Exclusión social, ¿Cosa de mujeres?

Comenzaremos haciendo un acercamiento al concepto de exclusión social. Este concepto comenzó a usarse en Francia entorno a los años setenta, y más tarde  comenzó a formar parte del lenguaje usado en la Unión Europea como sustitutivo de pobreza, Damonti (2014). La Unión Europea considera que la lucha contra la pobreza y la exclusión social es uno de los aspectos más importantes para conseguir el progreso económico y el desarrollo del empleo, siendo esto unos de los aspectos recogidos en los objetivos 2030, Serreri et al (2002).

Según, Laparra et al (2014), la exclusión social abarca varios ejes que a su vez se dividen en dimensiones; por un lado estaría el eje económico que abarcaría las dimensiones de participación en la producción y participación en el consumo, por otro el político que abarcaría las dimensiones de ciudadanía política y ciudadanía social y por último el eje social que correspondería con las dimensiones de ausencia de lazos sociales y relaciones sociales perversas.

Analizando los datos españoles que nos proporciona el INE, podemos observar como, el índice de exclusión social es más alto actualmente en mujeres (en gris) que en hombres (naranja). Aunque ha habido variaciones durante los años 2012 y 2016 donde el índice de los varones en riesgo de exclusión es más alto, pudiendo coincidir con los efectos de la crisis económica donde sectores como la construcción se vio especialmente afectado. Actualmente podemos observar una diferencia de casi un 1,5% que sigue dejando a las mujeres en una situación preocupante. Añadido a estos datos, podemos incorporar aquellas personas que sufren una doble discriminación que acentúa su riesgo a la exclusión social; ser mujer y poseer algún tipo de discapacidad. En nuestro país se estima que el 20% de las mujeres con discapacidad tienen estudios básicos de las cuales el 8% poseen estudios superiores. En el marco de la Unión Europea, el 15% de las mujeres con discapacidad severa tienen estudios superiores frente al 23% de las mujeres en general, lo que incide directamente en conseguir un contrato que huya de la precariedad y permita tener una vida digna, Ministerio de trabajo y asuntos sociales (2017).

Datos del INE sobre la Tasa de riesgo de pobreza por edad y sexo.

Acabar con este tipo de desigualdades y caminar hacia un futuro más igualitario, es una de las prioridades de la Unión Europea en las estrategias 2030, donde se llevarán a cabo medidas para impulsar las PYMES e intentar mejorar el empleo tras el desastre que generó la crisis del 2008. Por otro lado, la Organización de las Naciones Unidas y los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) y así lo refleja en su objetivo: Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo, donde se espera crear marcos normativos que aseguren que millones de personas puedan salir la situación de auténtica desesperación en la que viven. Estas medidas se deben de tomar siempre desde una perspectiva de género que asegure un acceso igualitario a los recursos y donde nunca más nadie pase necesidad.

Bibliografía

Damonti, Paola. (2014). Exclusión Social y Género: Un análisis de realidad contemporánea. Universidad Pública de Navarra.

Laparra M, et al. (2014). Reflexiones metodológicas en el análisis de la exclusión social. Serie Documento de trabajo del VII Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en España. Nº3.

Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. (2017). Indicadores de Exclusión Social de Mujer y Discapacidad. Recuperado de: http://www.fekoor.com/archivos/201007/indicadores-exclusion-social-mujer-y-discapacidad.pdf

Organización de las Naciones Unidas. (2020). Objetivos de Desarrollo Sostenible. Recuperado de: https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/poverty/

¿Es la conciliación laboral una utopía?

La conciliación imposible

Según Palomo (2017), conciliar es compatibilizar personas o cosas entre sí, permitiendo aunar aspectos que pueden resultar excluyentes entre sí. Esto se agrava cuando se trata de compatibilizar la vida laboral, familiar y personal.

