Comercialización de las familias monoparentales

A lo largo de los años, siempre han existido modelos de familia con un solo progenitor adulto al cargo de los descendientes fruto de diversos hechos sociales que, en su mayoría, salvando algunos como la viudedad, estaban condenados. En la época franquista, mientras que una viuda era acogida política y religiosamente en el sistema, una madre soltera era algo desmedido, fuera totalmente de la normalidad, asociado a trastornos, cuando en realidad, comparten un denominador común: la crianza de sus hijos en soledad.

Un factor que ha ayudado al hecho de que se normalice a las familias monoparentales ha sido la lucha constante y la reivindicación bajo la premisa de que todas las familias son válidas. Pero existe otro factor que ha alzado a la fama a este concepto, quizás no tan bueno, y ha sido el análisis y comparación de la realidad de estas familias. Se ha hablado de un mayor índice de exclusión social de los hijos, absentismo escolar y pobreza en el contexto familiar debido a la entrada de un solo sueldo.

Si bien es cierta la necesidad de la regulación de la Ley en este asunto, las familias con una sola madre (en su mayoría), o un solo padre luchan cada día, sin una voz que les envuelva de manera poderosa en su causa, por reclamar ayudas para subsistir y combatir las desigualdades sociales.

En mi opinión, tras analizar este asunto, mi pensamiento ha ido dirigido hacia la siguiente vertiente: muchísimas familias biparentales han crecido en el seno de un contexto familiar donde solo ha colaborado una de las dos partes, madre o padre, y es cierto que, con más dificultades que en una familia donde ser reciben dos sueldos, la familia ha subsistido con éxito sin caer en situación de pobreza o en ninguna forma de marginación social o escolar. Entonces, llego a la conclusión de que alguna vertiente más, ajena a la económica, debe existir para que esto se dé.

No obstante, defiendo que es totalmente imprescindible e inexcusable romper con este limbo jurídico en el que se encuentran, y que estén reconocidas legislativamente ante todos los aspectos con igualdad de derechos que una familia biparental. Para ello, creo que una medida a tomar sería dotar de más renombre y voz a las diferentes asociaciones y fundaciones que luchan por esta labor. El reconocimiento jurídico de este tipo de medidas supondría un enorme avance social y de apertura de mente, ya que, como se dijo en el vídeo, que existan tales índices de familias monoparentales significa que cada vez hay más mujeres libres de elegir su propia vida y elección personal sin tener dependencia de un progenitor.

Por otra parte, se ha demostrado a partir de numerosos estudios, investigaciones y a través de estadística, como uno de cada cuatro jóvenes ha vivido, alguna vez en su vida, en una familia monoparental. Según la investigación longitudinal de Duncan, uno de cada tres nacidos entre 1966 y 1975 ha vivido un tiempo contando solamente con la figura materna. Aunque estos estudios no reflejen la duración temporal, si deja claro que no es algo exclusivo ni puntual, sino que se da mucho más de lo que creemos, por lo que la regulación es todavía más necesaria.

Si bien es cierto que la idea tradicional de madre soltera ha evolucionado, también lo ha hecho el concepto de monoparental, ya que antes se asociaba directamente a la viudedad y actualmente, a los divorcios o a la libre elección personal. Existe un índice mayor que hace referencia al divorcio, por lo que me voy a centrar en esta variable. Creando una visión holística hacia la problemática, creo que este proceso conlleva una serie de procesos que interfieren en la educación del niño mucho más que los económicos (o de manera más directa). En primer lugar, la disolución matrimonial. Es un proceso que afecta tanto a progenitores como a hijos. Con suerte, no suele ser traumático y no interfiere en el contexto personal del hijo, ya que ellos siempre están en medio en este tipo de situaciones. Por otra parte, la separación personal. No es igual la convivencia que lleva a cabo uno mismo cuando falta una persona en el hogar, y por lo tanto, la dedicación al niño tampoco es igual. La mayoría de divorcios ocurren de manera conflictiva en el hogar, ya que se dan debido a un desacuerdo entre las partes, lo cual no favorece a la situación personal del hijo o los hijos, y por supuesto, tampoco a su educación.

En definitiva, existe una vulnerabilidad real hacia este tipo de familias, que, aunque esté cambiando y mejorando en el tiempo, aun arrastra sus connotaciones tradicionalistas con las que nació, lo que nos cuesta bastante en este país de deshacernos. Ante estas dificultades, se debe actuar como un agente de ayuda social a través de la escucha activa y mediando, diseñando planes de actuación y trabajando colaborativamente para ayudas a los hijos/as en todos los ámbitos de su vida, eliminando conductas que puedan darse como la agresividad.

BIBLIOGRAFÍA

Duncan, G., Yeung, J.W. y Rodgers, W. (1994). Les familles monoparentales aux ÉtatsUnis. Dynamique, niveau de vie et conséquences sur le developpement de l’enfant (Population), 6, 1419-1436.

Políticas de Igualdad: Ruanda, 4ª posición en el Foro Económico Mundial 2017

(Bloque III)

La República de Ruanda pasó por un gran proceso de alteración de dominio desde una monarquía tribal Tutsi a un periodo de colonialismo europeo, con la división entre tribus Tutsi y Hutu y el desencadenamiento de un genocidio del pueblo ruandés en 1994, tragedia que – en 100 días – mató a más de 800.000 personas y sumó más de 250.000 chicas y mujeres violadas.

Foto: Milenio

Después del territorio pasar por este profundo sufrimiento con conflictos armados y divisionismo étnico-racial, Ruanda tiene un cambio positivo a través de su constitución de 2003. El país subsahariano aumenta el numero de escaños correspondientes a mujeres en el Parlamento (en la Cámara de Diputados y en el Senado corresponde a las mujeres una participación mínima de 30%, respectivamente) y por la inclusión de derechos económicos para las mujeres. 

Las cuotas de género produjeron grandes cambios políticos y económicos para las mujeres, que participaron activamente en la reconstrucción del país, la resolución de conflictos, la mediación y la reconciliación entre tribus. Al 2016 las mujeres ocupaban el 64% de los parlamentos (país con la mayor proporción de mujeres parlamentarias en el mundo), 40% del gabinete de ministros, 50% de los juzgados y gobernaciones provinciales y 43% de la corte suprema. Lo que fue destruido por los hombres, fue reconstruido por las mujeres, que pasaron a ocupar puestos de liderazgo en ámbitos laborales y sociales.

Nadine Gasman, representante de la ONU Mujeres, agrega otros cambios en Ruanda: “La educación ha incorporado la igualdad de género en sus matrices de formación. Hubo un aumento en el acceso de la población a la atención médica y una caída significativa de la mortalidad infantil. Las mujeres están más presentes en el servicio público y también se han convertido en propietarias de tierras. En amplios sectores, las mujeres han ampliado su participación, ganando voz y poder de decisión que han ayudado al país a reconstituirse en uno de los casos de guerra más trágicos del mundo.” (libre traducción)

Foto: Rede Angola

Otras estrategias políticas para la mejora en la cuestión de género local es la inclusión de la Oficina de Monitoreo de Género, que está encargada de supervisar el cumplimiento de la disposición constitucional, el Ministerio de Género y de Promoción Familiar (MIGEPROFE) y iniciativas con colaboradores locales. Ruanda ocupa puestos altos en el ranking global de informe de género del Foro Económico Mundial hace algunos años, en las posiciones (ranking global): 5 (2016), 4 (2017), 6 (2018) y 7 (2021). 

