Políticas de igualdad en las empresas publicitarias

Cabe destacar, en un primer momento, algunas de las leyes a nivel nacional que regulan la publicidad en España como la Ley 34/1988, de 11 de noviembre, la cual realiza un primer esfuerzo por explicitar como una publicidad de carácter ilícito aquella que atenta contra la dignidad de la mujer. Esto se reforzó, además, tras la promulgación de la Ley Orgánica 1/2004 de protección integral contra la violencia de género, gracias a cuya disposición adicional, se amplió el contenido del artículo 3 de la ley de publicidad, que recoge los supuestos de publicidad ilícita y que quedó redactado como sigue:

“Es ilícita: a) La publicidad que atente contra la dignidad de la persona o vulnere los valores y derechos reconocidos en la Constitución, especialmente a los que se refieren sus artículos 14, 18 y 20, apartado 4. Se entenderán incluidos en la previsión anterior los anuncios que presenten a las mujeres de forma vejatoria o discriminatoria, bien utilizando particular y directamente su cuerpo o partes del mismo como mero objeto desvinculado del producto que se pretende promocionar, bien su imagen asociada a comportamientos estereotipados que vulneren los fundamentos de nuestro ordenamiento coadyuvando a generar la violencia a que se refiere la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género”.

Para un adecuado cumplimiento de las leyes que velan por que las empresas cumplan con las leyes, cabe mencionar El Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades (IMIO), que tiene su origen en la suma de dos organismos, el Instituto de la Mujer y la Dirección General para la Igualdad de Oportunidades, que se produjo en 2014 (Ley 15/2014, de 16 de septiembre) para evitar duplicidades en las acciones y representación.  Su función principal es la de promover y fomentar la igualdad de hombres y mujeres, facilitando las condiciones para la participación efectiva de las mujeres en la vida política, cultural, económica y social. Del mismo modo, se impulsan políticas activas para el empleo de las mujeres y se desarrolla la aplicación transversal del principio de igualdad de trato y no discriminación.

En cuanto a las temáticas sobre las que ejerce su acción el IMIO, el objetivo se relacionaría con el desarrollo de una política de carácter integral, capaz de promover la igualdad en los ámbitos más diversos, ejerciendo al mismo tiempo una labor de vigilancia, control y denuncia en materia de situaciones de desigualdad en cualquier ámbito, de promoción del acceso de las mujeres a los espacios de poder y decisión; y de sensibilización y prevención, también en un espectro muy amplio de la sociedad.

Además, el IMIO dispone del Observatorio de la Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres, creado en 2001, encargado de estudiar la situación de la mujer española no solo en el terreno legal, sino también en el educativo, sanitario y sociocultural… y mantiene un sistema actualizado de indicadores con información sobre aspectos básicos de la situación de las españolas en relación con los españoles con el objetivo de realizar acciones más eficaces.

Bibliografía:

https://www.inmujer.gob.es/

Ley 34/1988, de 11 de noviembre, General de Publicidad.

Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.

Ley 15/2014, de 16 de septiembre, de racionalización del Sector Público y otras medidas de reforma administrativa.

La mujer y el mercado laboral

Tal y como lo afirma la Organización Internacional del Trabajo (2018), la tasa de participación de las mujeres, a nivel global, en el mercado de trabajo ha retrocedido de una manera más lenta con respecto a la de los hombres por lo que se aprecia una brecha entre ambos géneros. Esto se debe a que las mujeres poseen menos posibilidades de acceso al mercado de trabajo, siendo ésta de un 48,5 por ciento y la de los hombres un 70 por ciento. Además, se puede observar que existe un mayor número de mujeres desempleadas frente a los hombres, con un 6 por ciento. Asimismo, estos datos se prevén que sigan igual en este 2021.

Resulta interesante destacar el estudio John-Jennifer realizado por la Universidad de Yale en 2012 por Corinne Moss Racusin. En este experimento, para el acceso a un puesto científico en Norteamérica, hicieron dos currículums exactamente idénticos (mismas competencias, misma experiencia previa, mismas cualidades, misma formación, etc.) a los que no le pusieron foto. La única diferencia que había entre ambos era el nombre. Uno era el de John y otro de Jennifer. Se enviaron los dos currículums a un total de sesenta y cuatro científicos y científicas dentro del campo de la física, la química y la biología con la sorpresa de que no eran valorados de la misma manera. El curriculum donde ponía John (que era idéntico al de Jennifer) era mejor valorado tanto por hombres como por mujeres. Aquí se pone en tela de juicio los sesgos de género que repercuten en el trabajo para las mujeres.

