Objetivos de Desarrollo Sostenible. Objetivo 8: Trabajo decente y Crecimiento económico.

¿Qué son los objetivos de desarrollo sostenible?

Tal y como quedan definidos en la página web de Naciones Unidas, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) “son un llamado universal a la adopción de medidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad”. Se componen de 17 objetivos que se pusieron en marcha en enero de 2016, orientando las políticas y la financiación del Plan para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) durante los próximos 15 años.

Dichos objetivos conllevan un espíritu de colaboración y pragmatismo para elegir las mejores opciones con el fin de mejorar la vida, de manera sostenible, para las generaciones futuras. Proporcionan orientaciones y metas claras para su adopción por todos los países en conformidad con sus propias prioridades y los desafíos ambientales del mundo en general.

Objetivo 8: Trabajo decente y crecimiento económico

En esta publicación, centraremos nuestro análisis sobre el Objetivo 8 de los ODS, referente al “Trabajo Decente y el Crecimiento Económico”. Para ello, además de conocer en qué consiste el mismo, llevaremos a cabo un estudio con perspectiva de género, destacando aquellos aspectos en los que se tienen en cuenta las preocupaciones y desigualdades existentes por esta razón.

Así, el objetivo que nos ocupa tiene como finalidad “promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos”.

En materia de género, podemos señalar algunos datos bastante relevantes:

  • Los hombres ganan un 12,5% más que las mujeres en 40 de los 45 países de los que se tienen datos.
  • La brecha salarial de género en todo el mundo se sitúa en el 23% y, si no se toman medidas, se necesitarán otros 68 años para lograr la igualdad salarial. La tasa de participación de la mujer en la población activa es del 63%, mientras que la de los hombres es del 94%.
  • A pesar de su creciente presencia en la vida pública, las mujeres se siguen haciendo cargo 2,6 veces más del cuidado de personas no remunerado y del trabajo doméstico que los hombres.
  • Según un estudio reciente de Harvard, la igualdad de género en la fuerza de trabajo podría agregar 28 billones de dólares a la economía global para 2025.

Para hacer frente a estas problemáticas, el Objetivo 8 se concreta en 12 metas que determinan los pasos a seguir, con idea de alcanzar la situación deseada. De todas ellas, las siguientes hacen referencia a la igualdad de género:

8.5. De aquí a 2030, lograr el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todas las mujeres y los hombres, incluidos los jóvenes y las personas con discapacidad, así como la igualdad de remuneración por trabajo de igual valor.

8.8. Proteger los derechos laborales y promover un entorno de trabajo seguro y sin riesgos para todos los trabajadores, incluidos los trabajadores migrantes, en particular las mujeres migrantes y las personas con empleos precarios.

Casos concretos en los que el objetivo se ve materializado

Para finalizar, se considera oportuno mostrar algunos casos concretos en los que se ha alcanzado este objetivo. Dichos casos adquieren un importante matiz didáctico, sirviéndonos de ejemplo sobre cómo pueden materializarse las metas anteriormente comentadas.

  • Construyendo igualdad en alturas

El pueblo de Siksa está ubicado en lo alto de la cordillera del Karakórum, en Pakistán. Aquí mayoría de las familias se dedica a la agricultura y la ganadería, actividades que dependen de las variaciones en el agua del deshielo proveniente de las montañas. Del mismo modo, el agua dulce más cercana está alejada, por lo que construir canales para llevarla hasta el pueblo es demasiado costoso.

Esta escasez de agua afecta profundamente a la vida de las mujeres, pues eran ellas quienes debían ir en su búsqueda. Todas las mañanas se levantaban temprano y salían de sus casas para buscar agua, tarea que les ocupaba toda la jornada. Por ello, además de la fatiga y el tiempo perdido, estas mujeres veían como les era imposible participar en la vida cultural del pueblo (protagonizada por los hombres).

En la actualidad, tras la intervención del PNUD (junto con otras organizaciones y empresas), hay suficiente agua para irrigar las plantaciones y llenar un tanque que puede llevar agua a tierras antes no cultivadas. Hoy cada hogar tiene un área más grande de tierra cultivable y, después de satisfacer sus propias necesidades, puede vender productos en el mercado. Las mujeres no tienen que caminar kilómetros para recolectar agua, y los niños y niñas pueden regresar a la escuela con el agua fresca y limpia que se les proporciona en la puerta de su casa.

  • Mujeres que emprenden entre amigas

La panadería Dost es un pequeño negocio que se abrió en la región del Kurdistán de Iraq en otoño de 2015. “Dost” significa “amigo” en kurdo, y se le dio este nombre porque la empresa es administrada por 10 amigas. Todas ellas son mujeres desplazadas por el Estado Islámico de Iraq y el ISIS, y ahora viven alrededor del campo de la Sharia, cerca de la ciudad de Dohuk.

