Las carreras universitarias STEM como factor de discriminación de género en el ámbito profesional y laboral

Uno de los factores que condicionan la discriminación de género en el ámbito laboral y profesional entre hombres y mujeres es los roles y estereotipos de género que se dan a lo largo de la educación y que determinan la elección de los estudios superiores.

De este modo, las ocupaciones laborales son masculinizadas y feminizadas, existiendo eso que denominamos “trabajos para hombres” y “trabajos para mujeres”. Pues bien, esto es algo que ya se produce de antemano en las trayectorias académicas y profesionales de mujeres y hombres. Particularmente, en los ámbitos de los estudios STEM, se da una gran diferencia porcentual entre el alumnado, siendo muy alto el porcentaje de hombres y muy bajo el de mujeres.

Si realizamos una mirada a siglos anteriores, se puede comprobar que las ciencias siempre han estado dominadas por los hombres, sintiéndose estos los únicos válidos y poseedores de la inteligencia racional necesaria para dedicarse a dicho ámbito. Sin embargo, las mujeres, según los hombres, carecían de esa racionalidad, eran el sexo débil y si se dedicaban a algún trabajo fuera de los propios del ámbito privado eran los relacionados sobre todo con el ámbito de las letras y humanidades.

Actualmente, aunque hemos avanzado mucho respecto a esos pensamientos, aún tenemos presente en nuestra sociedad algunos vestigios como considerar las carreras académicas de ciencias más aptas para hombres y las de letras más aptas para mujeres.

Al vernos ante esta división, se puede afirmar que las mujeres no gozan por tanto de las mismas oportunidades que los hombres para desarrollar una profesión científica y progresar en ella. Los datos demuestran que conforme se avanza hacia puesto más altos en los rangos académicos o profesionales, la proporción de mujeres va siendo cada vez menor.

En el II Congreso Atenea Mujeres: Artistas, Tecnólogas y Científicas celebrado el pasado mes de octubre en Valencia, estuvieron presentes mujeres de las siete artes y de áreas de STEM para compartir sus proyectos creativos e interdisciplinares. La finalidad de compartir dichos proyectos fue la de promover la inclusión, diversidad, colaboración y emprendimiento, ante la preocupación por la pérdida de estudiantado en carreras científico-tecnológicas y el bajo ratio de estudiantes mujeres en dicho ámbito. Se estima que, en la actualidad, solo el 18% de los estudiantes de carreras STEM son mujeres.

Mercedes Siles, vicepresidenta de la Real Sociedad Matemática Española, fue ponente en dichas jornadas del Congreso Atenea y manifestó la necesidad de potenciar el interés de las niñas y adolescentes por las ciencias en general y, por las matemáticas en particular. La necesidad reside también en que muchos de los nuevos trabajos que se crearán en el futuro estarán relacionados con las carreras STEM. De ahí, que se pida la realización de programas dirigidos a niñas y adolescentes impartidos por mujeres de dichos ámbitos para que atraigan el interés de estas, para que puedan tener un referente y sepan que pueden conseguirlo e ir tras ello a pesar de las dificultades existentes.

Con dificultades se hace referencia a que, en las propias casas, muchas familias suelen decirles a sus hijas que estudiar ciencia es una carrera de chicos. Otra dificultad se presenta en la metodología que el o la docente utiliza en su enseñanza. En la mayoría de casos utilizan como recurso casi único el libro de texto escolar. En los libros de texto de las asignaturas de ciencias de Educación Secundaria, es decir, de Biología y Geología y Física y Química, la aparición de mujeres científicas es casi nula. Casi la totalidad de referencias científicas se las llevan los hombres. Este aspecto influye de manera muy negativa en las estudiantes pues se ven sin referentes posibles.

Se debe enseñar desde los primeros niveles educativos que no existen carreras de chicos y carreras de chicas, que toda persona es apta para estudiar lo que quiera. Si no lo hacemos así, las desigualdades de género existentes hoy día en el mercado de trabajo serán aún mayor en un futuro, donde las carreras de ciencia tendrán más oportunidades y salidas profesionales y donde si no ponemos remedio pronto, esas oportunidades serán disfrutadas en su mayoría por hombres.

Bibliografía

CVA-Universidad Mujer (2019, 25 de octubre). Solo un 18% de los estudiantes de carreras STEM son mujeres. La Vanguardia. https://www.lavanguardia.com/vida/20191025/471180523422/solo-un-18-por-ciento-de-los-estudiantes-de-carreras-stem-son-mujeres.html

Macho Stadler, Marta. (2017, 23 de junio). ESTEREO: roles y estereotipos de género en la elección de estudios superiores. Mujeres con ciencia. https://mujeresconciencia.com/2017/06/23/estereo-roles-y-estereotipos-de-genero-en-la-eleccion-de-estudios-superiores/

La brecha salarial de género

En el artículo Ley contra la brecha salarial de género. Necesaria pero insuficiente (Marugán, 2019) se recoge que en España las mujeres cobran un 14,9% menos que los hombres aun teniendo el mismo nivel educativo por hora trabajada y un 23% menos por mes trabajado según se aprecia en el último informe hasta esa fecha de la Organización Internacional de Trabajo (OIT). Si este porcentaje lo traducimos en euros, estaríamos hablando de una diferencia media de 5.793€.

