Transición hacia el ecofeminismo

El actual sistema económico capitalista y patriarcal promueve un modelo de vida que se sostiene a través de la sobreexplotación de los recursos del planeta y la explotación de los derechos humanos para así poder cumplir su ciclo de producción, distribución y consumo. De la misma manera la cosificación y mercantilización de los cuerpos de las mujeres se consolidan en una sociedad consumista y sus cuerpos son considerados como objetos de oferta y demanda, además este modelo de “desarrollo económico” asigna a las mujeres el rol de la reproducción biológica y de cuidados.

En la misma línea, Alicia Puleo sostiene que el modelo moderno de desarrollo capitalista, basado en la tecnología y la economía, impele de forma insaciable hacia la competitividad y la búsqueda del enriquecimiento sin mesura, lo cual deriva del antiguo deseo de poder patriarcal. Ello desemboca en un modelo que no solo castiga a diversos colectivos en la actualidad, como las mujeres, sino que además lo hace insostenible a largo plazo. La teoría ecofeminista crítica, supone un contrapunto a este modelo capitalista y patriarcal.

La primera vez que aparece el término ecofeminismo es en 1974 con la publicación del libro Feminismo o la muerte de Francoise D´Eaubounne. Ella apuntaba que existía una profunda relación entre la sobrepoblación, la devastación de la naturaleza y la dominación masculina y que para salir de la espiral suicida de producción y consumo de objetos superfluos y efímeros, de la destrucción ambiental y la alienación del tiempo propio, era preciso cuestionar la relación entre los sexos. (Herrera, 2015)

Dentro del ecofeminismo se encuentran dos corrientes: ecofeminismos esencialistas y ecofeminismos constructivistas. Sin embargo, abordaremos el ecofeminismo constructivista. Desde este enfoque, se defiende que la estrecha relación entre mujeres y naturaleza se sustenta en una construcción social. Es la asignación de roles y funciones que originan la división sexual del trabajo, la distribución del poder y la propiedad en las sociedades patriarcales, las que despiertan esa especial conciencia ecológica de las mujeres. Este ecofeminismo denuncia la subordinación de la ecología y las relaciones entre las personas a la economía y su obsesión por el crecimiento. (Herrera, 2015)

Yayo Herrero postula que el ecofeminismo somete a revisión conceptos clave de nuestra cultura: economía, progreso, ciencia… Considera que estas nociones hegemónicas han mostrado su incapacidad para conducir a los pueblos a una vida digna. Por eso es necesario dirigir la vista a un paradigma nuevo que debe inspirarse en las formas de relación practicadas por las mujeres.

En base a la información recabada de los libros que he consultado y la información recogida de otras fuentes mi opinión es que el ecofeminismo promueve transitar hacia la transformación de un modelo económico de desarrollo equitativo y sostenible para todos/as los seres vivos. De la misma manera, ser conscientes que estamos viviendo una crisis ecológica, alimentaria, la actual crisis sanitaria, la crisis del agua, el cambio climático, son los efectos de la economía extractivista. Conscientes de estos efectos el ecofeminismo demanda reestructurar nuestras sociedades, tomando en cuenta la crisis ambiental y a las mujeres como protagonistas de la lucha por la justicia social y climática.

En este sentido las políticas ecofeministas nos interpela a reflexionar y cuestionarnos: ¿es posible sustituir al actual modelo extrativista? ¿bajo qué sistema y principios debería estar organizada la sociedad? ¿Cómo podemos promover una agricultura sostenible basada en justicia ambiental y con justicia de género? ¿Cómo reducir el consumo masivo de lo innecesario? ¿Es posible construir una sociedad integral y sostenible?

Por último, me gustaría compartir un vídeo de Yayo Herrera «Miradas ecofeministas para revertir la guerra contra la vida»

Referencias bibliográficas

PASCUAL, M. (2010). Apuntes sobre ecofeminismo: las mujeres y la tierra, en Decrecimiento. World Watch Nº 30 Hacia el cuaderno de ACSUR.

