Mujer y universidad

Las mujeres somos mayoría en la universidad, suponiendo en el curso 2016/2017, 6 de cada 10 personas graduadas. Por otro lado, las mujeres tienen mejores expedientes, una tasa de idoneidad más elevada, referida al porcentaje de personas que termina el grado en sus cuatro años de duración, ascendiendo a un 41,2% para las mujeres frente al 23,7% de los hombres, y también una tasa de graduación mayor, del 55,3% para ellas frente al 37,1% de ellos, correspondiéndose esta última con el porcentaje de personas que se gradúan en 5 años como máximo.

Resulta contrario a la realidad expuesta, el hecho de que los hombres tengan una menor tasa de desempleo, así como unas remuneraciones más elevadas, traduciéndose dicha cuestión, en la precariedad laboral de las mujeres universitarias, entre las cuales predomina la modalidad de contratación temporal y a tiempo parcial, además de la menor disposición de contratos de carácter indefinido.

Volviendo al ámbito universitario, el hecho de que haya más mujeres entre el alumnado no queda reflejado en el posterior desempeño profesional en este contexto, estando formado el colectivo de personal docente e investigador por un 60% de hombres frente a un 40% de mujeres.

Conforme ascendemos en categoría y, en consecuencia, en responsabilidad, el número de mujeres continúa en descenso, originando que de cada 100 cátedras, sólo 20 estén asumidas por mujeres. Por otro lado, únicamente 4 de las 50 universidades públicas están dirigidas por rectoras y desempeñan también este cargo sólo en 7 de las 26 privadas.

Resulta paradójica esta cuestión en todos los ámbitos que sea analizada, más aún, bajo mi punto de vista, en instituciones que se fundamentan en la consecución de logros basada en cuestiones puramente meritrocráticas, además de estar encargadas de la transmisión de valores igualitarios.

Por ello se considera oportuno y especialmente relevante, trasladar la jerarquía originada en el seno de las aulas, en base a las calificaciones obtenidas por el arduo trabajo del alumnado, en la posterior concordancia en lo que respecta a la posibilidad de disponer de un empleo acorde a ese alto rendimiento, contribuyendo de este modo, al reconocimiento y puesta en valor de la entrega, e incentivando las inversiones destinadas a la obtención de una formación superior.

http://cadenaser.com/ser/2018/03/02/sociedad/1520005123_473823.html

¿Por qué las mujeres son más pobres que los hombres?

La pobreza es multicausal y en ocasiones está motivada por cuestiones estructurales. Es un problema complejo, multidimensional y universal. Las diferencias en base al género, con respecto al reparto del poder económico, constituyen un factor coadyuvante a la pobreza de la mujer. Por ello, la respuesta a la pregunta inicialmente planteada está especialmente condicionada por la desigualdad laboral que experimentan las mujeres. Dicha diferencia está influenciada por diversos factores, entre los cuales destaca que los trabajos que desempeñan están peor remunerados, el hecho de ejercer otros sin remuneración y la desvalorización de las contribuciones que estas realizan en el ámbito doméstico, entre otros.

Con respecto al ejercicio de trabajos con peor salario, según Oxfam Intermón, la brecha salarial a nivel mundial entre hombres y mujeres es del 23%, siendo necesarios, en caso de mantener el ritmo actual, 170 años para cerrarla. En España concretamente, según Eurostat, en noviembre del año 2017 la brecha salarial entre géneros se situaba en el 14.9%. Entre los factores que contribuyen a la existencia y mantenimiento de dicha diferencia se encuentra el hecho de estar los puestos de dirección y control mayormente ocupados por hombres, el desempeño de tareas no remuneradas por parte de las mujeres, el abandono ocasional del mercado laboral, la segregación en las formaciones adquiridas, etc. Por otro lado, las mujeres desempeñan jornadas laborales más largas y ocupan puestos de trabajo más precarios. Todo ello sin omitir que sobre ellas recae el trabajo doméstico no remunerado y las labores de cuidado de menores y personas dependientes.

En base a los datos de la Encuesta de Población Activa relativos al cuarto trimestre del año 2017, la tasa de desempleo de las mujeres en España es del 18%, frente al 15% de los hombres. Con respecto a la tasa de inactividad, en la mujer asciende al 47% del total de mujeres en edad de trabajar, siendo el 35% en los hombres.

Estos condicionantes inciden sobre el fenómeno de la feminización de la pobreza, es decir, sitúan a la mujer en una posición económica desventajosa con respecto al hombre, viéndose esta realidad incrementada progresivamente (Buedo, 2015). Por ello, se puede afirmar que, de todos los factores con incidencia en la pobreza, el que más influye es el género, siendo las mujeres quienes más experimentan la pobreza y la desigualdad.

