Analizando la feminización de la enseñanza

Una de las profesiones más altamente feminizadas y más relacionadas socialmente con las mujeres es la enseñanza. En 2020, según datos disponibles en el Instituto Nacional de Estadística, un 9,9% de mujeres trabajadoras entraba dentro de este sector, por detrás solo del sector comercio y del de las actividades sanitarias y de servicios sociales, situándose entonces en una tercera posición. Para los hombres, el porcentaje dentro de este sector sería solo de un 4,3%, ocupando una novena posición. 

Los datos disponibles en nuestro país a través del Ministerio de Educación y Formación Profesional en el estudio anual “Sistema estatal de indicadores de la educación 2021” dicen lo siguiente: el 66,6% del profesorado en España son mujeres, sin embargo, ese porcentaje va disminuyendo a medida que aumenta el nivel educativo. En las enseñanzas universitarias el porcentaje es de 41,8%, frente a un 80,2% de las enseñanzas no universitarias. El análisis de estos datos deja claro una serie de desigualdades, las cuales también han sido señaladas en el artículo “Making sense of the glass ceiling in schools: an exploration of women teachers´ discourses”, en el que sus autoras apuntan tres desequilibrios existentes dentro del personal docente: 

  • Respecto a la fase educativa: el porcentaje de mujeres en las fases de infantil y de primaria es mucho mayor que en otras fases educativas. Estas son posiciones mucho menos valoradas socialmente y de menor prestigio. 
  • Respecto al tipo de asignaturas: los menores porcentajes de mujeres se sitúan en las áreas de matemáticas y ciencias. 
  • Respecto al cargo ocupado: existe una baja representación de mujeres en los puestos directivos y de liderazgo en todas las fases educativas.  

En definitiva, nos encontramos con que la mayor parte del personal docente está conformado con mujeres, con lo que, igualmente, los puestos directivos deberían estar en su mayoría cubierto por mujeres, pero nada más lejano a la realidad. Las escuelas son un ejemplo perfecto de organización patriarcal: las mujeres se encuentran en las posiciones que exigen tareas más relacionadas con los cuidados y la atención al resto y los hombres en los puestos de poder y liderazgo. La estructura y el funcionamiento de los colegios no puede desvincularse de la sociedad en la que se encuadra, y, por tanto, le afecta el sistema patriarcal y androcentrista. El techo de cristal para las mujeres sigue apareciendo incluso en una profesión que socialmente se vincula a ellas.  

Para ilustrar esta idea, aporto los datos disponibles respecto a la Educación Primaria en España. El profesorado de este nivel estaría compuesto por un 81,70% de mujeres, frente al 18,30% de hombres. Sin embargo, los cargos directivos son ocupados en un 65,8% por mujeres y en un 34,20% por hombres. Existe prácticamente un aumento del doble en el porcentaje masculino en cargos directivos si lo comparamos con su participación en el profesorado.  

Incluso sin tener estos datos estadísticos, simplemente cada una de nosotras podemos pensar en nuestra propia experiencia. Lo más seguro es que recordemos a nuestras maestras de Educación Infantil y Primaria, exceptuando quizás al maestro de Educación Física y puede que al director. En el instituto, recordaremos mayor equilibrio, pero predominancia masculina en las asignaturas de ciencias y, sobre todo, en los cargos directivos. En la Universidad dependerá mucho del grado elegido, pues en las carreras más técnicas y científicas el profesorado será más masculino, mientras que en las relacionadas con los cuidados o servicios más femenino. De hecho, en nuestro propio Máster, siendo sobre estudios de género, nos encontramos una proporción de mujeres aplastante respecto a la de hombres en el profesorado.   

¿Conocéis otras profesiones en las que también ocurra algo parecido? ¿Ocurre esto también en el resto de profesiones feminizadas, como el comercio o la sanidad?  

Referencias bibliográficas  

Instituto Nacional de Estadística (2020). Ocupados según rama de actividad y periodo.

Marie‐Pierre Moreau, Jayne Osgood & Anna Halsall (2007) Making sense of the glass ceiling in schools: an exploration of women teachers’ discourses, Gender and Education, 19:2, 237-253, DOI: 10.1080/09540250601166092 

Ministerio de Educación y Formación Profesional. Sistema estatal de indicadores de la educación 2021. 

