Autora: Eva María Díaz Sánchez
Por lo general tendemos a pensar en la situación de las trabajadoras y los trabajadores del siglo XXI en términos occidentales, dónde la lucha obrera y el estado del bienestar nos ha dado acceso a una relativa posición de bienestar económica y unas condiciones laborales aceptables, pero esto no es así para todas las personas en el mundo. La globalización está hecha para el servicio de unas pocas élites que dan prioridad al libre movimiento de mercancías, pero no de personas, o al menos de aquellas que no tengan un pasaporte europeo. Esto no significa que las personas no se muevan con facilidad como mercancías, de este modo sí que se mueven sin problemas. Aunque pueda parecer obsoleto hablar de esclavitud, es una realidad que sigue existiendo en nuestros días.
Podríamos cuestionarnos qué es y qué no es esclavitud, en mi opinión el neoliberalismo y la globalización actual se asientan sobre las bases de la esclavitud, vivimos en un sistema que se mantiene porque coexiste con formas de explotación laboral brutal en gran parte del mundo, dónde se vive para trabajar por una miseria que apenas da para comer. Existen muchas formas de explotación que se podrían considerar esclavitud, incluso en nuestras ciudades y barrios. Desde algunos feminismos nos rasgamos las vestiduras pensando en abolir la prostitución de mujeres que toman libremente la decisión de dedicarse a ello, mientras que cientos de miles de mujeres migrantes viven recluidas trabajando 24/7 en las casas de otras mujeres ricas con un salario indigno que apenas les da para vivir, quizás va siendo hora de que nos replanteemos cuales son nuestras prioridades, pero esto es tema para otro artículo. Atendiendo a la estricta definición de esclavitud que nos ofrece la RAE “Situación de una persona que carece de derechos de modo permanente, especialmente los fundamentales de igualdad y libertad, por ejercer un tercero sobre ella todos o algunos de los atributos del derecho de propiedad, reduciéndola a la condición de objeto”, podemos decir sin temor a equivocarnos que la esclavitud continúa existiendo en nuestras calles y tiene nombre de mujer.
Según un informe realizado por la Organización Mundial del trabajo (2017) 40,3 millones de personas están sometidas a la esclavitud moderna. Esta cifra incluye 24,9 millones en trabajo forzoso y 15,4 millones en matrimonio forzoso. Es decir, que por cada 1000 habitantes hay más de 5 personas esclavas en el mundo. De ellas, 24,9 millones de personas son víctimas de trabajo forzoso (incluyendo la explotación laboral y sexual) y 15,4 millones de mujeres son víctimas de matrimonio forzoso.
Estos datos vienen a decir que aproximadamente unos 30 millones de mujeres y niñas están siendo esclavizadas a día de hoy, en torno a un 70% de la población esclava en el mundo.
Tanto la trata con findes de explotación como el matrimonio forzado son formas de violencia de género sistémica que son permitidas en todos los países del mundo de una forma u otra. Son esclavizadas con el fin de explotarlas sexualmente, es una lacra social que tiene un claro sesgo de género, las captan por el hecho de haber nacido mujeres en un mundo machista que nos mercantiliza y objetiviza a todas las mujeres, siendo ésta la máxima expresión de ello.
En cuanto a los trabajos forzosos, el 58% son mujeres, incluyendo la servidumbre doméstica, agricultura o manufactura en fábricas con contrataciones ilegales. Se estima que entrono a 152 millones de niños y niñas se dedican al trabajo infantil (64, niñas y 88, niños), sin estar escolarizadas y realizando trabajos peligrosos o de más de 40 horas semanales. La globalización y descentralización del trabajo provoca que una gran parte de los productos que consumimos tengan su origen en procesos de esclavitud (Modroño, 2020).
Observando los datos queda evidenciado que es imposible desvincular el sistema económico actual de la mano de obra esclava, mientras la sociedad vive en el autoengaño cómodo, mirando hacia otro lado, empleando escusas cómo “es que me tengo que hacer ermitaña para no contribuir con el sistema”, lo cierto es que posiblemente el número de personas esclavas es el mayor en toda la historia de la humanidad. Mientras vivimos en una falsa realidad mirando de reojo con condescendencia a otras culturas presentes o pasadas que continúan luchando por sobrevivir.
Bibliografía:
Carrillo Palacios, Laura y De Gasperis, Teresa (2019). La otra cara de la trata. Informe diagnóstico sobre otras formas de trata que afectan a las mujeres. Accem
International Labour Office (2017). Global Estimates of Modern Slavery
Modroño, Luz (2020). La esclavitud de hoy. Tribuna Feminista. Extraído de: https://tribunafeminista.org/2020/12/la-esclavitud-hoy/
Real Academia de la Lengua. (s.f.). Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.5 en línea]. Obtenido de https://dle.rae.es