=1254735110672&pagename=ProductosYServicios%2FPYSLayout¶m3=1259926137287