HOLA, SOY TU ENDOMETRIOSIS

La URSS, en 1920, contaba con una licencia menstrual que permitía a las mujeres tomarse 3 días de descanso remunerado al mes cuando sufrían de fuertes dolores (De Pablo, 2017).

Otros países como Japón, Taiwán, Indonesia o China, con muchas diferencias entre sí, también contemplan algún tipo de permiso laboral a estos efectos. Así mismo, países como Italia, Argentina o Chile también introdujeron este tema en el Congreso. Pero, ¿es tan importante el debate de la licencia menstrual?

¿Qué supone tener endometriosis?

Si un día te levantas y tienes 39 ºc de fiebre, una fuerte cervicalgia, un virus estomacal o una gripe, lo más probable es que acudas al centro de salud y te den una baja laboral. Pero, sin embargo, ¿qué hay de las mujeres que sufren fuertes dolores de menstruación -dolores que pueden suponer, en muchos casos, incapacitantes- y que, probablemente, no tengan ningún tipo de diagnóstico clínico que dé respuesta a su situación?

El Doctor Fernando Carmona, Jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Clinic de Barcelona, y uno de los autores más reconocidos en esta materia, manifestaba lo siguiente en una entrevista para la Red Iberoamericana de comunicación y divulgación científica – OEI:

«Está mal visto socialmente que la mujer se quede en casa “solo porque tiene la regla”. Tanto los jefes y compañeros (“otra que no aguanta un simple dolor de regla”), como la familia (“a mi también me pasaba”) como la propia paciente (“tengo que dar ejemplo”) minimizan en muchas ocasiones el sufrimiento padecido. Esto hace que las pacientes se sientan incomprendidas y solas en su enfermedad llegando a desarrollar sentimientos de culpa y verdaderas depresiones “por ser incapaces de aguantar” y no poder ir a trabajar o tener relaciones sexuales con su pareja. Es importante escuchar y tranquilizar a las pacientes. No están locas. No son flojas. No son débiles. Solo están enfermas. Es obligación de los médicos y de la sociedad ayudarlas.»

La endometriosis es una enfermedad crónica en la que el endometrio -un tejido que recubre el útero y que tiene como finalidad la de alojar al cigoto en caso de embarazo- crece fuera del él. Se trata de una enfermedad muy frecuente, que afecta en torno al 15% – 20% de las mujeres en España y cuyo diagnóstico puede demorarse hasta 5 y 10 años. Afecta a más de 170 millones de mujeres en todo el mundo pero, sin embargo, sigue siendo una enfermedad silenciada, invisibilizada y estigmatizada, incluso, por la comunidad médica. En España son más de dos millones de mujeres las que lo padecen, sin embargo, aún no se conoce las razones que la originan y los tratamientos, en consecuencia, son meramente sintomáticos en muchos de los casos.

La caza de brujas y cómo la salud no escapa a la omnipresencia del androcentrismo:

La salud, como las demás parcelas de la realidad social y de nuestra cotidianidad, no escapa de las garras del patriarcado y el androcentrismo. Los procesos de salud y enfermedad han sido definidos a través de lo que Simone de Beauvoir denominaba el “tipo humano absoluto”, que es el tipo masculino. Ello por diversas razones:

  1. En primer lugar, cabe recordar lo que en este artículo estuvimos discutiendo: si la respuesta a la pregunta ¿qué vida merece ser vivida? Es la del hombre champiñón, no es raro que todo sea definido y conceptualizado para ese tipo humano absoluto masculino.
  2. En segundo lugar, con la insititucionalización de la disciplina médica, se produce una “expulsión ilegítima” de las mujeres en el campo de la medicina. Aquello que conocemos como “caza de brujas” (García, 2018; Amorós & De Miguel, 2007).

Las brujas vivieron y murieron en la hoguera mucho antes de que apareciera la moderna ciencia médica. La mayor parte de esas mujeres condenadas como brujas eran simplemente sanadoras no profesionales al servicio de la población campesina y su represión marca una de las primeras etapas en la lucha de los hombres para eliminar a las mujeres de la práctica de la medicina.» (Ehrereich, 1981:7)

En consecuencia, aquellas enfermedades que escapaban de esos márgenes (las del tipo masculino) han quedado sistemáticamente relegadas a un segundo plano. Es por ello que las investigaciones que tienen como objeto de análisis la corporeidad femenina, se han cubierto bajo el manto del silencio a lo largo de la historia. En palabras de Barbara Ehreinreich:

«Esa destructiva y temprana exclusión de las mujeres del ejercicio autónomo de la sanación fue un precedente violento y una advertencia para el futuro, que llegaría a convertirse en un tema de nuestra historia. La presente lucha del movimiento feminista en el terreno de la salud de hoy tiene sus raíces en los aquelarres medievales y los responsables del despiadado exterminio de las brujas son los antecesores de nuestros actuales adversarios. «(Ehreinreich, 1981:8)

Además, en el caso que nos ocupa, nos encontramos con un doble problema de diagnóstico y tratamiento; que es fruto, por un lado, de los todavía vigentes estereotipos culturales en torno los cuerpos de las mujeres y, por otro, a la propia barrera financiera a la investigación de patologías propiamente femeninas. La educación y el conocimiento menstrual es, todavía, una asignatura pendiente. Seguimos sin comprender del todo nuestros ciclos vitales y cómo son las repercusiones que tienen éstos sobre nuestros cuerpos; nos sentimos culpables si necesitamos descansar cuando estamos en el periodo menstrual, o cuando nos vemos incapacitadas para desarrollar una jornada laboral con normalidad.

He aquí la relevancia del debate en torno a la licencia menstrual:

Pese a los grandes avances en materia de género en salud, pese a que cada vez hay más mujeres científicas, profesionales de la medicina y en espacios de toma de decisiones, las desigualdades de género en salud aún persisten.  