Los cambios políticos a través de la constitución son parte importante, pero no garantizan la total igualdad de derechos entre mujeres y hombres. También se incluyen organismos internacionales (como Save the Children, Visión Mundial, International Plan y Women for Women) para la promoción de campañas de equidad e igualdad de género y erradicación de la violencia basada en género. El principal reto actual para la integración de estos proyectos en el día a día del país es la carencia del entendimiento de la cultural local para la aplicación de los mismos. El contexto histórico político y emocional sufrido durante la colonización europea y el genocidio, además del social (lengua, tradiciones y religión), hace con que sea necesario un profundo conocimiento de las necesidades comunitarias antes de la incorporación de patrones de conductas sociales ajenas.

Referencias bibliográficas:

Ávila Toro, Pamela Jael. 2018. Cambios en la política hacia las mujeres de Ruanda para la mejora de derechos de género con la participación de organismos internacionales en el periodo 2003-2016. Ecuador.

Foro Económico Mundial. 2016, 2017, 2018 y 2021. The global gender gap report.

Ministerio de Género y de Promoción Familiar de Ruanda. https://www.migeprof.gov.rw/

Sai, Nancy. 2012. Conflict profile: Rwanda. https://www.womensmediacenter.com/women-under-siege/conflicts/rwanda

Vaz, Camila. 2016. Sobre mulheres no parlamento? Sim, Ruanda. O parlamento mais feminino do mundo. https://camilavazvaz.jusbrasil.com.br/artigos/258098523/sobre-mulheres-no-parlamento-sim-ruanda-o-parlamento-mais-feminino-do-mundo

Los curriculum vitae ciegos como medidas para alcanzar la igualdad de género

El curriculum vitae representa uno de los instrumentos más importantes que los individuos tienen para encontrar un trabajo. Las empresas tendrían que utilizarlo para contratar los mejores empleados y empleadas para mejorar su propia competitividad en el mercado laboral. A pesar de todo esto muchas veces pasa que las mujeres, los extranjeros y las personas del colectivo LGBTIQ son discriminadas por razones de sexo, orientación sexual, identidad sexual y nacionalidad.

La primera cosa que se pone en el curriculum vitae es una fotografía de la persona que quiere encontrar un trabajo y después se ponen diferentes datos personales cuales el nombre, los apellidos, el género y la edad. Por eso este proceso tiene muchos problemas a la hora de seleccionar los trabajadores y trabajadoras más adecuados para un empleo como, por ejemplo: algunas empresas no contratan a mujeres que quieren tener hijos, casarse o hacen preguntas personales a la hora de la entrevista de trabajo. Como en todas las cosas hay ventajas y desventajas a la hora de introducir la obligatoriedad de este mecanismo.

Seguramente con un curriculum ciego se podría conseguir con mucha más facilidad una igualdad de oportunidades entre las personas y encontrar el perfil mejor para cada puesto de trabajo sin que los prejuicios y estereotipos puedan influenciar negativamente en la elección de una persona o de otra. Claramente hay también desventajas como, por ejemplo, la posible posponencia de una discriminación a la hora de la entrevista efectiva de trabajo y no en una primera fase de evaluación del curriculum vitae. Además es fácil entender en realidad la edad de la persona debido a un análisis de las experiencias laborales que tiene.

Imagen extraída de: https://bloglaboral.garrigues.com/curriculum-ciego

Ya en algunos países europeos como Francia por ejemplo se empezó con la aprobación en 2006 de una Ley de Igualdad donde se ponía como obligatorio para todas las empresas con más de cincuenta empleados la selección del personal con curriculum anónimo. La única limitación que existe es la falta del reglamento que tenía que desarrollar en concreto la aplicación de esta Ley. Por esa razón muchas pequeñas empresas no han aplicado plenamente todas las prescripciones de la Ley aunque algunas de las empresas más importantes y más grandes lo ha hecho.

En España en 2017 la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, propuso la introducción del curriculum vitae ciego como medida para contratar personal laboral de forma voluntaria para cada empresa. Por eso en los primeros meses después de la propuesta ya 78 empresas se declararon a favor de la introducción de un símil mecanismo que, según Dolors Montserrat, podían eliminar barreras en la contratación para hacer sí que las mujeres puedan estar en una situación de igualdad de oportunidades con otros candidatos. A pesar de todo, esta propuesta no ha sido convertida en una obligación normativa así que la adopción de una medida como el curriculum vitae ciego se ha dejado a la voluntad de cada empresa.

En conclusión para implementar el curriculum vitae ciego sería necesario que las empresas pudiesen sostener un coste elevado para su implantación porque son necesarias herramientas tecnológicas avanzadas. Además es necesario que exista una política de empresa alineada con la lucha contra la discriminación. Por eso esta medida se podría incorporar a los planes de igualdades o como acuerdo entre la empresa y los representantes de los trabajadores.

REFERENCIAS:

Bloque 3: Políticas de igualdad

Antonio Fernández García. “La lucha contra la discriminación en el acceso al empleo mediante el currículum vitae anónimo”. Universitat Oberta de Catalunya (UOC), 2019, pg. 260.

https://www.cerem.es/blog/curriculum-vitae-ciego

https://verne.elpais.com/verne/2018/03/09/articulo/1520609852_111480.html

https://elpais.com/diario/2009/11/05/sociedad/1257375609_850215.html

https://www.lainformacion.com/economia-negocios-y-finanzas/mano-de-obra/empleo/curriculum-apellidos-propuesta-gobierno-garantizar_0_984501968/

https://www.eldiario.es/sociedad/Dolors-Montserrat-curriculum-eliminar-estereotipos_0_683132268.htmlhttps://bloglaboral.garrigues.com/curriculum-ciego

La cara oculta de la libertad: La obligación de elegir.

Ilustración: Vitónica

El deporte dentro del mercado laboral es uno de los sectores que engloba a un gran número de personas empleadas. Dentro de este sector se encuentran las atletas y los atletas; los jugadores y las jugadoras profesionales; las preparadoras y los preparadores físicos, los entrenadores deportivos y las entrenadoras deportivas, entre otros. Varios son los especialistas y profesionales que depositan su confianza en el crecimiento de este sector económico, pero, sobre todo, muchas son las voces que afirman que el empleo femenino dentro del mercado laboral deportivo está aumentando favorablemente. Sin embargo, escasas son las menciones que aluden al motivo por el que muchas deportistas profesionales se ven obligadas a retirarse del deporte y, por ende, a abandonar su verdadera vocación.

En esta ocasión vamos a centramos en el deporte de alto nivel, es decir, aquel que vemos representado en los Juegos Olímpicos. Aunque esta competición se celebre cada cuatro años, las personas deportistas que participan en ella precisan de muchas horas de esfuerzo y sacrificio, ya que el éxito y la permanencia en estos deportes requieren de una dedicación y un entrenamiento constante. Situación que veta a la mujer del mercado laboral deportivo. Como sabemos, en el pasado los roles de género tradicionales, obligaban a las mujeres a ser madres y a realizar las labores domésticas-familiar. No obstante, aunque esa opresión ha quedado atrás, cabe subrayar que las mujeres siguen haciendo frente a las secuelas del pasado y, en la actualidad, no pueden conciliar su vida laboral con la familiar-personal.

De hecho, recientemente, en el periódico “20minutos”, comparecía Ona Carbonell nadadora española y capitana del equipo de natación sincronizada, en dicho comunicado exponía que renunciaba a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 para centrarse en su vida personal y familiar.