PULEO, ALICIA (2017) ¿Qué es el ecofeminismo? Disponible en: https://www.iemed.org/observatori/arees-danalisi/arxius-adjunts/quaderns-de-la-mediterrania/qm25/what_is_ecofeminism_Alicia_H_Puleo_QM25_es.pdf

HERRERO, YAYO (2015) Apuntes introductorios sobre el Ecofeminismo. Centro de Documentación Hegoa, Boletín de recursos de información nº43

La importancia de que los Estados ratifiquen el «Convenio de las trabajadoras y los trabajadores domésticos N°189»

Imagen disponible en: https://www.ilo.org/americas/sala-de-prensa/WCMS_498389/lang–es/index.htm

¿Quiénes son las trabajadoras/res domésticos o de cuidados? Este sector sin duda tiene rostro de mujer y esta labor es desempeñada principalmente por mujeres migrantes. Las trabajadoras domésticas realizan funciones desde la limpieza de la casa, el lavado de la ropa, realizar las compras de la despensa y además cumplen la función del cuidado de personas entre otras actividades. Un trabajo que debería ser muy valorado y bien remunerado pero que socialmente se encuentra invisibilizado e infravalorado.

En estas últimas semanas de confinamiento por el COVID-19 muchas de estas trabajadoras domésticas han estado en primera línea trabajando contra el virus puesto que han desempeñado multi-tareas, especialmente aquellas que trabajan con personas mayores que necesitan muchos cuidados y atención. La restricción de no salir de casa y de no visitar familiares ha implicado que estas mujeres trabajen jornadas completas. Del mismo modo, la crisis del coronavirus les incurre tomar medidas más estrictas de cuidados y de limpieza a la hora de ir a realizar las compras con el afán de no contraer el nuevo virus y transmitirlo a las personas que están bajo su cuidado.

La necesidad de hacer visible la contribución de las mujeres y de los hombres a la actividad económica y a las actividades domésticas requiere de información que dé cuenta de su magnitud y características para así abonar los campos del conocimiento, apoyar el diseño, seguimiento y evaluación de las políticas públicas y la toma de decisiones de toda la sociedad. (María Gómez, 2001)

Con esta pequeña reflexión, me gustaría abordar el siguiente punto sobre la importancia que los Estados ratifiquen el Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, N°189 que fue adoptado en junio de 2011 en la Conferencia internacional de la OIT.

Dicho convenio contempla promover las bases normativas para que los países mejoren en sus ordenaciones internas sobre las condiciones de trabajo de las personas que se dedican laboralmente al trabajo doméstico. Entre los derechos fundamentales que reconoce el Convenio figuran la libertad de asociación y la libertad sindical, el reconocimiento efectivo del derecho de negociación colectiva, y una protección efectiva contra toda forma de abuso, acoso y violencia, además de condiciones justas de empleo incluyendo una vivienda digna. Asimismo, se establecen una serie de normas mínimas entre ellas:

  • Derechos básicos de las trabajadoras y los trabajadores domésticos
  • Información sobre los términos y condiciones de empleo.
  • Horas de trabajo.
  • Remuneración: salario mínimo establecido.
  • Seguridad y salud.
  • Seguridad social.
  • Normas relativas a trabajo doméstico infantil: obligación de fijar una edad mínima.
  • Trabajadores y trabajadoras (puertas adentro): condiciones de vida digna que respeten la privacidad.
  • Trabajadoras y trabajadores migrantes: un contrato por escrito en el país de empleo, o una oferta de trabajo escrita, antes de salir de su país.
  • Agencias de empleo privadas.
  • Solución de conflictos y quejas: acceso efectivo a los tribunales u otros mecanismos de solución de conflictos, incluyendo mecanismos de denuncias accesibles estipulado en el Artículo 17.

