ECONOMÍA FEMINISTA: El futuro de una nueva economía

En los últimos años se ha empezado a hablar con más fuerza del término «economía feminista», que se caracteriza por ser capaz de integrar la lucha de las mujeres en el feminismo dentro de las dinámicas que se generan en el mercado económico. Estas dinámicas guardan una estrecha relación con las mujeres, en la medida en la que se generan en los mercados de trabajo procesos excluyentes y discriminatorios sobre las mismas. El sector femenino se enfrenta, aún en nuestros días, a condiciones de trabajo injustas y no acordes a su nivel formativo, donde las mujeres destacan sobre los hombres obteniendo en mayor medida titulaciones universitarias y de estudios superiores.

Entre las características principales en las que se desarrolla el empleo femenino, se encuentran los salarios más bajos que los hombres, «anotando un total de 11.487 euros las mujeres frente a los 17.577 euros de salario medio de los varones, lo que supone una brecha «inédita» en las últimas décadas» (Ortega, 2022).

Por otro lado, la temporalidad también estaría muy relacionada con el empleo femenino, pues la carga que soportan las mujeres en el ámbito doméstico les afecta a la hora de buscar trabajo, especialmente si hay niños/as o personas mayores que requieran de especial atención. Si además de esto, se añade el hecho de que en muchos hogares se sigue presuponiendo que el trabajo del hombres es el principal y el de la mujer un complemento o secundario, no es de extrañar que muchas mujeres renuncien a trabajar fuera del hogar o adapten la búsqueda de trabajo hacia empleos a tiempo parcial. Esta situación a largo plazo va a perjudicar la reincorporación de las mujeres al mercado laboral y ya es observable a través de las cifras, » la diferencia en términos de temporalidad respecto a los hombres se ha multiplicado por diez. Así, si en el último trimestre del 2019 había 27.700 mujeres más en contratación temporal, en el mismo período del 2021 había 272.500 más» (Ortega, 2022).

Por toda esta situación de precariedad que sufren las mujeres en el mundo laboral, la economía feminista plantea apostar por una nueva economía que tenga en cuenta a las mujeres, «una corriente de pensamiento heterodoxo preocupada por visibilizar las dimensiones de género de la dinámica económica y sus implicancias para la vida de las mujeres» (Rodríguez, 2015).

La teoría de la economía feminista ha hecho grandes aportaciones para lograr el reconocimiento de los cuidados no remunerados o invisibles que desarrollan las mujeres de todo el mundo, y que se ha demostrado que son fundamentales para el buen funcionamiento del sistema económico. Ha puesto sobre la mesa la desigualdad en la que esta basado el sistema económico capitalista actual a través de «la noción de «economía del cuidado» que propone, que ha contribuido a actualizar el debate feminista sobre las formas de organización de la reproducción social y a reconocer el impacto de estas en la reproducción de la desigualdad» (Rodríguez, 2015).

En conclusión, el objetivo fundamental de esta teoría económica es ir en contra de la reproducción del capital y de la sociedad consumista que ha creado el capitalismo. Pone el foco en saber identificar y afrontar la desigualdad de género como única forma de lograr una verdadera igualdad socioeconómica. «Pretende la reproducción de la vida. La preocupación no está en la perfecta asignación, sino en la mejor provisión para sostener y reproducir la vida» (Rodríguez, 2015).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Ortega, A. (2022, Febrero 21). La brecha salarial entre mujeres y hombres escala al 34,6 %. La Voz de Galicia. https://bit.ly/3sOkBMb

Rodríguez, C. (2022). Economía feminista y economía del cuidado. Aportes conceptuales para el estudio de la desigualdad. NUEVA SOCIEDAD, 256. https://bit.ly/3Pckh3e

TECHO DE CRISTAL Y BRECHA DE GÉNERO: Dos lastres que soportan las mujeres.

En general, realizando un análisis comparativo entre países, en prácticamente todos ellos nos encontramos con que la situación del empleo femenino sigue una serie de patrones que se repiten. Las condiciones y el acceso al empleo suelen ser más desfavorables para las mujeres que para los hombres, lo que se debe a muchos factores que se relacionan principalmente, aún en pleno siglo XXI, con la vida familiar de las mismas. Atendiendo a la información que ofrecen varios estudios sobre las características del empleo de las mujeres, se ha encontrado una relación entre la variable de la menor actividad laboral femenina y el conflicto que supone la conciliación de la vida laboral por el papel principal asignado a las mujeres en el cuidado de los hijos/as a cargo y en la realización de las tareas domésticas.