“Quiero dedicar más tiempo a mi familia, que siempre está a mi lado, cuidarla como se merece y también ampliarla. Como mujer y deportista, conciliar mi vida profesional con la personal implica asumir decisiones como esta y dejar el deporte a un lado”. (Carbonell, 2019, s/p).

A través de esta intervención, la deportista lamentaba su retirada del deporte. Por consiguiente, analizando las palabras de Ona Carbonell y examinando su situación, podemos llegar a la conclusión de que los roles de género femeninos siguen estando arraigados a la sociedad actual, además, son apoyados por unas inadecuadas políticas de conciliación personal, familiar y laboral, mediante las cuales, las personas afectadas siempre son las mujeres. Tal y como hemos visto en el bloque III de esta asignatura, todavía no se han conseguido generar políticas de conciliación, lo suficientemente eficaces, para conseguir una participación equilibrada entre mujeres y hombres, tanto en la vida familiar como en el mercado de trabajo. En consecuencia, el mercado laboral deportivo es una muestra más de la discriminación que sufre la mujer en el ámbito laboral.

Es cierto que, el deporte es uno de los entornos donde hemos podido apreciar con gran énfasis la discriminación que han sufrido las mujeres, ya que tradicionalmente, estas han sido excluidas de dicho sector por el hecho de no asemejarse con su rol de género. No obstante, esta situación, gracias a la lucha y constancia de las mujeres, está mejorando. Sin embargo, es duro que hoy en día, sigan existiendo testimonios de deportistas que deciden abandonar sus profesiones y sus sueños, sintiéndose obligadas a elegir entre la familia y el empleo por el hecho de ser mujer y, de que no se hayan querido implantar unas políticas de conciliación plenamente igualitarias, las cuales les permitan distribuir el tiempo.

Finalmente, cabe destacar que en esta contribución se ha abordado el sector deportivo, pese a que esta situación se produce en los diversos ámbitos del mercado laboral. Continuamente, vemos a mujeres que abandonan su formación, su carrera profesional o su empleo debido a unas políticas de igualdad de género que no llegan, por tanto, podemos concluir reflexionando sobre la brecha laboral de género que todavía existe, aunque pretenda ocultarse.

  • Referencias Bibliográficas

Carbonell, O. (21 de septiembre de 2019). Ona Carbonell se retira temporalmente y renuncia a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. 20 minutos. Recuperado de https://www.20minutos.es/deportes/noticia/ona-carbonell-retirada-temporada-tokio-2020-familia-3772203/0/

REFLEXIONES DE CONFINAMIENTO (PARTE III) ¿ES LA RENTA BÁSICA UNIVERSAL LA SALIDA DE ESTA CRISIS PARA “LAS DE SIEMPRE”?

Ilustración: Emma Gascó

Si en las anteriores entradas hablamos sobre, por un lado, la posibilidad de salir de esta crisis con la mirada puesta en un modelo diferente, y por otro lado, las nefastas consecuencias que puede acarrear, a una parte importante de la sociedad en general y de las mujeres en particular, el volver a esa situación de “normalidad”, es decir, a la constante crisis y precariedad laboral, en esta entrada vamos a poner sobre la mesa el debate que ha surgido en las últimas semanas sobre la urgente necesidad de una renta básica universal, o incondicional, o vital…o la infinidad de nombres que quieran poner a lo que viene siendo un ingreso que permita a las personas vivir con un mínimo de dignidad y que supondría una auténtica redistribución de la riqueza que generamos entre todas las personas con nuestro trabajo diario, ya sea este retribuido o no. Pero lo que parecía que podría ser el comienzo del planteamiento de este nuevo derecho, está derivando en una prestación social más con sus condiciones, su límite de tiempo y como no, su entramado burocrático que parece no tener fin y que ralentiza y empeora situaciones que requieren de una respuesta urgente, pero tocará esperar para ver en qué se traduce eso que han venido a llamar “puente”, que según los poderes políticos, es el camino hacia la renta básica universal, cuestión defendida dentro del feminismo como mecanismo para la igualdad, aunque no todas las posturas la consideran como tal, por ello vamos a exponer ambas visiones, con la intención de abrir debate en torno a esta controvertida medida.

Para entender de qué hablamos cuando hacemos referencia a una renta básica debemos comenzar por saber identificar de que se trata. Partiendo de la base de las enormes desigualdades e injusticias que están provocando las actuales políticas sociales y económicas, esta renta supondría una transformación hacia un sistema más emancipatorio e igualitario, donde mediante un pago metálico a todas las personas, sin distinción alguna de edad, género, estatus civil o laboral, se configuraría un nuevo derecho de la ciudadanía. Pero no todos los sectores defensores de la misma tienen idéntica percepción de su forma de implantación, pues encontramos, desde quienes hablan de ella como un modo de asegurar la “participación en la sociedad”, hasta un reemplazamiento de los sistemas públicos, desmantelando así nuestro sistema de bienestar (Raventós, 2001).

Y si de percepciones diversas y debates hablamos, en este escenario sobre los pros y contras de la renta básica, el feminismo también tiene mucho que decir, aportando diferentes postulados acerca de, la conveniencia o no para las mujeres, en cuanto a la adopción de esta medida. Dentro de los feminismos encontramos argumentos destacados a favor, como es el caso de la Doctora en Psicología Social Sara Berbel, que considera este tipo de renta “feminista tanto en su planteamiento como en sus efectos”, y en contra, como los expuestos por la Catedrática en Historia Económica Lina Gálvez, que dice de ella que “no sirve para romper las estructuras patriarcales”, y es sobre estos dos postulados sobre los que arrojaremos los siete principios que expone la feminista norteamericana Nancy Fraser, y que recoge a grosso modo el artículo publicado por J. Marcos (2018) en la revista digital Píkara Magazine, para pensar en la equidad de género y en la conveniencia o no de la renta básica:

1º Principio antipobreza: ¿puede la renta básica prevenir y eliminar toda la pobreza? ¿Es suficiente la cuestión monetaria por sí sola?

2º Principio antiexplotación: ¿puede la renta básica aumentar la capacidad de negociación de las personas más vulnerables?

3º Principio de igualdad en el ingreso: ¿sería capaz la renta básica de redistribuir, de manera efectiva, las rentas generadas dentro y fuera del hogar?

4º Principio de igualdad en el tiempo libre: ¿puede la renta básica aumentar la participación de los hombres en las tareas? ¿Se trata de un proceso natural?

5º Principio de igualdad de respeto: Fraser lo traduce como el valor social que se otorga a las diversas actividades, quien provee y quien cuida. ¿Bastaría con no aumentar las asimetrías valorativas del patriarcado?

6º Principio antimarginación: la renta básica promete libertad de decisión, ¿hasta qué punto es real esa libertad individual en la sociedad?

7º Principio antiandrocentrismo: quienes se posicionan en contra de esta renta dicen de ella que no tiene en cuenta las situaciones de opresión específicas de las mujeres, pero ¿otras medidas universales son la panacea?

Con estos siete principios que dan para la reflexión os dejaremos con una pregunta ¿La renta básica universal revierte o perpetúa el patriarcado? Hagan sus apuestas…

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Marcos, J. (2018, febrero 23). Allí donde se cruzan la renta básica y los feminismos. Píkara Magazine. Recuperado 12 abril 2020, de https://www.pikaramagazine.com/2018/02/alli-donde-se-cruzan-la-renta-basica-y-los-feminismos/

Raventós, Daniel. (2001). La Renta Básica. Por una ciudadanía más libre, más igualitaria y más fraterna. Barcelona: Ariel.