¿Qué significaría la equidad de género en el mercado laboral? ¿Qué barreras existen para ello?

La discriminación laboral por el mero hecho de ser mujer es una realidad existente en los mercados de trabajo de los países desarrollados. Esto acarrea una serie de consecuencias, entre las que destacan: la segregación ocupacional horizontal, la segregación ocupacional vertical, la diferencia salarial, la temporalidad y la parcialidad (Cebrián & Moreno, 2018). Sin embargo, en este post no me gustaría centrarme en estas injusticias, sino más bien en qué supondría la equidad de género para los mercados laborales una vez que se superaran estas barreras y por qué no se llega a ello.

De acuerdo con el informe “Las mujeres, el trabajo y la economía: beneficios macroeconómicos de la equidad de género”, publicado por el Fondo Monetario Internacional y la publicación web “hechos y cifras: empoderamiento económico” de ONU Mujeres, los beneficios macroeconómicos de la incorporación plena y equitativa de la mujer al mercado laboral serían significativos. A continuación, se señalarán y comentarán alguno de ellos: 

  1. Elevar la tasa de participación femenina en la fuerza laboral hasta equipararla con la masculina aumentaría de forma significativa el PIB de los países, como, por ejemplo, un 5% en Estados Unidos o un 9% en japón.  
  1. Se estima que la superación de la brecha salarial entre hombres y mujeres y de la brecha en la participación en el empleo, tendría un valor global de unos 17 billones de dólares estadounidenses.  
  1. Ayudaría a mitigar el impacto de la reducción de la mano de obra en economías que se encuentran en procesos de envejecimiento. Por ejemplo, España se encontraría en esta situación, puesto que vivimos un periodo en el que el porcentaje de personas mayores de 65 supera el 22,9% del total y es una cifra que no para de crecer año a año.  
  1. El hecho de que las mujeres tengan la oportunidad de tener ingresos propios que puedan controlar, contribuye a un desarrollo económico más amplio en economías en desarrollo. Un ejemplo claro es el aumento de las tasas de matriculación escolar en niñas.  

Estos son solo algunos de los beneficios existentes, aunque existen muchos más. Siendo todos estos hechos evidentes y demostrados, cabría preguntarnos cómo es posible que se siga dificultando de gran manera el acceso equitativo de la mujer en los mercados de trabajo. Me gustaría lanzar esta pregunta para obtener diferentes opiniones e ideas. 

Desde mi punto de vista, la respuesta es clara, pero a la vez muy compleja: patriarcado y capitalismo. Nuestro sistema actual se sostiene sobre una base ideológica repleta de roles y estereotipos en cuanto al género. Mujeres y hombres tienen relacionadas unas tareas muy diferentes: ellos son el principal sostén económico, mientras que ellas se ocupan mayoritariamente de los cuidados. Esto hace que ellas tengan que dedicar muchas más horas a las labores domésticas y al cuidado tanto de menores como de mayores, lo que restringe en gran medida su tiempo e impide que pueda dedicarlo a un trabajo dentro del mercado laboral. Esto también afecta a que ellas tengan menos posibilidades de formación y, por tanto, trabajos más precarios y temporales.  

¿Qué otras más razones podríais aportar? 

Referencias bibliográficas  

Elborgh-Woytek, Katrin et al (2013). Las mujeres, el trabajo y la economía: Beneficios macroeconómicos de la equidad de género. Fondo Monetario internacional.  

Hechos y cifras: empoderamiento económico (2015). ONU mujeres. Recuperado de: https://www.unwomen.org/es/what-we-do/economic-empowerment/facts-and-figures 

Prostitución: ¿trabajo, empleo o esclavitud?

Una definición de trabajo es la aportada por Recio (1997): “actividad humana orientada a satisfacer las necesidades a través de la producción de bienes y servicios, actividad que puede realizarse en diferentes contextos sociales”. 

El empleo es definido por Maruani (2000) de la siguiente forma: “categoría sociológica conjunto de las modalidades de acceso y salida del mercado de trabajo, así como la traducción de la actividad en status sociales”. 

La definición de esclavitud es dada por Westreicher (2020): “la esclavitud es la condición por la que una persona está sometidas a otra, perdiendo su libertad. Así, el esclavista toma posesión del esclavo, pudiendo disponer de su destino”. 