Gamo (2018) recogió en su artículo para el periódico El Diario, que un 80% de las mujeres madres en este país tienen problemas para conciliar su vida laboral con la personal. Las mujeres que sí pueden tener la opción de conciliar su vida, se ven obligadas a recortar su jornada laboral viéndose esto traducido en percibir un 17% menos que sus compañeros varones. Por otro lado hace una reflexión sobre la doble esclavitud de la mujer, ya que no sólo se ocupa de su trabajo fuera del hogar, sino también del doméstico, quedando una media de 54 minutos libres para el espacio personal y el aseo.

Puede que tengamos otra pregunta en la cabeza, ¿Los hombres no concilian? Podemos hacer el primer análisis en los permisos de maternidad fijados en 16 semanas y en el de paternidad, en cinco. Aquí podemos observar ya una amplia brecha, pues la mujer estaría más tiempo fuera de su trabajo que su pareja. Por otro lado, según un estudio de ClosinGap, las mujeres trabajan más a jornada continua y a tiempo parcial que los hombres, concretamente el 24,2% de las mujeres frene al 7,3% de los hombres. Las mujeres perciben la maternidad como algo negativo que afecta a sus carreras profesionales, siendo un 8,3% de las trabajadoras las que salen del mercado de trabajo cada trimestre, suponiendo un coste de oportunidad de 40 millones de horas no trabajadas al año, que significaría 1.280 millones de euros y un 0,12% del PIB. Por esta misma razón las empresas deberían de poner en marcha medidas que ayuden a paliar la brecha generada por esta situación Hidalgo (2019).

Tras hacer una búsqueda, he podido encontrar algunos planes de empresas en pro de conseguir la conciliación y la igualdad en el ámbito laboral. En concreto nos hemos fijado en uno elaborado por Ministerio de Igualdad en el que entre las medidas propuestas, encontramos: Medidas para ampliar los permisos y  legales retribuidos para atender responsabilidades familiares, Medidas de flexibilidad en la distribución del tiempo de trabajo y en el espacio de trabajo o Medidas para acercar los permisos los servicios para el cuidado de personas dependientes, entre otras.

Según Sen (218), alrededor de un 73% de las personas trabajan en empresas que dificultan la conciliación laboral. Ese informe, realizado por  IESE  se ha basado en 1.000 entrevistas, dando como resultado que un 70% de los entrevistados entienden que dar el paso hacía la conciliación puede hacer peligrar su puesto de trabajo. Demostrando que durante los años anteriores, se han producido pocos avances. Además de todo esto queda demostrado que todo este clima de insatisfacción repercute emocionalmente en las familias, ya que el estrés, malestar y desaliento dificulta el desarrollo personal y profesional.

            Quizás si la conciliación laboral fuera llevada a la práctica en España de forma eficiente, paliaríamos otra de las deficiencias del país: la baja natalidad. Por eso es importante tener conciencia feminista y entender la conciliación que debe de dejar de ser utópico para ser real.

Bibliografía

Fundación de Mujeres. (2020). Conciliación de la vida laboral, familiar y personal. Madrid. Ministerio de igualdad.

Gamo, Raquel. (02-XI-2018). El 80% de las mujeres madres sufre dificultades para conciliar el trabajo y la vida personal. El Diario. Recuperado de: https://www.eldiario.es/clm/mujeres-dificultades-conciliar-trabajo-personal_0_831517416.html

Hidalgo, Carlos. (22-II-2019). ¿Por qué las mujeres siguen conciliando más que los hombres? El País. Recuperado de: https://elpais.com/economia/2019/02/22/actualidad/1550856917_787751.html

Palomo Cermeño, Eva. (2017). Conciliación (laboral y familiar).  Eunomía: Revista en Cultura de la Legalidad, Nº. 13, 226-234. DOI:  10.20318/eunomia.2017.3818

Sen, Cristina. (15-VI-2018). El 73% de los ciudadanos trabaja en empresas que dificultan la conciliación. La Vanguardia. Recuperado de: https://www.lavanguardia.com/vida/20180615/45113791899/conciliacion-informe-iese-empresas.html

¿Cómo afecta la crisis del Covid-19 a la economía de los cuidados?