¿ES LA TASA ROSA UN FACTOR QUE INCREMENTA LA SITUACIÓN DE VULNERABILIDAD DE LA POBLACIÓN FEMENINA?

Qué es la Tasa Rosa exactamente, según S. Alonso, (2019), es el impuesto que se conoce como el sobreprecio que pagan las mujeres por hacerse con productos y servicios que cuestan menos en su versión masculina. Es decir, según el diario 20Minutos, (2018)  es el precio añadido que se aplica a productos destinados al público femenino a pesar de que sus características sean idénticas a otros destinados al público masculino.

Este aumento de precio tiene que ver con el IVA (Impuesto de Valor Añadido). Este impuesto es indirecto, lo que se traduce como una carga al producto de forma en la que no se tiene en cuenta a quien va dirigido el producto, de esta forma su importe es igual para toda la ciudadanía. En general el IVA es de un 21% (general), pero existen reducciones del mismo según los productos que se consumen, como por ejemplo los productos de higiene femenina como las compresas, tampones, etc. Estos productos tienen un IVA del 10% (reducido), por lo que a estos productos no se les considera de primera necesidad, ya que los productos de primera necesidad tienen un IVA de tipo superreducido del 4%. (ElPaís, 2018)

La Tasa Rosa queda reflejada si se observa la recaudación anual que hace el Estado por estos impuestos, la cual asciende a 18 millones de euros. Pero la bajada de IVA no supone la bajada de precios, aunque si los precios bajasen la economía de las mujeres se vería beneficiada a largo plazo (Castelló, 2020).

Por lo tanto, ¿supone esta tasa una discriminación económica? Personalmente si lo considero así, aunque muchas personas pueden verlo como una oportunidad de beneficio. Desde el marketing consideran que esta tasa tiene que ver con las diferencias de producción, como son el color rosa, las formas curvas de los envases, el uso de palabras como soft, care, confort, estas campañas de marketing hacen uso de los estereotipos ligados al género femenino. Saben que las mujeres son capaces de pagar algo más por productos que se asemejen más a su “personalidad” (Castelló, 2020).

Por todo esto es por lo que lo veo un abuso, es decir, no solo perpetúan los estereotipos del género femenino, sino que crean una demanda de necesidades “falsas” y se aprovechan de que las mujeres pagan más por algo que saben que es exactamente igual al producto masculino, de una forma u otra son campañas vende humo con envoltorio rosa. Y la solución no es solo ser consciente de esta desigualdad y no comprar los productos “rosas”, la solución es que la sociedad comprenda que por el hecho de ser mujer no tengo que pagar más por el mismo producto, que dejen de aprovecharse de esas falsas necesidades creadas en las mujeres.

REFERENCIAS

20Minutos. (2018). ¿Qué es la ‘tasa rosa’?. Recuperado 9 Abril 2020, de https://www.20minutos.es/noticia/3341487/0/que-es-la-tasa-rosa/

Castelló, V. (2020). Tasa rosa: ¿por qué las mujeres pagan más por sus productos personales?. Recuperdo 9 Abril 2020, de https://elpais.com/economia/2020/02/25/actualidad/1582641233_142779.html

ElPaís. (2018). TASA ROSA | ¿En qué consiste? ¿Qué proponen los partidos? | España. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=OAosa2DhxLA

S. Alonso, N. (2019). Tasa rosa, el impuesto que amplía la brecha de género en el súper. Recuperado 9 Abril 2020, de https://www.newtral.es/tasa-rosa-impuesto-encarece-brecha-genero/20191113/

¿Quiénes son las personas que realmente tienen que lidiar con la conciliación? ¿Va más allá del ámbito familiar?

Las políticas de conciliación son siempre objeto de debate en los diferentes convenios de trabajo, aunque siempre se enfocan más al sector femenino o, mejor dicho, feminizado que al masculino o masculinizado. Esto se hace, en mi opinión, porque se entiende que son las mujeres las que tienen que lidiar y conciliar la vida laboral con la vida familiar, se da por hecho que son ellas quienes tiene que organizar su tiempo y su vida laboral para conciliar y lidiar con ambas cosas, liberando así, en gran medida, a los hombres de dicha responsabilidad que parecía que sería compartida.

La conciliación se presupone como algo extralaboral, pues se entiendo como que está fuera del horario laboral y que es algo ajeno a la empresa, algo que se tiene que gestionar aparte. La conciliación es una manera de ofrecer igualdad de oportunidades a hombres y mujeres.

La precariedad y la inestabilidad del mercado laboral hacen que el salario y el mantenimiento del puesto de trabajo, es decir, el mal momento laboral que se vive, es lo que hace que la conciliación y sus políticas pasen a un segundo plano. A su vez, cuando se abarca se hace de manera genérica, no de manera específica ni concreta, no se aborda ni se entiende como problemática social, individual o laboral.

Por otro lado, siempre se entiende la conciliación se asocia siempre a poder compaginar el ámbito laboral con el ámbito familiar, pero no es sólo eso, pues también tenemos dimensiones sociales e individuales, como se indica anteriormente, que siempre se dejan olvidadas en las negociaciones colectivas de los convenios empresariales.

Una las razones por las que la conciliación familiar, en concreto, no se aborde de manera específica y articulada en los convenios laborales puede ser debido a la falta de mujeres en los sindicatos y en las mesas de negociaciones de las empresas, por lo que este tipo de medidas se ven mermadas debido a la falta de representatividad que existe. Es evidente que la mayoría de los problemas de conciliación lo sufren las mujeres y si son los hombres quienes ponen las medidas no serán medidas reales pues ellos no son perceptores reales de dicho problema. Algunos países proponen como alternativas prácticas como el empleo a jornada parcial para tener la manera de estar presente en el trabajo y en el hogar, con la familia. Pero, ¿hasta qué punto son las mujeres las que tienen que sacrificar sus proyecciones laborales por la familia? ¿Y los hombres por qué estamos exentos de dicho esfuerzo o sacrificio? Estas medidas están cargadas de una connotación sexista y machista en lo que a las ocupaciones laborales se refiere y a una división sexual del trabajo.

Una buena propuesta de políticas laborales que abarquen sobre las necesidades de las personas, más allá de lo meramente laboral y profesional, teniendo en cuenta otros aspectos fundamentales de la vida, como el tiempo de ocio. Proponiendo alternativas, a la maternidad, paternidad, crecimiento personal y profesional, continuar con los estudios y demás actividades que permitan un desarrollo personal. Se deben plantear políticas de tiempo.

En España es necesario una modificación de la Ley de conciliación, para que vaya más allá de la maternidad, paternidad. Aunque en los últimos años se han insertado equiparaciones progresivas en dichos permisos y demás mejoras que verán sus frutos con el paso del tipo debido a su reciente incorporación.

Para ellos, como se ha comentado anteriormente, es indispensable que esto se aborde y se tenga en cuenta desde una perspectiva de género, pues así sería una manera de afrontar y proponer soluciones a la realidad de la conciliación, pues son quienes sufren en primera línea dichos problemas.

HOLA, SOY TU ENDOMETRIOSIS

La URSS, en 1920, contaba con una licencia menstrual que permitía a las mujeres tomarse 3 días de descanso remunerado al mes cuando sufrían de fuertes dolores (De Pablo, 2017).

