La solución está en las mujeres

En las últimas semanas el debate acerca del retraso en la edad de la jubilación está copando los espacios informativos en televisión, radio y prensa, sin mencionar que es el tema principal de la conversación de un sector mayoritario de los españoles y españolas a los que les afectaría, directa o indirectamente, este hecho.

Para intentar paliar esta “medida” frente a la crisis, los sindicatos proponen una alternativa en la que las mujeres somos las protagonistas. Se expone que con el incremento de la tasa de actividad femenina en un punto cada año, la garantía de las pensiones estaría asegurada.

Si la mayor parte de los trabajadores activos son hombres, serían ellos los que padecieran ese retraso de la jubilación en mayor proporción, en caso de que esa medida llegara a implantarse. Si la mejor solución fuera que sus mujeres empezaran a trabajar en la esfera pública, a ganar dinero, a tener cierta independencia económica, etc., ¿lo aceptarían?

Es hora de que todas aquellas mujeres que lo deseen salgan del ámbito doméstico y se incorporen, de tú a tú, al mundo laboral, en igualdad de condiciones y salario. Hace mucho tiempo, que se decidió que la mujer debía estar confinada al hogar y a sus hijos, mientras que los hombres se erigían como sustentadores de la familia. En mi opinión, ya ha llegado la hora de que los papeles se inviertan o, al menos, se equiparen.

Las mujeres somos necesarias, no solo para salir de la crisis en la que estamos inmersos, sino también para contribuir a un cambio social necesario, para romper con los esquemas y roles tradicionales. Basta ya de príncipes que salvan a doncellas, de dictaduras domésticas y de la asunción de un segundo plano de forma permanente en todos los ámbitos de la vida.

La solución pasa por las mujeres. No se puede avanzar, sin contar con más de la mitad de la población. Los hombres y las mujeres deben luchar en el mismo bando, siendo un grupo compacto y sólido, en pos de unos intereses y unos objetivos comunes. Esa es la única forma de mejorar, de romper con imposiciones vacías de contenido y de dejar atrás la lacra de una inferioridad biológica imaginaria, pero asumida de forma social.

Para hacer que una lámpara esté siempre encendida, no debemos dejar de ponerle aceite” (La Madre Teresa de Calcuta). Todas las mujeres, ya seamos niñas, adolescentes, adultas o ancianas, debemos estar unidas para que la llama que nos guía hacia una sociedad igualitaria de pleno derecho, no se apague nunca y llegue el día en que esa sociedad se haga realidad.