Después de una ayuda inicial y la capacitación impartida por el PNUD, este grupo de amigas ahora dirigen la panadería solas, y ofrece sus productos a las personas de las comunidades desplazadas. Desde entonces, la empresa ha crecido y está generando oportunidades a otras mujeres para aprender valiosas habilidades y hacer trabajos importantes. Más de 126 familias se benefician directamente del proyecto.

Proyectos como estos ayudan a proporcionar empleo y trabajo decente, así como un sentido de dignidad a las personas que huyen de la guerra y la persecución. También ayudan a aliviar la presión sobre las comunidades locales causadas por la gran afluencia de personas desplazadas.

Muchas de las panaderas de Dost llevan las cicatrices físicas y mentales de la violencia que en algún momento amenazó sus vidas. Para ellas, volver a la normalidad requiere reconstruirse a través del trabajo y un sentido de propósito.

Enlaces:

Ver en Medium.com

https://stories.undp.org/independencia-economica-para-las-mujeres-yazidi

Crecimiento económico

Objetivos y metas de desarrollo sostenible

https://www.undp.org/content/undp/es/home/sustainable-development-goals/goal-8-decent-work-and-economic-growth.html

https://www.undp.org/content/undp/es/home/sustainable-development-goals.html

El origen de la desigualdad radica en la economía de los cuidados

Las mejores condiciones de vida, los avances en investigación y medicina o la mayor cobertura  sanitaria han contribuido a un aumento de la esperanza de vida, en nuestra sociedad. Esta mayor longevidad supone, inevitablemente, un incremento del gasto en servicios sociales, pero también un crecimiento de los cuidados informales, es decir, aquellos que son prestados a las personas dependientes por familiares y no profesionales.

Cuantificando el trabajo de los cuidados, podemos observar que los remunerados constituyen un pequeño apéndice en el sistema público. Esto se debe a que la sociedad sigue apoyándose, mayoritariamente, en los cuidados informales (protagonizados por la mujer). Así, según el estudio “An estimation of the value of informal care to dependent people in Spain” el número total de horas dedicadas por personas cuidadoras no profesionales asciende a 4.193 millones, con un valor estimado de entre 23.065 y 50.160 millones de euros. Estas cantidades suponen entre el 2,1% y el 4,6% del PIB nacional; muy por encima de los recursos que invierte España en su sistema de atención a la dependencia (por debajo del 1% del PIB).

Como decimos, histórica y culturalmente, estos cuidados informales han sido atribuidos al espacio de lo privado y, concretamente, a la mujer: de hecho el perfil predominante de las personas cuidadoras es el de la mujer casada, de entre 40 y 59 años. De este modo, se trata de una labor oculta e invisible hasta hace poco, pero imprescindible para el desarrollo de la economía y la sociedad.

En el momento en que la mujer sale al mercado laboral y comienza a ocupar espacios profesionales, se observa que también debe seguir ocupándose de criar a los hijos y atender a los mayores. Aparece, por tanto, una clara desigualdad en la que se ha acomodado el sistema. En definitiva, podemos decir que el origen de la desigualdad radica en la economía de los cuidados.

Igualmente, cuando la mujer no puede ocuparse de las tareas de cuidados, al trabajar fuera de casa, se contrata a otra persona para desempeñar esta función. En la mayoría de los casos esta persona también es mujer, de mediana edad e inmigrante, con lo que nos encontramos ante un triple factor de desigualdad. De ahí la brecha salarial y que el trabajo de cuidadora esté muy precarizado.

Por otro lado, debemos poner también el foco en los problemas y cargas que sufren las personas cuidadoras como, por ejemplo, el tiempo o la complejidad de tareas. En concreto, 2 de cada 3 apuntan a problemas de salud por esta causa, 6 de cada 10 indican problemas en el ámbito laboral y 4 de cada 5 refieren problemas en el entorno sociofamiliar.

Ante esta situación, el hecho de que organizaciones internacionales como la OIT aporten datos a nivel mundial es muy importante. Así podemos comprender por qué las mujeres trabajan dos y tres veces más a tiempo parcial, ya que el resto del tiempo se dedican a los cuidados. Y todo esto está relacionado con la brecha salarial y las pensiones, pues se trata de un desfase que se va acumulando a lo largo de la vida.

Hay que romper este sistema acomodaticio, de modo que los cuidados no recaigan sobre el ámbito de las familias y que los gobiernos asuman esta situación como un problema de carácter social. Ahí entra el Estado del bienestar y la ley de la dependencia, pero claro, ¿hasta dónde llegan, cuáles son los recursos y cómo se puede hacer efectivo? Este es el gran desafío para que las familias, y sobre todo las mujeres, no sigan teniendo que sostener esta economía de los cuidados.