Otros países como Japón, Taiwán, Indonesia o China, con muchas diferencias entre sí, también contemplan algún tipo de permiso laboral a estos efectos. Así mismo, países como Italia, Argentina o Chile también introdujeron este tema en el Congreso. Pero, ¿es tan importante el debate de la licencia menstrual?

¿Qué supone tener endometriosis?

Si un día te levantas y tienes 39 ºc de fiebre, una fuerte cervicalgia, un virus estomacal o una gripe, lo más probable es que acudas al centro de salud y te den una baja laboral. Pero, sin embargo, ¿qué hay de las mujeres que sufren fuertes dolores de menstruación -dolores que pueden suponer, en muchos casos, incapacitantes- y que, probablemente, no tengan ningún tipo de diagnóstico clínico que dé respuesta a su situación?

El Doctor Fernando Carmona, Jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Clinic de Barcelona, y uno de los autores más reconocidos en esta materia, manifestaba lo siguiente en una entrevista para la Red Iberoamericana de comunicación y divulgación científica – OEI:

«Está mal visto socialmente que la mujer se quede en casa “solo porque tiene la regla”. Tanto los jefes y compañeros (“otra que no aguanta un simple dolor de regla”), como la familia (“a mi también me pasaba”) como la propia paciente (“tengo que dar ejemplo”) minimizan en muchas ocasiones el sufrimiento padecido. Esto hace que las pacientes se sientan incomprendidas y solas en su enfermedad llegando a desarrollar sentimientos de culpa y verdaderas depresiones “por ser incapaces de aguantar” y no poder ir a trabajar o tener relaciones sexuales con su pareja. Es importante escuchar y tranquilizar a las pacientes. No están locas. No son flojas. No son débiles. Solo están enfermas. Es obligación de los médicos y de la sociedad ayudarlas.»

La endometriosis es una enfermedad crónica en la que el endometrio -un tejido que recubre el útero y que tiene como finalidad la de alojar al cigoto en caso de embarazo- crece fuera del él. Se trata de una enfermedad muy frecuente, que afecta en torno al 15% – 20% de las mujeres en España y cuyo diagnóstico puede demorarse hasta 5 y 10 años. Afecta a más de 170 millones de mujeres en todo el mundo pero, sin embargo, sigue siendo una enfermedad silenciada, invisibilizada y estigmatizada, incluso, por la comunidad médica. En España son más de dos millones de mujeres las que lo padecen, sin embargo, aún no se conoce las razones que la originan y los tratamientos, en consecuencia, son meramente sintomáticos en muchos de los casos.

La caza de brujas y cómo la salud no escapa a la omnipresencia del androcentrismo:

La salud, como las demás parcelas de la realidad social y de nuestra cotidianidad, no escapa de las garras del patriarcado y el androcentrismo. Los procesos de salud y enfermedad han sido definidos a través de lo que Simone de Beauvoir denominaba el “tipo humano absoluto”, que es el tipo masculino. Ello por diversas razones:

  1. En primer lugar, cabe recordar lo que en este artículo estuvimos discutiendo: si la respuesta a la pregunta ¿qué vida merece ser vivida? Es la del hombre champiñón, no es raro que todo sea definido y conceptualizado para ese tipo humano absoluto masculino.
  2. En segundo lugar, con la insititucionalización de la disciplina médica, se produce una “expulsión ilegítima” de las mujeres en el campo de la medicina. Aquello que conocemos como “caza de brujas” (García, 2018; Amorós & De Miguel, 2007).

Las brujas vivieron y murieron en la hoguera mucho antes de que apareciera la moderna ciencia médica. La mayor parte de esas mujeres condenadas como brujas eran simplemente sanadoras no profesionales al servicio de la población campesina y su represión marca una de las primeras etapas en la lucha de los hombres para eliminar a las mujeres de la práctica de la medicina.» (Ehrereich, 1981:7)

En consecuencia, aquellas enfermedades que escapaban de esos márgenes (las del tipo masculino) han quedado sistemáticamente relegadas a un segundo plano. Es por ello que las investigaciones que tienen como objeto de análisis la corporeidad femenina, se han cubierto bajo el manto del silencio a lo largo de la historia. En palabras de Barbara Ehreinreich:

«Esa destructiva y temprana exclusión de las mujeres del ejercicio autónomo de la sanación fue un precedente violento y una advertencia para el futuro, que llegaría a convertirse en un tema de nuestra historia. La presente lucha del movimiento feminista en el terreno de la salud de hoy tiene sus raíces en los aquelarres medievales y los responsables del despiadado exterminio de las brujas son los antecesores de nuestros actuales adversarios. «(Ehreinreich, 1981:8)

Además, en el caso que nos ocupa, nos encontramos con un doble problema de diagnóstico y tratamiento; que es fruto, por un lado, de los todavía vigentes estereotipos culturales en torno los cuerpos de las mujeres y, por otro, a la propia barrera financiera a la investigación de patologías propiamente femeninas. La educación y el conocimiento menstrual es, todavía, una asignatura pendiente. Seguimos sin comprender del todo nuestros ciclos vitales y cómo son las repercusiones que tienen éstos sobre nuestros cuerpos; nos sentimos culpables si necesitamos descansar cuando estamos en el periodo menstrual, o cuando nos vemos incapacitadas para desarrollar una jornada laboral con normalidad.

He aquí la relevancia del debate en torno a la licencia menstrual:

Pese a los grandes avances en materia de género en salud, pese a que cada vez hay más mujeres científicas, profesionales de la medicina y en espacios de toma de decisiones, las desigualdades de género en salud aún persisten.  

Muchas mujeres sufren de intensos dolores y viven su cuerpo como una auténtica tortura en cada fase menstrual. Una tortura que se sigue viviendo en silencio, pues está instaurado en el imaginario colectivo que el dolor menstrual “es normal” y “hay que aguantarse”. Tenemos miedo a ser tachadas de exageradas, de débiles o, incluso, de mentirosas. Nada nuevo bajo el sol: la eterna culpabilidad, las eternas justificaciones femeninas y el eterno cuestionamiento de las mujeres.

Quizás, lo que debemos de poner sobre la mesa, es la propia incompatibilidad de la vida en el sistema capitalista. Quizás, hay que empezar a cuestionar toda esa suerte de estructuras económicas que tienen más poder de decisión que el propio poder político, sin presentarse a las elecciones. Es importante que cuestionemos las relaciones culturales, económicas y sociales que rigen un sistema patriarcal que no es capaz de asumir la vulnerabilidad de todo ser humano, para construir uno que ponga en el centro de todo análisis la propia sostenibilidad de la vida.

Que el empleo se ajuste a lo importante: a nuestras vidas.

Muchas de las contradicciones ante el debate de la licencia menstrual giran en torno a la sospecha de que el sector empresarial contrate en menor medida a las mujeres, temerosos del absentismo laboral que podría llegar a provocar este permiso.

Sin embargo, además de que esta cuestión nos remite al eterno debate en torno a la capacidad femenina (pues lo que verdaderamente se discute es si los dolores menstruales pueden resultar incapacitantes para el desarrollo productivo) y de la incapacidad del sistema de asumir las vulnerabilidades inexorables a la propia vida; se trata de una rendición total ante las exigencias del poder económico y sus miedos a que los márgenes de beneficios se reduzcan mínimamente en detrimento de la salud de las mujeres.