Economía del hogar para principiantes

En esta crisis mundial que estamos atravesando, hay multitud de homenajes  al personal sanitario, comercios, transporte etc… Además se están implantando medidas para que aquellas personas que están perdiendo sus trabajos puedan tener un sustento que les permita cubrir sus necesidades básicas. La pregunta viene ahora: ¿Cuál es la situación de las trabajadoras de los cuidados en la crisis del Covid-19?

Este perfil de trabajadoras pertenecientes, en muchos casos, a la economía sumergida, se ha visto desprovisto de sus trabajos, siendo el único sustento familiar y sin percibir ningún tipo de ayuda que garantice su sustento mientras dure esta crisis. Otras mujeres, tienen contratos inestables  que les obliga buscar trabajo de forma desesperada. Los datos del ATH-ELE en el trabajo interno, nos dice que el 16% de estas trabajadoras no tienen un horario estable de sueño ya que tienen que hacer atenciones nocturnas, un 25% no tienen permiso para salir entre semana y un 49% no tiene ni 24h de descanso semanal. Sumado a todo esto, podemos decir que debido a la gran mortalidad de personas jubiladas debido a esta gran pandemia, muchas mujeres quedarán en la calle sin ninguna indemnización o prestación Otxoa (2020).

Según los datos que nos aporta la OMS en 2019 las mujeres conformaban el 70% del personal sanitario  en todo el mundo y del sector de los cuidados, realizando tres cuartas partes del trabajo relacionado con los cuidados de forma no remunerada, por lo que además de sufrir la precarización de estas actividades, encontramos mayor riesgo de contagio para las mujeres por estar en primera línea de batalla. Además esta situación se ha visto más acentuada si cabe con el cierre de los centros educativos Herrera (2020).

Las experiencias nos dicen que las mujeres salen más perjudicadas que los hombres después de las crisis, siéndoles más dificultoso encontrar un trabajo digno. Por eso es necesario que desde los gobiernos apliquen medidas sociales que garanticen el bienestar y salir reforzadas de esta crisis. El Real Decreto Ley 8/2020, del 17 de marzo, establece medidas para paliar los efectos de esta crisis en la economía del sector asalariado. Desgraciadamente, ninguna se dirige al sector de las empleadas del sector de los cuidados, por lo que al ser un trabajo feminizado, nuevamente las mujeres volvemos a estar en una situación de desigualdad Otxoa (2020).

Sin embargo, en los últimos días hemos visto en los medios de comunicación que el gobierno ha aprobado una renta mínima para aquellos hogares que donde sus ingresos no superen los 450 euros o los 200 euros en el caso de ser una familia monoparental. El ingreso mínimo variará en función de los menores que las familias tengan a su cargo Casas (2020).  Quizás esta crisis sirva de precedente para establecer otras formas de organización económica que garantice la igualdad social y rompa las diferencias por causas de género. Aún queda mucho trabajo por hacer, pero seguiremos reivindicando todos nuestros derechos; la revolución será feminista o no será.

Bibliografía

Casas, Josep María. (16-IV-2020). ¿Qué es la renta mínima vital? De los requisitos a la cantidad. Economía Digital. Recuperado de: https://www.economiadigital.es/politica-y-sociedad/que-es-la-renta-minima-vital-de-los-requisitos-a-la-cantidad_20054385_102.html

Herrera, Eva. (01-IV-2020). La Covid-19 evidencia la desigualdad en el cuidado de la vida de las personas. El diario. Recuperado de: https://www.eldiario.es/tribunaabierta/Covid-19-evidencia-desigualdad-cuidado-personas_6_1012158808.html

Otxoa, Isabel. (24-III-2020). Trabajadoras de hogar y cuidados: buscando el ángulo desesperadamente. El salto. Recuperado de: https://www.elsaltodiario.com/coronavirus/trabajadoras-hogar-cuidados

Real Decreto- ley 8/2020, de 17 de marzo, de medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto económico y social del Covid-19.