Las diferencias reales en el mercado traen, a su vez, consecuencias en la segregación tanto horizontal como vertical. En la primera, existe una división sexual del trabajo no solo en el trabajo en sí sino en las diferentes tareas, masculinizándose unas (lo tecnológico, trabajar con maquinaria, trabajos de fuerza…) y feminizándose otras (de cuidado, de limpieza, de costura…). Esto último tiene su origen muy arraigado atrás en el tiempo porque se trata de tareas que las mujeres siempre habían llevado a cabo en el hogar y como tal, no representa ningún valor en el ámbito laboral.  Asimismo, cuanto más se invierte en tecnología, más se obtiene en producción por lo que está mejor valorado. En las carreras y el ámbito universitario también se refleja teniendo más reconocimiento una en ingeniería que una en educación, por ejemplo. En la segregación vertical, los hombres suelen estar en puestos más altos y las mujeres en los más bajos por lo quepara ellas es más difícil tanto salir de las ocupaciones más precarias (suelo pegajoso) como de acceder a puestos más altos (techo de cristal).

Ante esta situación, tenemos el hecho de que la mujer se encuentra con muchas más dificultades que los hombres para situarse en una posición de bienestar estable y que, además, cuando se encuentran trabajando existen peores condiciones de trabajo como vemos bien reflejado en la brecha salarial (fruto de una problemática social: por quedar embarazada, por una decisión “voluntaria” para dedicarse menos horas al trabajo y más a la casa…) donde los salarios más bajos son los de las mujeres.

Bibliografía

Moss-Racusin, Corinne (2012). Science faculty’s subtle gender biases favor male students. University of Yale.

Organización Internacional del Trabajo (2018). Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Avance global sobre las tendencias del empleo femenino. Ginebra.

Rodríguez Baras, Marina (2017). John o Jennifer: Sesgos de género específicos en el ámbito científico. Universidad Autónoma de Madrid.

Economía circular

Miremos a donde miremos, observamos una economía lineal donde la reutilización no tiene mucha cabida. Ejemplo de ello es el sistema de trabajo de Amazon donde, aquellos paquetes en los que (estando el producto bien) si solo su caja está algo dañada o mojada, se destruyen totalmente sin más. Da igual el contenido que sea y lo que valga.

Del mismo modo, el consumismo que lo envuelve no ayuda en absoluto como ocurre con las campañas de “nueva colección” y de “temporadas” que tanto promocionan las franquicias de tiendas de ropa mundialmente conocidas y donde la ropa de este año ya “no se lleva” (como estándares consumistas) en el siguiente o donde simplemente se tira la camiseta con algún defectillo que podría arreglar cualquier hilo con una aguja.

Las consecuencias y el impacto que un sistema tan consumista trae consigo no solo transciende al ámbito del medio ambiente (que también, y mucho) sino también a la sostenibilidad de la vida humana donde, evidentemente, necesitamos de ciertos elementos que tienen que ser materiales, pero sin olvidarnos del mundo que tenemos alrededor y del que dependemos, resultando necesario su cuidado. Por ello, es de vital importancia que se tienda hacia una economía circular donde se reduzca, se reutilice, se repare, se recicle, etc. Y, en definitiva, que se transformen los valores que rigen la economía actual que tanto nos afecta. Creo que este vídeo lo explica bastante bien:

Esta economía circular debería de aliarse con principios de la economía feminista. Se debería de tener en cuenta una perspectiva de género como elemento que atraviesa a las personas en todos los ámbitos de la vida para que, de esta forma, no se caiga en sesgos producidos por el género donde los mismos planteamientos patriarcales de siempre se impongan en un tema tan importante y global como es la economía. Al igual que, como comentábamos anteriormente, debemos tener en cuenta el cuidado del medio ambiente también debemos prestar atención a las consecuencias que podrían traer en las personas dentro del contexto social en el que nos encontramos inmersos. Con este planteamiento me refiero a que las instituciones y, como siempre, aquellas empresas y organizaciones que decide cómo se mueve el mundo, deberían de llevar a cabo un análisis y una reflexión crítica acerca de dónde invertir el dinero, de qué manera, qué colectivos se verán perjudicados y cuáles beneficiados (siempre buscando un equilibrio entre el conjunto), cómo se ofrece a la población lo que consumir (buscando su forma más saludable), etc. 

La ciudadanía en su conjunto, tanto hombres como mujeres, con el fin de buscar la mejoría de dicha situación (que no deja de ser una mejora para ellos y ellas mismas), tiene que hacer uso de sus derechos y estar en una constante revisión crítica de ello desde su actuación en movimientos activistas hasta el cambio de sus acciones del día a día que no contribuyan a una economía lineal con unos patrones que no tengan en cuenta una perspectiva de género.

Bibliografía:

Carrasco, Cristina (2009). Mujeres, sostenibilidad y deuda social. Revista de Educación, número extraordinario, pp. 169-191.

Carrasco, Cristina (2001). La sostenibilidad de la vida humana: ¿un asunto de mujeres?.  Revista “Mientras Tanto”, Nº 82, pp. 1-27.