Por eso molesta el feminismo, porque hemos venido a ponerlo todo patas arriba. El conocimiento de nuestros cuerpos, históricamente silenciados, es poder. Necesitamos de una organización de los tiempos que respete nuestros cuerpos y nuestros ciclos. Es el trabajo el que debería de ajustarse a los ciclos naturales del cuerpo y no a la inversa.

Si sin mujeres no se mueve el mundo y las mujeres somos cíclicas, que cíclica sea la vida.

REFERENCIAS:

¿Qué precio tiene la maternidad?: Ser madre o la vida laboral.

Las mujeres españolas siguen soportando la sobrecarga de roles laborales y familiares, aunque trabajen a jornada completa y convivan en el mismo hogar con su pareja. La mayoría de ellas, además, sigue encontrando obstáculos en su trayectoria profesional por razones de sexo, que en muchos casos tienen que ver con la maternidad, a pesar de estar mejor preparadas. Son los datos recogidos en el estudio «Maternidad y trayectoria profesional», realizado por IESE Business School, en colaboración con Laboratorios Ordesa, que analiza los factores que limitan el pleno desarrollo laboral de las trabajadoras que son madres o pretenden serlo.

Patricia García. ABC.

En la actualidad, ser mujer implica, en muchas ocasiones, renunciar, sacrificarse…  nos educan para ello…

Los roles de género en la sociedad definen cómo se espera que actuemos, hablemos, nos vistamos, nos arreglemos y nos comportemos según nuestro sexo asignado. Por ejemplo, se espera que las mujeres y las niñas se vistan de forma femenina y que sean educadas, complacientes y maternales. A su vez, se espera que los hombres sean fuertes, agresivos e intrépidos.

Cada sociedad, grupo étnico y cultura tiene expectativas en relación con los roles de género, pero estos pueden variar mucho entre un grupo y otro, y también pueden cambiar con el tiempo dentro de la misma sociedad.

«La inserción de la mujer en el mundo laboral se ha producido en España más tarde que en el resto de Europa, pero de forma más intensa y en un periodo de tiempo menor –con un repunte mayor en la década de los noventa—. Y junto a este incremento en la tasa de actividad se está produciendo una fuerte caída de la natalidad.» En los países nórdicos, por el contrario, esta correlación cambia de sentido: hay más mujeres trabajando y además sus tasas de natalidad son mayores.

Hoy en día vivimos polémicas y movimientos sociales que envuelven este tema en una lucha donde la mujer lucha por no perder su identidad como mujer, a la par que lo hace también por seguir creciendo profesionalmente y desmitificar la maternidad.

Ejemplo de esto es la publicación del libro “Madre hay más que una, un relato en primera persona sobre a aventura de la maternidad” (Planeta) escrito por Samanta Villar y presentado el 24 de enero de 2017. Una visión muy alejada de los tópicos sobre lo que significa tener hijos hoy.

A través de este libro, Samanta Villar, periodista y presentadora de 42 años, así como a través de titulares generados de las entrevistas realizadas en torno a él, ha protagonizado un enorme revuelo social, especialmente en los diferentes medios de comunicación y redes sociales. El principal motivo, no es más que poner en entredicho aspectos relacionados con los roles de género de los padres, más concretamente de las mujeres, así como de los estereotipos que la maternidad les supone, a través de afirmaciones como “Tener hijos es perder calidad de vida” o “La maternidad está sobrevalorada”. Para entender un poco el impacto social que este libro y dichas afirmaciones han supuesto, debemos teorizar cómo se establece la identidad de género en nuestra sociedad, especialmente en el caso de las mujeres, y qué idealismos, estándares o estereotipos hay en torno a él.

En primer lugar, y como vamos a poder comprobar a través de este análisis, presentación y/o reflexión, actualmente, debemos decir que continuamos conviviendo en un sistema social sexista, que promueve la dominación del hombre y potencia la sumisión de la mujer, a través del aprendizaje de estereotipos y prejuicios impuestos a uno u otro género, provocando graves consecuencias para ambos sexos, pero con repercusiones más peligrosas para las mujeres, ya que las coloca en una posición de vulnerabilidad para su desarrollo vital.

Quizás Samanta habría tenido mayor aceptación social contando lo estupenda que es la maternidad y lo realizada que se siente en esta nueva etapa de su vida, pues seguramente habrían sido afirmaciones más toleradas, debido a que encajan mejor con el “adiestramiento” social y los valores y/o creencias que lo envuelven.

Cuando alguien rompe los estándares que tenemos establecidos, en este caso el papel de mujer en nuestra sociedad (“madre estupenda, feliz y que puede con todo”), se nos mueven los cimientos de nuestro patriarcado, de nuestro aprendizaje. Miles de usuarios/as en las redes se han sentido ofendidos por las afirmaciones de Samanta e incluso, muchos de ellos han respondido y criticado las mismas, cuestionando el juicio, sentimientos o, incluso, su valía como madre. A través de una búsqueda sencilla por internet en redes como Instagram, Facebook… podemos ver comentarios que protagonizan este linchamiento a la periodista, aclamando: “¿qué tipo de madre es Samanta si dice que ahora no es más feliz por ser madre?”, “¿qué pensarán sus hijos al crecer y leer estas palabras?” o ¿cómo no ha pensado en sus hijos cuando estaba hablando así?

Estas personas no es que estén preocupadas por los hijos de Samanta, sino que actúan de este modo porque están sintiendo como se destruyen o tambalean los relatos que siempre nos han contado sobre la maternidad. Como bien veníamos explicando, durante toda nuestra vida, como niñas, nos cuentan toda una serie de historias y ficciones sobre qué significa ser mujer y cómo hay que serlo, siendo uno de los objetivos finales, ser madre.

Ya desde muy pequeñas, en muchas ocasiones sin haber cumplido el primer año de edad y sin apenas saber hablar, es común, especialmente en esta sociedad de consumismo en la que nos movemos, que en Navidad encontremos bajo nuestro árbol un bebé rosa de juguete con su chupete y complementos. Con tan solo unos meses en el mundo, por el solo hecho de haber nacido con genitales femeninos, quien sabe si por ello, en un futuro, nos identifiquemos con el género femenino al crecer, ya tenemos como primer regalo de Navidad, la carga de la maternidad.

¿Nos habrían regalado el mismo muñeco si hubiésemos nacido con genitales masculinos? Un niño de meses habría tenido bajo el árbol un coche, algo que hiciera música, animales, cosas de acción… porque al final, a los niños se les educa para la acción y a las niñas para el cuidado.

Con todo esto, nos reafirmamos en decir que, desde muy pequeñas, nos educan para asumir que, si somos niñas, seremos también madres en un futuro.  La familia, como institución intencional, nos lo dice regalándonos bebés cuando aún seguimos siendo bebés, o nos lo transmiten a través de los cuentos y películas tradicionales, de princesas, donde además de ser madres, nos inculcan que debemos ser heterosexuales, estar muy enamoradas y ser sumisas. De forma intencional, también nos lo dicen las instituciones escolares, donde se estudia los órganos femeninos con un único objetivo reproductivo, aunque no nos hablen de las limitaciones fisiológicas que, a medida que pasan los años, las mujeres vamos generando en relación con este tema. Los medios de comunicación, también influyen en nuestro enfoque de la maternidad dentro de la construcción del género. Si eres mujer, ves Youtube y tienes entre 25 y 30 años, habrás notado un aumento significativo de anuncios publicitarios relacionados con pruebas de embarazo o fecundación. E indudablemente, los temas de conversación que aparece en el grupo de iguales, comienzan a guardar una estrecha relación: deseos de un trabajo bien remunerado y estable, un domicilio cómodo y familiar, búsqueda de la pareja ideal, “sentar la cabeza”, la educación que reciben los menores, los errores que cometieron nuestros propios padres o, directamente, que el tiempo apremia si se desea ser madre. Sin olvidar, la pregunta de “¿tienes pensado ser madre?” que se vuelve un factor común en entrevistas de trabajo.