Buedo, S. (2015). Mujeres y mercado laboral en la actualidad, un análisis desde la perspectiva de género: genéricamente empobrecidas, patriarcalmente desiguales. RES, Revista de Educación Social, 21, 64-83. Recuperado: 22/04/2018 de http://www.eduso.net/res/21/articulo/mujeres-y-mercado-laboral-en-la-actualidad-un-analisis-desde-la-perspectiva-de-genero-genericamente-empobrecidas-patriarcalmente-desiguales

https://www.oxfam.org/es/iguales/por-que-hay-mas-mujeres-que-hombres-pobres-en-el-mundo

http://ec.europa.eu/newsroom/just/document.cfm?doc_id=48113

http://www.publico.es/sociedad/feminizacion-pobreza-principal-causa-pobreza-mujer.html

 

DISCRIMINACIÓN LABORAL DE PERSONAS TRANS

El colectivo trans ha experimentado a lo largo de la historia, numerosas situaciones de discriminación y exclusión. El estudio Características sociodemográficas y ajuste psicológico entre transexuales en España, asegura que un 82% del colectivo ha sufrido algún tipo de agresión física en su vida, un 31% se ha sentido discriminado en su trabajo y un 23% ha intentado suicidarse al menos una vez. Según Guzmán-Parra, Sánchez-Álvarez, de Diego-Otero, Pérez-Costillas, Esteva de Antonio, Navais-Barranco, Castro-Zamudio y Bergeno-Miguel, (2016), estas personas soportan un estrés fuerte como consecuencia de la discriminación, siendo las mujeres trans las que tienen más dificultad en la integración social, al presentar un menor nivel educativo y un mayor desempleo.

Según el informe La homofobia y la discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género en los Estados miembros de la Unión Europea (parte II), realizado en el año 2009, entre el 25% y el 52% de la población activa LGTB sufre acoso laboral, concretamente, en el caso del colectivo de personas transexuales, las cifras de desempleo alcanzan el 55% (Domínguez, García y Hombrados, 2012).

El estudio realizado en el año 2012 sobre la transexualidad en España desde el Departamento de Psicología Social, Antropología Social, Trabajo Social y Servicios Sociales de la Universidad de Málaga, por Domínguez, García y Hombrados, realiza un análisis de la realidad social y de los factores psicosociales asociados, con una muestra de 153 personas, 110 mujeres transexuales y 43 hombres transexuales. Entre sus conclusiones destacan que el nivel educativo de la mayoría de las personas encuestadas es medio-alto, visibilizando su transexualidad durante la etapa educativa el 39.2%, el 33.3% de las personas tienen un nivel de ingresos inferior a 600 euros mensuales y un 15% no alcanza los 300 euros. El nivel de desempleo del colectivo supone un 35.3%, existiendo un 55.9% de personas que señalan haber tenido problemas al hacer su transexualidad pública en el trabajo, siendo numerosas mujeres, según Gagne y Tewksbury (1998, citado por Domínguez, García y Hombrados, 2012), acosadas, humilladas, despedidas o presionadas para que abandonaran su empleo.

Existe una relación directa entre ser trans y sufrir discriminación y exclusión social, además de la invisibilización identitaria que experimentan, desembocando en ocasiones en la prostitución y el mundo del espectáculo como única forma de subsistencia. Estas actividades son ajenas a los cauces institucionales de protección social, así como a la cotización a la Seguridad Social, originando desprotección y ausencia de recursos, ambas acentuadas en la etapa de jubilación (Martín, Ródenas y Villaamil, 2009).

Por todo ello, se torna imprescindible la intervención por parte de los poderes públicos, a fin de remover los obstáculos que inciden sobre el libre desarrollo del colectivo de personas trans en todos los aspectos de sus vidas. La integración social del colectivo se convierte en una prioridad, en la que disponer de un empleo estable posee una gran incidencia sobre su bienestar. Este puede verse incrementado con estrategias que establezcan el acceso al mercado laboral en igualdad de oportunidades, así como a través de la creación de herramientas activas de control frente a situaciones discriminatorias.

¿Qué otras propuestas consideran que deberían impulsarse?

Domínguez, J. M., García, P. y Hombrados, M. I. (2012). Transexualidad en España. Análisis de la realidad social y factores psicosociales asociados. Recuperado: 10/04/2018 de www.felgtb.org/rs/722/d112d6ad-54ec-438b-9358-4483f9e98868/7fb/fd/1/filename/transexualidad-en-espana.doc

Guzmán-Parra, J., Sánchez-Álvarez, N., de Diego-Otero, Y., Pérez-Costillas, L., Esteva de Antonio, I., Navais-Barranco, M., Castro-Zamudio, S. y Bergeno-Miguel, T. (2016). Sociodemographic characteristics and psychological adjustment among transsexuals in Spain. Arch Sex Behah, 45(3), 587-96. doi: 10.1007/s10508-015-0557-6

Martín, L., Ródenas, M. y Villaamil, F. (2009). Necesidades población transexual y homosexual en el municipio de Madrid. Recuperado: 10/04/2018 de http://es.calameo.com/read/00002649767796745ea38