Estos datos son sorprendentes si se supone que se va caminando hacia una sociedad igualitaria. Sin embargo, la brecha salarial, en vez de ir disminuyendo, va aumentando, pues en unos cinco años dicha brecha ha aumentado más de seis puntos en el conjunto de los sectores.

Esto muestra la triste situación y realidad en la que las mujeres trabajadoras y remuneradas están lejos aún de conseguir esa igualdad económica respecto al género opuesto. Por tanto, esto podemos traducirlo en que hay algo que no se está desarrollando de la manera adecuada y exige una pronta y correcta actuación.

Con esta brecha salarial existente se está violando el artículo 23.2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, pues en él podemos leer que toda persona, sin discriminación alguna, tiene derecho a un mismo salario por igual trabajo. Por tanto, la existencia de brechas salariales o de techos de cristal cuestionan la existencia real de un Estado social y democrático de derechos.  Además, auditorías socio-laborales confirman que en empresas que cuentan con más de 250 empleados, dicha brecha no solo tiene que ver con aspectos sociales, sino que la discriminación de género sigue hoy día vigente en los trabajos.

Pero claro, no podemos olvidar que este problema no es algo nuevo, sino que siempre se ha dado las circunstancias en las que las mujeres han ganado menos dinero que los hombres y han tenido que salir a las calles y protestar por ello, aunque seguimos viendo que es un asunto no erradicado aún.

Sindicalmente, se afirma que dichas brechas salariales existen debido a que las mujeres suelen ocupar empleos en sectores y trabajos que están peor remunerados. Esto ocurre porque el 75% de la contratación parcial está ocupada por mujeres, en su mayoría de forma involuntaria o porque los cuidados familiares recaen sobre estas.

No podemos encontrar otra explicación que la sociedad patriarcal y discriminatoria en la que aún convivimos y vivimos para dar respuesta a que una mujer que realiza la misma actividad que un hombre, por ser realizada por ella se considere de menor importancia.

El estado suele dar respuesta a estas brechas salariales desarrollando leyes y políticas de igualdad para que esto no suceda. Con dicha ley, se tiene la oportunidad de abordar de manera integral este aspecto de discriminación laboral. Sin embargo, la ley no debería quedarse meramente en eso, sino que tendría que regular otros elementos laborales como son el tipo de contratación, la jornada y horarios, los permisos para la corresponsabilidad y los cuidados, la transparencia en las retribuciones y la disminución de la arbitrariedad patronal, la clasificación profesional y las categorías laborales, etc. De igual modo, se hace necesario abordar dicho asunto de forma transversal incluyendo la discriminación social de las mujeres que existe tras esa brecha.

A dichas leyes sería necesario incluir una dotación económica para que se desarrolle plenamente las leyes de igualdad, violencia y dependencia donde se aborden, entre otros, temas como la obligatoriedad de auditorías laborales y campañas de oficio de la autoridad laboral con sanciones a las empresas infractoras, el control que pueda haber de fraude en las contrataciones, la transparencia en los complementos salariales, la aprobación de una ley educativa elaborada con perspectiva de género y la ruptura de la segmentación laboral.

Por todo ello, con una simple ley contra la brecha salarial no se consigue nada de forma total, es insuficiente y se necesita de una mayor financiación económica, base legal más extensa que aborde otras cuestiones y una formación y educación basadas en la igualdad.

Si investigamos esta cuestión internacionalmente, de manera global, se puede ver que en el Informe Global sobre la Brecha de Género 2018, se destaca que 88 de los 149 países encuestados registraron mejoras en cuanto al tratamiento de problemas como la brecha salarial y representación en la política. Sin embargo, con los resultados obtenidos en dicho informe, estiman que la brecha global de género podría tardar más de 200 años en cerrarse. Del mismo modo, en el informe de la OIT se indicaba que la brecha global de ingresos entre hombres y mujeres se acerca al 20%. Dicho informe también reflejaba que las mujeres representan menos del 35% de los puestos gerenciales a nivel global.

Con estos datos no podemos más que confirmar el gran recorrido social que nos queda para llegar a la igualdad laboral y profesional.

Bibliografía

Marugán Pintos, Begoña (2019). Ley contra la brecha salarial de género. Necesaria pero insuficiente. https://ctxt.es/es/20190306/Politica/24697/Begona-Marugan-Pintos-ley-contra-la-brecha-salarial-financiacion-fromacion-educacion-igualdad.htm

Redacción BBC News Mundo (2018, 22 de diciembre). Brecha de Género Global 2018: se necesitan 200 años para lograr la paridad salarial y otros 4 datos asombrosos. BBC. https://www.bbc.com/mundo/noticias-46638119

Economía feminista

La expresión de economía feminista empezó a utilizarse a principios de la década de los noventa. No obstante, el análisis económico de diversas desigualdades de género surgió mucho antes y de diversas formas. Por ejemplo, el tema de las brechas salariales entre hombres y mujeres ya se debatió en 1918 y en 1936 en Inglaterra y el debate en relación al trabajo doméstico en Europa se produjo durante la década de los 70.