Para finalizar el análisis de cómo el libro de Samanta ha resultado un choque social para los estereotipos de género, partiremos en cómo dio comienzo su nuevo programa en la cadena cuatro “Samanta y…”: «Basura, que ascazo das, es una injusticia que mujeres cómo tú sean madres, no te mereces tener hijos, puerca, egocéntrica»…

Con estos insultos arrancaba la presentación de Samanta Villar, en la que recordaba que había tenido que aguantar desde el momento en el que dijo que al ser madre se pierde calidad de vida. «Hace año y medio que soy madre y adoro a mis hijos, pero sigo pensando lo mismo y no me pienso callar», añadía la periodista. Programa con muchas críticas pero a la par enriquecedor para muchas mujeres, donde se inició con un primer capítulo dedicado a la maternidad y contó con numerosos testimonios, a través de los cuales se contempló las dificultades de conciliación de las familias, los sacrificios de muchas mujeres o las críticas que reciben por sus conductas «desnaturalizadas», la posibilidad de elección en cuanto al hecho de ser madre o los diferentes métodos y vías para lograrlo.

Samanta Villar no es la única que ha recibido críticas a través de las redes, Soraya Arnelas, cantante, también fue víctima de comentarios que juzgaban su papel como madre tras una publicación en Instagram, pocos días después de dar a luz, donde se la veía en una imagen saliendo con su pareja a cenar ellos dos solos. Lo cual desató un sinfín de comentarios y críticas. «Mala madre» fue lo más bonito que le llamaron en su propio post simplemente por decidir “separarse”, aunque fuese por unas horas, tan pronto de su hija recién nacida. Soraya intentó tomarse a broma los comentarios.

El origen de todos estos insultos puede estar en la creencia o principio de que la mujer debiera quedarse en casa criando hijos, para no desequilibrar un proceso de la naturaleza, el cual puede estar en riesgo con mujeres empoderadas, que deciden por ellas mismas si quieren o no ser madres, y de qué forma. La realidad es que hoy en día hay muchas mujeres que tienen que decidir entre la maternidad o su carrera profesional, encontrándose verdaderas barreras para compatibilizar ambas. Parece ser que, poco a poco, nos vamos socializando en la idea de que, para sentirte realizada como mujer, tienes que ser madre y, una vez que lo seas, tienes que llevar toda la carga y responsabilidad de la crianza porque, al fin y al cabo, llevas siendo toda tu vida entrenada para ello. Y, precisamente, por estas mentiras que nos han venido contando, Samanta se siente engañada y, como ella, muchas otras mujeres que, aunque con mucha menos repercusión en los medios y sin poder escribir libros sobre ello, afirman que ser madre es muy bonito, pero también muy duro, muy difícil y muy sacrificado.

Con esta actuación, Samanta o Soraya están rompiendo con lo que está preestablecido, con los roles históricamente asumidos y asociados por y para las mujeres y con el mito de que la maternidad es sinónimo de felicidad y realización. Está claro que, para muchas mujeres lo es y que, a pesar de los esfuerzos y sacrificios, para muchas madres todo merece la pena, pero también es necesario hablar de aquellas para las que no, las que ven reducida su calidad de vida y las comodidades de una vida sin grandes responsabilidades, o se ven abrumadas durante la maternidad por diferentes sensaciones que nunca les habían contado. De hecho, el silencio sobre este tema provoca que muchas madres se sientan culpables de lo que sienten.

La única solución ante esto es contar las dos caras de la moneda, sin silenciar ésta, que menos encaja con nuestros estándares históricos o roles preestablecidos. Con ello, conseguiremos que las mujeres puedan tomar decisiones con toda la información encima de la mesa, sin engaños, sin adornos y sin culpas, entendiendo y respetando que la diversidad de vivencias entorno a la maternidad pueden ser enriquecedoras y sin acusar ni machacar a aquellas que no lo viven de la forma que siempre nos lo han contado.

Cierro la reflexión respondiendo a aquellos que se preguntan por el qué se llevarán los hijos de Samanta si el día de mañana leen su libro o las entrevistas que ha realizado. Decirles, que posiblemente verán la realidad que ha vivido su madre, que los quiere, pero que también se atrevió a contar una verdad al mundo que incomoda porque no es aceptada. Lo que se llevarán posiblemente sus hijos, es una imagen de su madre luchando para que las mujeres tengan toda la información que les permitan tomar decisiones conscientes, empoderadas, seguras y sin condicionantes sociales, así como para poder sentir y expresarse libremente, sin miedo ni culpas.

 

REFERENTES

 

Indicadores de discriminación por razón de sexo en el mercado de trabajo.

A través de esta aportación, abro debate a fin de analizar  los principales rasgos discriminatorios que se observan comúnmente en el mercado de trabajo: segregación ocupacional horizontal, segregación ocupacional vertical y diferencias entre los salarios de hombres y mujeres…

En los ámbitos económico, profesional y laboral tradicionalmente se han venido otorgando funciones y papeles distintos a los hombres y a las mujeres. Las teorías, los enfoques y los argumentos utilizados en la valoración del desarrollo económico se centran básicamente en indicadores que analizan la producción de bienes y servicios para el consumo, pero ignoran el trabajo de carácter reproductivo no remunerado (De la Cruz, 1992; Elson, 2000), que ejercen las mujeres en sus familias y comunidades. Este hecho se refleja incluso en los conceptos más amplios de desarrollo que incluyen “el logro de la autoestima, de la dignidad, de la integralidad de todos los sectores y no sólo el
crecimiento del PNB” (De la Cruz, 1992: 253-254). La consecuencia es que las funciones de crianza y cuidado de los hijos y la atención de personas mayores, enfermas o disminuidas no son valoradas y registradas adecuadamente, y no son tomadas en consideración a la hora de adoptar políticas para lograr un desarrollo más justo.

El hecho de no tener en cuenta el trabajo no remunerado que realizan las mujeres origina que “las nociones convencionales acerca del modo en que funcionan las economías ofrecen directrices limitadas para políticas que promuevan la potenciación de las mujeres y los modos de combinar la justicia de género con la justicia económica”. Contemplando la economía desde una perspectiva de género se llega a un análisis distinto de la reestructuración económica: “los indicadores económicos convencionales
pueden indicar que se está progresando, si más y más mujeres se incorporan al trabajo remunerado, y si las reformas económicas (incluyendo la liberalización y la  privatización) producen aumentos en la eficacia económica. Pero pueden oscurecer una transferencia de los costos reales (en el tiempo y en el esfuerzo de las personas) desde el sector público, donde dichos costos se monetizan y aparecen en la cuentas del gobierno, hasta las familias (el “sector doméstico”) donde tales costos no se monetizan y por lo tanto no son visibles. El análisis económico con conciencia de género sugiere la necesidad de una definición más completa de la ‘eficacia’, que dirija la atención más allá
de los costos financieros” (Elson, 2000: 8-9).