Si analizamos la situación laboral de las mujeres atendiendo a los distintos regímenes del bienestar en los que se encuentran inmersos los diversos países, en el modelo nórdico (Dinamarca, Finlandia, Noruega, Islandia y Suecia) existe una mayor igualdad en las relaciones de género y en ellos, el Estado ha asumido mayor responsabilidades en cuanto al trabajo no remunerado que realizan sobre todo mujeres. En estos modelos, «el Estado proporciona apoyo a las familias a través de ayudas familiares, legislaciones favorables a la conciliación de la vida familiar con el trabajo, o servicios públicos directos como guarderías, residencias de ancianos y centros de día, entre otros.» (Lewis, 2000, Borchorst, 2000, Esping-Andersen, 2000). Con todas estas medidas, las mujeres en este régimen del bienestar ostentan una tasa de participación en el mercado laboral mucho más elevada que la media europea.

Por otra parte, en la categoría de los países mediterráneos ( España, Italia, Grecia y Portugal) se da la tendencia contraria, siendo las familias las que asumen en primer lugar los cuidado de sus miembros. Existe en ellos una cultura tradicional que asume como obligación implícita el mantenimiento de la propia familia, lo que supone la menor implicación del Estado en la protección de dichas unidades familiares. Cuentan, además, «con una transformación más reciente en el papel de la mujer en el trabajo familiar, y esto lleva a observar un crecimiento más tardío de las tasas de actividad femeninas que no llegan aún a los niveles medios europeos» (Lewis, 2000, Borchorst, 2000, Esping-Andersen, 2000).

Los lastres más importantes que las mujeres siguen arrastrando en el ámbito laboral a día de hoy son la brecha salarial y el techo de cristal. Se puede definir la brecha salarial de género como «el porcentaje resultante de dividir dos cantidades: la diferencia entre el salario de los hombres y las mujeres, dividida entre el salario de los hombres» (ONU Mujeres,2021). En definitiva, el porcentaje resultante muestra cuanto más de salario cobran los hombres con respecto a las mujeres. Sin embargo, si esta cifra sale negativa, es que las mujeres cobrarían más.

En cuanto al techo de cristal, se define como «una metáfora que hace referencia a las barreras invisibles pero infranqueables que impiden que las minorías y las mujeres asciendan a la cima de la escalera empresarial, independientemente de sus calificaciones o logros” (Samaniego, 2022).

En cifras, «en España hay casi 9,5 millones de mujeres trabajando, según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) por casi 11 millones de hombres» (Samaniego, 2022). A pesar de que las mujeres cuentan con un mayor nivel formativo, esto no se corresponde con lo que ganan ni va acompañado de una mayor presencia en los puestos de responsabilidad. El INE recoge la triste realidad de que tan solo «el 6,1 % de los presidentes de las empresas del Ibex 35 son mujeres. Es decir, tres mujeres han logrado superar ese techo de cristal en las grandes empresas del país» (Samaniego, 2022).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BORCHORST, A. (2000): “Igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres” en VILLOTA de, P. (ed.)
(2000): La política económica desde una perspectiva de género. La individualización de los derechos
sociales y fiscales en la Unión Europea, Alianza, Madrid

ESPING-ANDERSEN, G. (2000): Fundamentos Sociales de las economías postindustriales, Ariel, Barcelona.

LEWIS, J. (2000): “Política familiar y mercado de trabajo: el caso de Gran Bretaña desde una óptica
europea” en MARUANI, M., ROGERAT, C. TORNS, T (dirs. ) (2000): Las nuevas fronteras de la
desigualdad. Hombres y mujeres en el mercado de trabajo, Icaria, Barcelona.

ONU Mujeres (2021). Conoce más sobre brecha salarial: causas, cifras y por qué hay que combatirla. https://bit.ly/38ktNAz

Samaniego, J (2022, Marzo 8). ¿Qué es el “techo de cristal” y por qué aún se combate hoy en día?. WTW. https://bit.ly/3FxVMca

Brecha de género en el trabajo no remunerado y la nueva modalidad de trabajo: El trabajo híbrido

A la hora de satisfacer nuestras necesidades básicas desde que nacemos, la familia juega un papel fundamental y se convierte en pilar clave en nuestro desarrollo, proporcionándonos un hogar y con ello, los recursos materiales, económicos, alimenticios y de cuidado hasta que alcanzamos cierto grado de independencia y podemos ser capaces de obtenerlos por nuestros propios medios. Aunque esto es así en la teoría, cada vez más familias prolongan la etapa de sustento y cuidado, haciéndose cargo del mantenimiento de sus hijos/as más allá de su mayoría de edad. Esta realidad va contra natura y no es una elección que hagan las familias, ya que es algo propio del ciclo de vida de los seres humanos el necesitar en la vida adulta expandirse y salir del hogar familiar para comenzar a crear uno propio y poder desarrollarse como seres independientes de sus progenitores.