El convenio Nº 189 define como empleo doméstico “al trabajo realizado para o dentro de un hogar o varios hogares”. Este trabajo puede incluir tareas como limpiar la casa, cocinar, lavar y planchar la ropa, el cuidado de los niños, ancianos o enfermos de una familia, jardinería, vigilancia de la casa, desempeñarse como chofer de la familia, e incluso cuidando los animales domésticos. (C189, 2011)

La Organización Internacional del trabajo está compuesta por 183 países de los cuales solo 29 países han ratificado el convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos. Dentro de la Unión Europea entre los países que han ratificado el C189 se encuentran: Alemania, Bélgica, Italia, Portugal, Finlandia y Suecia.

Hasta la fecha España aún no ha ratificado el Convenio de las trabajadoras y los trabajadores domésticos. A pesar que según la última Encuesta de Población Activa (EPA), el sector del empleo doméstico ocupa a 637.700 personas en España, donde casi la totalidad son mujeres –concretamente el 96% del colectivo- de las que sólo 420.288 están dadas de alta. Además, se trata de un gremio con una fuerte presencia migrante, ya que el 42% de estas trabajadoras tiene nacionalidad extranjera. (Ramos, 2018). Sin duda ratificar significaría avanzar hacia la formalización de este sector y mejorar las condiciones laborales de muchas mujeres que se encuentran trabajando en la precariedad, sin seguridad social y con sueldos bajos.

Por otro lado, cabe reconocer que ratificar este convenio no significa erradicar todos los abusos, discriminaciones y explotaciones laborales que sufre este sector, sin embargo, es un paso para mejorar las normativas nacionales en base a los derechos de las/los trabajadores/as domésticos y de cuidados, y crear políticas públicas que revaloricen y visibilicen esta labor.

Referencias Bibliográficas

C189, (2011) Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, 2011 (núm. 189) Disponible en: https://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=1000:12100:0::NO::P12100_INSTRUMENT_ID:2551460

GÓMEZ LUNA, MARIA EUGENIA (2001) Cuenta Satélite de los Hogares. Valoración del Trabajo Doméstico no Pagado. El caso de México. Santiago de Chile OPS/OMS – FONASA

RAMOS, ANA BELEN (2018) ¿Trabajadoras o esclavas? Radiografía de las empleadas del hogar en España. El independiente. Disponible en: https://www.elindependiente.com/economia/2018/07/13/trabajadoras-esclavas-radiografia-empleadas-hogar/

Mujeres bolivianas y el trabajo informal

Disponible en: https://www.paginasiete.bo/ideas/2019/4/28/la-informalidad-laboral-crece-con-rostro-joven-de-mujer-216226.html

En la actualidad la participación de las mujeres en el trabajo asalariado ha aumentado. No obstante, no todas las mujeres logran incorporarse al trabajo formal por diversas razones entre ellas podemos citar: nivel educativo, edad, clase social, maternidad, etnia, etc. Por otro lado, las brechas de género entre hombre y mujeres generan una distribución desigual a la hora del acceso equitativo en el ámbito laboral y sigue siendo un problema latente en nuestra realidad social.

La carencia de oportunidades de acceso al empleo formal para las mujeres nos instiga a preguntarnos ¿Dónde se encuentran trabajando el sector de mujeres que no han podido incorporarse en el trabajo formal?

En el caso de Bolivia, el 70% de las mujeres trabaja en la informalidad, según un estudio de la ONU (INE,2017).

Por tanto, el trabajo informal forma parte de una alternativa de subsistencia y para muchas mujeres en búsqueda de fuentes de ingresos para cubrir necesidades básicas en sus familias, pero a su vez podría significar una oportunidad de autonomía económica.

En efecto, habría que reflexionar ¿Qué es el trabajo informal? – ¿En qué situación se encuentran las trabajadoras del sector informal? – ¿Forma parte de la agenda política este sector?