La diferencia clave entre estos dos primeros conceptos es la remuneración, puesto que el empleo, bien sea en dinero o en especie, la tiene ligada. En la tercera, entra en juego la libertad y el poder de elección.  

Teniendo esto en cuenta, ¿se podría considerar entonces el ejercicio de la prostitución como un trabajo o empleo? La realidad es que, en España, la prostitución no se considera ilegal, pero tampoco se reconoce como trabajo. Es una actividad no regularizada, por lo que entraría dentro de la economía sumergida. Debido a esto, no existen cifras oficiales ni 100% fiables sobre cuánto dinero mueve en nuestro país. La única aproximación que puede tomarse como referencia fue realizada en 2016 cuando, por primera vez, el Instituto Nacional de Estadística incluyó datos sobre el aporte de la prostitución al Producto Interior Bruto, cuya estimación se estableció en un 0,35%, lo que se supone alrededor de los 4.100 millones de euros.  

Aun así, estas cifras deben leerse teniendo en cuenta que, al ser una actividad no regularizada, es imposible tener un cálculo fiable y que, por tanto, no se puede estimar el impacto económico que tendría regularla. De la misma forma, tampoco es posible saber a ciencia cierta cuántas mujeres ejercen este oficio. De acuerdo con datos de la ONU, la prostitución es el segundo negocio que más dinero reporta. El primero sería la trata de personas, que bien es sabido la gran vinculación que poseen ambas actividades.  

Las personas que apoyan la regulación de esta actividad defienden que es por el bien de las prostitutas, para que tengan derechos laborales, pero… ¿qué supondría para ellas regular esta actividad? ¿es lícito y moralmente aceptable regular un oficio cuando, según un informe realizado por la ONG Onesvad, el 80% de las mujeres que ejercen la prostitución en España lo hacen contra su voluntad? De acuerdo con Amelia Tiganus, activista feminista y superviviente de trata y prostitución, en su obra “La revuelta de las putas”, la regulación de la prostitución supone una victoria para proxenetas y puteros, ya que van a ser considerados como empresarios y como meros clientes, mientras que, para las verdaderas víctimas, las prostitutas, no aporta ninguna solución. Tomemos como ejemplo Alemania o países Bajos, donde la regulación de la prostitución no ha hecho más que aumentar el comercio sexual y la trata y, además, ha convertido esta actividad en un atractivo turístico al que miles y miles de personas acuden cada año solo para observar a estas trabajadoras en sus escaparates. Un espectáculo grotesco y doloroso que banaliza y ridiculiza la situación.  

España es el país europeo donde más solicitada se encuentra la prostitución y el tercero del mundo. Sin duda, una actividad económica de gran importancia y esa es una de las principales razones por las que en nuestro país no existe una ley clara en torno a ella. Como bien dice la autora Rosa Cobo: “la prostitución está dentro del corazón del capitalismo”. La posesión del cuerpo de la mujer es un negocio muy rentable al que nuestro sistema no está dispuesto a renunciar.  

Referencias bibliográficas

Cobos, Rosa (2017). La prostitución en el corazón del capitalismo. Los libros de la catarata. 

Hernández, María (2018). La actividad de la prostitución supone el 0,35% del PIB nacional. El Mundo. Recuperado de: https://www.elmundo.es/espana/2018/09/01/5b8990cb46163f05758b45e2.html#:~:text=El%20INE%20estima%20que%20la,a%204.100%20millones%20de%20euros.  

Jeffreys, Sheyla (2009): The Industrial Vagina. The Political Economy of the Global Sex Trade. Nueva York: Routledge. 

Maruani, Margaret (2000). De la Sociología del Trabajo a la Sociología del empleo. Política y sociedad. 34. 9-17.

Ocho de cada diez ejercen la prostitución contra su voluntad. (2015). Heraldo. Recuperado de: https://www.elespanol.com/como/normas-apa-citar-pagina-web/402710424_0.amp.html

Recio, Albert (1997). Trabajo, personas, mercados. Manual de economía laboral. Icaria. 

Rius, Nuria (2021). Prostitución: un negocio de cinco millones de euros al día. Ara. Recuperado de: https://es.ara.cat/sociedad/prostitucion-negocio-cinco-millones-euros-dia_1_4173847.html 

Tiganus, Amelia (2021). La revuelta de las putas. Sinequanon. 

Westreicher, Guillermo (2020). Esclavitud. Economipedia.com.