Pero son muchos los factores que condicionan y retrasan la salida del hogar de los/las más jóvenes en la actualidad. Principalmente, la mayor exigencia de cualificación, debido al aumento progresivo de población con estudios terciarios y universitarios. Esta situación provoca un desequilibrio en el mercado laboral con una mayor cantidad de mano de obra cualificada y una reducción de los puestos de trabajo para ofrecer. Además, prolonga considerablemente la etapa de estudiantes de estos/estas jóvenes que suelen vivir con sus padres o, en el caso de estudiar fuera de su residencia habitual, sigue siendo responsabilidad implícita de los padres en la mayoría de los casos afrontar estos gastos.

En el régimen del Bienestar en el que se encuentra España se presupone la existencia de un «entramado institucional en el que se combinan recursos legales, materiales y organizativos de sus productores principales: estado, mercado y familia» (Moreno, 2003). Sin embargo, dentro de los regímenes de Bienestar existentes, «España pertenece al mediterráneo, donde la actuación de la familia se constituye como el elemento diferenciador y característico» (Moreno, 2000). De esta forma, no es de extrañar que las familias Españolas se encuentren tan sobrecargadas y se sientan desprotegidas por el Estado.

Esta situación de sobrecarga también tiene brecha de género y recae negativamente sobre las mujeres, que son quienes asumen la mayor parte de las responsabilidades de cuidado y labores de mantenimiento que requieren los hogares. Así lo constata el Instituto Nacional de Estadística, que «en un informe publicado a finales de junio de 2019 sobre conciliación asegura que las mujeres dedican casi el doble de horas a la semana que los hombres a labores no retribuidas, principalmente a tareas domésticas y cuidados de familiares» (Lemos, 2019).

Por otro lado, la pandemia provocada por COVID 19 ha conseguido empeorar esta situación, pues debido a las diversas medidas adoptadas por el gobierno entre las que se incluyen confinamientos, reducción de horas presenciales en los trabajos, aumento del teletrabajo o el cierre de las escuelas, entre otras, «las mujeres y las niñas han absorbido mayoritariamente las necesidades de cuidados creadas por esta pandemia, sacrificando sus empleos y su educación» (Bachelet cit. en Llorente, 2021).

Tras los procesos de vacunación y la diminución de los contagios por COVID, muchas empresas comenzaron a replantearse volver a una situación laboral similar a la que existía previamente y surgió el nuevo término de trabajo híbrido. Podría definirse como «estar en la oficina tres días a la semana, y en casa -o donde quieras- otros dos días, dependiendo mucho del negocio» (Goldin cit. en Llorente, 2021).

Esta modalidad de trabajo que ha surgido como adaptación a la pandemia tiene puntos fuertes y débiles. Como puntos positivos, podría destacarse la posibilidad de realizar las reuniones de empresa a través de medios digitales como Zoom o Skype y evitarse así desplazamientos costosos y difíciles de conciliar con la vida familiar. Esta situación beneficiaría especialmente a las mujeres, ya que «Quien tiene las tareas de cuidado en casa es generalmente la mujer y, si no tiene niños pequeños, a menudo tiene padres a su cargo. El sector de cuidados, que es el no remunerado, tiene una restricción, y el trabajo híbrido, que es en realidad un trabajo remoto, amplía las posibilidades» (Goldin cit. en Llorente, 2021).

Sin embargo, como toda propuesta , también consta de dificultades que a la larga podrían perjudicar más a las mujeres por que «El trabajo híbrido implica movilidad y en esas condiciones, las mujeres se ven mucho más afectadas que los hombres, porque en el fondo el trabajo doméstico y el cuidado aún no se han solucionado» (Hurtado cit. en Llorente, 2021). Al trabajar desde casa, las mujeres deben afrontar una mayor simultaneidad de tareas, como el cuidado de los niños/as , ayudarles con sus tareas de la escuela, preparar la comida u otras labores domésticas. Por lo tanto, esta modalidad no sería tan beneficiosa como parece en un principio y podría a largo plazo aumentar el agotamiento y disminuir la productividad en las mujeres.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Moreno, L. (2000). Ciudadanos precarios. La ‘ultima red’ de protección social, Barcelona,
Ariel.

Moreno, L. (2003). Bienestar mediterráneo y ‘supermujeres’. Revista Española de Sociología 2: 41-56. https://bit.ly/3vVQCn9

Lemos, G. (2019, julio 16). Las españolas dedican el doble de horas que los hombres a trabajos no remunerados. La voz de Galicia. https://bit.ly/3Fwzhob

Llorente, A. (2021, noviembre 11). Trabajo híbrido: «Las mujeres se ven mucho más afectadas que los hombres». BBC Mundo. https://bbc.in/3FsNK4B