Muchas mujeres sufren de intensos dolores y viven su cuerpo como una auténtica tortura en cada fase menstrual. Una tortura que se sigue viviendo en silencio, pues está instaurado en el imaginario colectivo que el dolor menstrual “es normal” y “hay que aguantarse”. Tenemos miedo a ser tachadas de exageradas, de débiles o, incluso, de mentirosas. Nada nuevo bajo el sol: la eterna culpabilidad, las eternas justificaciones femeninas y el eterno cuestionamiento de las mujeres.

Quizás, lo que debemos de poner sobre la mesa, es la propia incompatibilidad de la vida en el sistema capitalista. Quizás, hay que empezar a cuestionar toda esa suerte de estructuras económicas que tienen más poder de decisión que el propio poder político, sin presentarse a las elecciones. Es importante que cuestionemos las relaciones culturales, económicas y sociales que rigen un sistema patriarcal que no es capaz de asumir la vulnerabilidad de todo ser humano, para construir uno que ponga en el centro de todo análisis la propia sostenibilidad de la vida.

Que el empleo se ajuste a lo importante: a nuestras vidas.

Muchas de las contradicciones ante el debate de la licencia menstrual giran en torno a la sospecha de que el sector empresarial contrate en menor medida a las mujeres, temerosos del absentismo laboral que podría llegar a provocar este permiso.

Sin embargo, además de que esta cuestión nos remite al eterno debate en torno a la capacidad femenina (pues lo que verdaderamente se discute es si los dolores menstruales pueden resultar incapacitantes para el desarrollo productivo) y de la incapacidad del sistema de asumir las vulnerabilidades inexorables a la propia vida; se trata de una rendición total ante las exigencias del poder económico y sus miedos a que los márgenes de beneficios se reduzcan mínimamente en detrimento de la salud de las mujeres.

Por eso molesta el feminismo, porque hemos venido a ponerlo todo patas arriba. El conocimiento de nuestros cuerpos, históricamente silenciados, es poder. Necesitamos de una organización de los tiempos que respete nuestros cuerpos y nuestros ciclos. Es el trabajo el que debería de ajustarse a los ciclos naturales del cuerpo y no a la inversa.

Si sin mujeres no se mueve el mundo y las mujeres somos cíclicas, que cíclica sea la vida.

REFERENCIAS:

Brecha de género en salud

 

Mujer deprimida

mujer deprimida

Las causas más frecuentes de consulta médica en las mujeres son problemas psicológicos o psicosomáticos: depresión, insomnio, dolor de cabeza, la famosa fibromialgia (un cajón de sastre donde cabe todo), cansancio, ansiedad…. No se ha estudiado si se debe a factores biológicos, factores hormonales o de contexto social. Y no se ha hecho porque la investigacion en problemas médicos de mujeres solo importan para una cosa: el negocio. El negocio de medicalizar la fertilidad,  el embarazo, el parto, la menstruación, la menopausia. Todo tiene sus pruebas médicas, analíticas (en ocasiones tan exahustivas como en la fibromialgia, que solo se diagnóstica si ¡TODO! es normal), programas terapeúticos y medicación. Si, es cierto que algunas cosas son útiles y mejoran la vida de las mujeres. En países del primer mundo como el nuestro es rarísimo que una mujer muera de parto. En gran parte y en los últimos tiempos se ha conseguido humanizar el parto y la crianza, aúnque aún queda mucho, porque la realidad es que los procesos de los que hablamos, siguen siendo procesos vitales normales en una mujer, completamente medicalizados sin ninguna evidencia científica en la mayoría de los casos y con mucha morbilidad en muchos otros. Solo es necesario recordar como el tratamiento de la menopausia sistemático con hormonas, se mantuvo durante muchos años, sabiendo fehacientemente que era peligroso, que inducía cáncer, pero se segúia utilizando. Algo  por  lo que pasan todas las mujeres vivas de cierta edad, no podía despreciarse como negocio que además duraba cada vez más años, según aumentaba la esperanza de vida. ¡Redondo!

Ahora hay ya bastantes publicaciones que refieren como las mamografías indiscriminadas durante unas edades concretas y sin tener en cuenta historias clínicas de riesgo, están produciendo: cancer de mama, intervenciones innecesarias, angustia y sufrimiento cuando es innecesario. ¡En fin! Otro negocio redondo.

Pero queda el sufrimiento real: el psicológico, que en mi opinión tiene una razón social lógica, si se tiene en cuenta simplemente el sistema heteropatriarcal. La situación de una mujer con marido o sin el, pero siempre dedicada a cuidar, siempre menospreciada como persona, con baja autoestima inducida desde niña ¿Como no va a producir patología psicológica? Por no mencionar el duro e incesante trabajo doméstico, cíclico, inacabable, poco apreciado y en muchas ocasiones, duro, cuando se avanza en edad y no disminuye. Pero es muy fácil recetar analgésicos y ansiolíticos, está tirado y mira por donde ¡Es otro negocio! Esta vez de las farmaindustria. Las mujeres se vuelven dependientes en dos o tres semanas a las benzodiacepinas, encima son unas histéricas que precisan medicación y cuando se habituan ni siquiera encuentran alivio. ¡ Mujeres!

Resulta curioso pensar, como va ha evolucionar todo esto, cuando la medicina cada vez más feminidad, quede por completo en manos de mujeres. ¿Seguirán a las ordenes de los hombres que rijan las empresas aseguradoras o farmaindustrias que seguro, estarán dirigidas por hombres? ¿Nos haremos autónomas? Personalmente, dudo mucho que el sistema captialista (de NO libre mercado) permita escapar el negocio. ¡Eso nunca!