A pesar de que las circunstancias de las mujeres han experimentado cambios y éstas han desarrollado comportamientos distintos “no han podido modificar su relación con el Estado en términos de género. En la calle o en el hogar, el Estado las sigue viendo tan sólo como garantes del bienestar familiar, variables intervinientes en la implementación de políticas, no consultadas a la hora del diseño, disciplinadas en el momento de llevarlas a cabo”.

¿QUÉ OPINÁIS AL RESPECTO?

¿QUÉ RASGOS CONSIDERÁIS MÁS LLAMATIVOS EN LA ACTUALIDAD?

En mi opinión, podríamos señalar tres factores como muestra de las diferencias de género en el trabajo: la asignación de tareas basada en el sexo de los trabajadores (división sexual del trabajo), el mayor valor otorgado al trabajo realizado por los hombres en relación al que realizan las mujeres (devaluación de la mujer y de su trabajo que desencadena un diferencial de salarios) y la construcción del género en el trabajo por parte de empresarios y trabajadores.

Las mujeres han cambiado su percepción de sus propios roles como madres y como trabajadoras y se han incorporado al trabajo asalariado en busca de una valoración social y de independencia económica. Sin embargo, en el conjunto de la sociedad no se ha producido una transformación similar. Así, el mercado de trabajo sigue estructurado de acuerdo a la pauta masculina de trabajo a tiempo completo durante toda la vida adulta y la organización socio-económica se mantiene sin cambios significativos durante estas décadas: jornadas laborales, vacaciones escolares, servicios públicos, etc., siguen funcionando bajo el supuesto de que ‘hay alguien en casa’ que cuida de niños, ancianos, enfermos, lo cual se ha traducido en una continua presión sobre el tiempo de las mujeres. Por su parte, los hombres como grupo humano tampoco han respondido a la nueva situación creada y el trabajo familiar y doméstico continúa siendo asumido mayoritariamente por las mujeres.

¿EN QUÉ MEDIDA LOS HOMBRES HAN ASUMIDO EL NUEVO ROL DE LA MUJER DENTRO DEL MERCADO LABORAL? ¿QUÉ OPINÁIS?

Aunque en las últimas décadas se ha producido una transferencia de parte del trabajo de reproducción al sector público y al mercado, una parte importante de dicho trabajo continúa siendo responsabilidad de las mujeres y aparece como esencial para el buen funcionamiento social.

A pesar de las diferencias de participación de trabajos de hombres y mujeres en el mercado laboral y en el trabajo doméstico se observa que las mujeres cada vez son más reacias a interrumpir su carrera profesional por motivos familiares (matrimonio, hijos, etc.), y cuanto más jóvenes son las mujeres se observa que participan en mayor medida en el mercado laboral a cualquier edad. Se observa que los patrones familiares han cambiado, aumentando en gran medida las familias donde trabajan fuera de casa el hombre y la mujer. Este hecho ha motivado que las mujeres en los últimos tiempos hayan ejercido mayor presión para que los hombres compartan el trabajo doméstico. Aún así, las mujeres son las primeras responsables de cuidar a los niños, personas mayores (lo cual representa un problema de tiempo y esfuerzo para compaginar dos trabajos) y suelen ser quienes sacrifican sus empleos en favor de los trabajos de los hombres.

Los hombres y las mujeres trabajan en todos los sectores, pero hay variaciones sistemáticas en la división genérica del trabajo. El trabajo de cuidado no remunerado, el trabajo voluntario y el trabajo informal remunerado y no remunerado tienden a ser realizados mayoritariamente por mujeres (con alta participación de las mujeres en este tipo de empleo), mientras que el trabajo formal remunerado en los sectores privado, público y de ONG tiende a ser realizado mayoritariamente por hombres (con alta participación de hombres en este tipo de empleo).

Las mujeres sólo son mayoría en los servicios personales, y son pequeña minoría en construcción y energía, donde las que trabajan lo hacen en empleos más cualificados y con remuneraciones más próximas a las de los varones que en el conjunto de sectores. Un sector que también destaca por una inferior participación femenina es el de la conducción y medios de transporte.

La proporción de mujeres disminuye a medida que se asciende en la jerarquía piramidal, de modo que su presencia en posiciones de poder y asumiendo responsabilidades laborales es mínima. Esta discriminación vertical se observa tanto si comparamos los porcentajes de varones y mujeres por categoría laboral en un determinado sector, como si se toma en consideración la cantidad de mujeres que, hoy en día, figura entre la población activa, teniendo en cuenta, además su nivel de formación y preparación profesional.

Los hombres que acceden a un trabajo típicamente femenino a menudo llegan a la cumbre a pesar de ser extraños en un ambiente predominantemente femenino. Las mujeres, por otro lado, habitualmente permanecen en los escalones inferiores con independencia de que sus trabajos sean mayoritariamente femeninos o mayoritariamente masculinos. Las mujeres se encuentran con problemas para ascender y para ejercer su autoridad en el trabajo. El denominado “techo de cristal” existe para las mujeres de todas las clases, así como para las minorías de ambos sexos y mucha gente asume que las minorías (y especialmente las mujeres en minoría) son contratadas o ascendidas únicamente para cumplir con determinadas cuotas. A pesar de que parece que las mujeres están en mejores condiciones en el sector público que en el privado, dentro de los gobiernos los hombres tienen tendencia a ocupar los puestos más altos.

La eliminación de la discriminación en los lugares de trabajo es estratégica para combatir la discriminación en cualquier lugar ayudando a superar prejuicios y estereotipos. La igualdad en el empleo es importante para la libertad, dignidad y el bienestar de los individuos. El estrés, la moral baja y la falta de motivación son sentimientos que prevalecen entre los sujetos objeto de discriminación, afectando a su autoestima, reforzando los prejuicios contra dichas personas e influyendo negativamente en su productividad. Eliminar la discriminación también es importante para el funcionamiento eficiente de los mercados de trabajo y la competitividad empresarial, además de permitir expandir y desarrollar el potencial humano de una forma más efectiva. Por último, la exclusión sistemática de determinados grupos del trabajo en condiciones decentes genera serios problemas de pobreza y fragmentación social que comprometen el crecimiento económico.

Las dificultades que encuentran las mujeres para el acceso al mercado laboral y en concreto las barreras que les dificultan la promoción y ascenso a puestos de trabajo de niveles superiores tienen consecuencias importantes. La desigualdad y discriminación en este sentido es injusta y provoca que las mujeres perciban unos salarios inferiores, además de no permitirles ejercer autoridad en el trabajo, lo cual a menudo conlleva la frustración de las mujeres.
Además, la dificultad que encuentran las mujeres para ejercer autoridad también tiene consecuencias importantes: el tener autoridad es imprescindible para realizar el trabajo de forma efectiva y redunda en la satisfacción personal del trabajador. Una posición de autoridad permite a los empleados mostrar su talento de cara a su promoción, del mismo modo que una falta de autoridad de los trabajadores puede hacerles vulnerables al acoso sexual. Por otro lado, al dificultar el acceso de las mujeres (y otros grupos minoritarios) a los puestos de trabajo de las categorías superiores se está excluyendo a personas
potencialmente productivas en base a su sexo (o color).

 

REFERENCIAS:

BARBERÁ HEREDIA, Ester y otros (2012): “Mas allá del techo de cristal”.Revista del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Nº 40, pp. 55-68.

CONSEJO DE LA JUVENTUD DE ESPAÑA (2016): La igualdad de oportunidades y la participación social de las jóvenes. Consejo de la Juventud de España, Madrid.