Enlaces:

https://byzness.elperiodico.com/es/noticias/economicos/20190425/cuidados-personas-dependientes-7423923

https://www.20minutos.es/noticia/3622018/0/comun-unidas-podemos-apuesta-por-economia-basada-cuidados-para-alcanzar-igualdad-trabajo/

https://www.diaridetarragona.com/economia/Dolors-Comas-Es-un-trabajo-invisible-que-economiza-y-ahorra-el-gasto-publico-20190429-0037.html

https://www.diaridetarragona.com/economia/Los-cuidados-informales-a-personas-dependientes-suponen-mas-del-2-del-PIB-20190429-0033.html

https://www.heraldo.es/noticias/economia/2019/04/21/el-corazon-de-la-desigualdad-radica-en-la-economia-de-los-cuidados-que-sigue-oculta-1310518.html

https://www.huffingtonpost.es/entry/podemos-propone-crear-una-vicepresidencia-de-feminismo-y-economia-de-los-cuidados_es_5ca74d65e4b047edf959020f

Brecha de género en el sistema de pensiones español

Quisiera aprovechar este medio para compartir con vosotras una reciente noticia (25 de abril), publicada en el periódico El País (dejo el enlace al final de la publicación). En ella se informa sobre la brecha de género existente en el sistema de pensiones español.

Como sabemos, las mujeres interrumpen sus carreras laborales más frecuentemente y durante más tiempo que los hombres. Esto se debe a dos motivos principales:

  • Mayor prevalencia del desempleo de larga duración frente a los hombres (1,3 mujeres lo sufren por cada hombre).
  • Maternidad y crianza de hijos: la decisión de interrumpir la carrera laboral por estos motivos provoca pérdidas que superan la compensación del 5% por dos hijos, contemplada en la Ley 48/2015, de 29 de octubre, de Presupuestos Generales del Estado para el año 2016.

Estas interrupciones en las carreras laborales de las mujeres se traducen en mayor número e intensidad de las lagunas de cotización, lo que provoca que las carreras de cotización femeninas sean 4,5 años menores que las de los hombres.

De este modo, la desigualdad por cuestión de género, existente en el ámbito laboral, produce efectos negativos sobre la pensión de jubilación de las mujeres. Efectos que el propio sistema intenta contrarrestar mediante acciones positivas como las pensiones no contributivas (65,6% de las mismas recibidas por mujeres), la cobertura de lagunas de cotización para trabajadores asalariados, la compatibilidad de pensiones de jubilación y viudedad o la compensación por número de hijos. Sin embargo, estas medidas no son suficientes para mitigar la desigualdad.

Así, podemos afirmar que el sistema público de pensiones en España gasta menos en mujeres que en hombres (en 2018 las mujeres pensionistas recibieron casi 24.500 millones de euros menos que los hombres). De hecho, la pensión promedio de una mujer en 2018 es de 740,2 euros, frente a los 1.162,3 euros percibidos por el promedio de hombres pensionistas. La diferencia es de 422,2 euros, que se amplía a los 450,1 euros en el caso de las pensiones de jubilación.

Es importante que hablemos de esta brecha de género, pues la percepción de pensiones con menor dotación económica, por parte de las mujeres jubiladas, repercute sobre su capacidad de consumo y, por lo tanto, en su bienestar y en el del conjunto de la economía. Así, el impacto sobre la economía española se estima en 26.900 millones de euros (en términos de Valor Añadido Bruto), lo que representa el 2,2% del PIB de 2018. Igualmente, en cuanto a empleo, la menor capacidad de consumo de las mujeres pensionistas supuso la no creación de 414.600 puestos de trabajo (2,1% del total de ocupados en España en 2018). Y a todo ello, debemos añadir que la menor pensión de las mujeres implica una también menor recaudación fiscal por parte de la Agencia Tributaria (2.422 millones de uros menos ingresados en concepto de IRPF y 2.884 millones de euros en concepto de IVA).

Por otro lado, dado que las mujeres viven más años que los hombres pero con peor salud, deben llevar a cabo un esfuerzo para alargar su esperanza de vida en buena salud. Este esfuerzo (los cuidados en situación de dependencia) se estima en casi 20.000 euros al año, cuando se superan los 80 años de edad, lo que representa entre 2 y 3 veces el importe medio de su pensión. Es por ello por lo que las mujeres tienen mayor necesidad que los hombre de completar su pensión pública por jubilación con otros productos financieros, que les permita afrontar los mayores costes de cuidados, asociados a su longevidad.

Afortunadamente, en la actualidad la brecha de género en las pensiones se viene reduciendo. Esto se debe a que las mujeres se han incorporado masivamente al mercado de trabajo, consiguiendo aumentar sus vidas laborales considerablemente. No obstante, estas siguen siendo casi cinco años más cortas que las de los hombres, lo que provoca que las mujeres sigan generando una pensión menor que las de los hombres.

Enlace de la noticia: https://elpais.com/economia/2019/04/24/finanzas_a_las_9/1556117343_098254.html