Aunque el marxismo ortodoxo tuvo presente la cuestión de la mujer y la economía neoclásica se ocupó de cuestiones relacionadas con la participación de las mujeres en el mercado de trabajo y la división del trabajo doméstico desde la década de los cincuenta, lo cierto es que mucho de estos debates y aproximaciones a la cuestión de la mujer no eran feministas. Como ejemplo de ello podemos señalar que la teoría neoclásica y del marxismo clásico no cuestionaban y aún siguen casi sin cuestionar las normas patriarcales y relaciones de género que ponen a las mujeres en condiciones de subordinación y de opresión como la división existente del trabajo y la concentración de las mujeres en la economía del cuidado o la segregación por género en el mercado laboral.

En los años ochenta se introdujo el género como un concepto transversal en todas las disciplinas, incluida la economía. De ahí el surgimiento de la expresión de economía feminista que, a partir de dichos cambios y la transversalidad de los conceptos, se dedujo que toda la economía podía analizarse desde un punto de vista feminista.

La economía feminista tiene como principal objetivo recuperar a las mujeres como agentes económicos mostrando, de este modo, las relaciones de género como relaciones sociales de poder. De esta forma busca desafiar el orden social que existe, puesto que este presenta claros rasgos de desigualdad de género.

Los principales temas que aborda este colectivo son los relativos al trabajo y el empleo, el uso del tiempo y los cuidados, la pobreza, las políticas macroeconómicas y sus efectos.

Las diferencias de poder que existen entre mujeres y hombres están en el centro del enfoque feminista de la economía, siendo objeto de estudio las estructuras y restricciones que originan y permiten la continuidad de dichas diferencias.

El concepto de racionalidad prevaleciente en la ciencia económica está sesgado por concepciones de género en el sentido de que se trata de una racionalidad masculina y esta se hace bajo el supuesto de la existencia de hombres independientes y totalmente autónomos para tomar decisiones económicas. En cambio, las mujeres son vistas como dependientes y sin autonomía alguna para tomar sus decisiones económicas.

El principal objetivo del análisis económico reside en la producción de bienes y servicios ligada al trabajo para el mercado. Esta producción tiene valor económico y se traduce en precios. Sin embargo, la esfera de la reproducción refiere a la producción/reproducción de la vida en término biológicos, es decir, de la fuerza de trabajo en base a la manutención diaria y de las generaciones de trabajadores, pero también, a la reproducción del sistema social como un todo. Al estar la reproducción ajena al mercado, esta queda fuera del interés de la teoría de la economía convencional. Si esta marginación se origina en la concepción acerca de que la capacidad y especialización de las mujeres en la reproducción humana es un asunto de carácter biológico, dicha especialización terminó por extenderse a todo aquello relativo a las necesidades básicas para la vida y la reproducción social, incluida la transmisión de valores de cultura, cuidados de la salud. Es decir, queda afuera de lo económico todo aquello sin lo cual los seres humanos no pueden producir y reproducir la vida.

En relación a los análisis económicos estos consideran el trabajo en el ámbito del mercado ya sea asalariado, por cuenta propia, formal o informal, si se da en los distintos sectores de la actividad económica se trata en todos los casos de empleo, de un trabajo que se intercambia en el mercado y se remunera o se obtiene un ingreso. Ahora bien, los hogares se consideran generalmente unidades de consumo, aunque en los mismos se puede afirmar que se producen bienes y servicios con el fin de satisfacer necesidades de las personas, y todo ello requiere del trabajo. Del mismo modo ocurre en la comunidad, donde se trabaja con la finalidad de mejorar las condiciones de vida de niños y niñas, personas más pobres y mayores para resolver las carencias que las políticas públicas no resuelven en base al trabajo y tiempo destinado al mismo, aunque este no sea remunerado. Como bien se puede imaginar, en ese trabajo no remunerado que se da en hogares y comunidad están sobrerrepresentadas las mujeres.

No podemos, por tanto, considerar la economía de mercado sin este trabajo remunerado y dedicado a la reproducción social que crea valor económico. Es muy injusto ver que mujeres que trabajan de manera remunerada normalmente tiene doble jornada y encima no poseen las mismas condiciones de empleo y salarios que los hombres.

Por todo lo comentado, podemos hablar de la segregación ocupacional por sexo, referida esta a la concentración de las mujeres en un número reducido de ocupaciones, a la existencia de ocupaciones predominantemente femeninas o masculinas y a la primacía de los hombres en las posiciones de poder y jerárquicas al interior de una ocupación.

Bibliografía

Benería, Lourdes (2018). ¿Qué es la economía feminista? Alternativas económicas, (57). https://www.eldiario.es/alternativaseconomicas/economia-feminista_6_760533942.html

Espino, Alba (2010). Economía feminista: enfoques y propuestas. Instituto de economía. http://www.obela.org/system/files/000004019.pdf