Una definición estadística de empleo informal se define como todas aquellas personas ocupadas que por ley o en la práctica, no se encuentran cubiertas por la legislación laboral nacional. Por ej. No tienen seguridad social asociada a su trabajo. (17ª CIET, 2003)

La OIT(2018) menciona que el empleo informal es un concepto basado en el puesto de trabajo y se define en términos de la relación de empleo y las protecciones asociadas con el empleo del trabajador/a. (…) Las mujeres están más expuestas que los hombres al empleo informal en más del 90 por ciento de los países del África Subsahariana, el 89 por ciento de los países de Asia Meridional y casi el 75 por ciento de los países latinoamericanos.

Un estudio realizado por Alianza por la Solidaridad (2019) en Bolivia menciona que La feminización del trabajo informal responde a la relación entre el sistema patriarcal, el sistema capitalista y el sistema colonial, que se asientan desde la estructura de diferenciación y jerarquización de acceso a oportunidades, como la educación, la imposición patriarcal del papel reproductivo y de cuidado, y la falta de empleos dignos para las mujeres, se trata de elementos que conllevan al trabajo informal y a la doble explotación laboral.

En las ciudades de Bolivia, es muy común observar el trabajo informal en las calles, estos se encuentran en todos los sectores desde puestos ambulantes de comida, venta de cosméticos, venta de ropa, artículos de limpieza, carritos ambulantes de frutas, manufactura, transporte, trabajadoras a domicilio, entre otros. Muchas de estas actividades son desempeñadas por mujeres que a su vez realizan estas dinámicas cargadas de sus hijos/as.

Lamentablemente el trabajo informal se caracteriza por ser un sector que ofrece trabajos precarios (eventuales, inestables y con ingresos que muchas veces no cubren las necesidades básicas). En efecto, las mujeres que trabajan en el sector informal no gozan de los beneficios sociales como: seguro médico (lactancia, baja médica en caso de alguna enfermedad o embarazo), vacaciones, subsidios, jubilación, en muchos casos trabajan más de ocho horas por salarios más bajos y además que son más vulnerables a recibir acoso sexual. En el mismo sentido, las trabajadoras están expuestas a temperaturas extremas, riesgos físicos, ruidos y ambiente hostil.

En Bolivia, a pesar de que ha ratificado en los convenios y tratados internacionales sobre los derechos económicos de las mujeres y ha mejorado su marco normativo nacional. Las mujeres aún tienen grandes barreras para acceder al trabajo formal, muchas de ellas se encuentran trabajando en el sector informal en una situación de desprotección, sin acceso a los derechos sociales, con ingresos inestables además que en gran medida deben enfrentarse a varias adversidades como discriminación, precariedad laboral y restricción para vender sus productos en algunos espacios públicos. En definitiva, queda pendiente que en la agenda política se aborde la necesidad de crear políticas públicas con perspectiva de género, pero además se ejecuten y se pueda evaluar el impacto que ha generado en la sociedad. Estos planes, proyectos y programas deben estar focalizados en la protección de las mujeres que trabaja en el sector informal mejorando sus condiciones de trabajo, asimismo la creación de fuentes de empleo en igualdad de trato y oportunidades en condiciones de universalidad y eliminando toda forma de discriminación por razón género.

Referencias bibliográficas

C111 – Convenio sobre la discriminación (empleo y ocupación), 1958 (núm. 111) Disponible en: https://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=NORMLEXPUB:12100:0::NO::P12100_ILO_CODE:C111

INE (2017) Monitoreo de prensa. Bolivia. Disponible en: https://www.ine.gob.bo/index.php/prensa/monitoreo-de-prensa/item/1610-en-bolivia-el-70-de-la-mujeres-trabaja-en-la-informalidad-segun-un-estudio-de-la-onu

OIT (2018) Mujeres y hombres en la economía informal: un panorama estadístico (tercera edición) / Organización Internacional del Trabajo – Ginebra: OIT, 2018. Disponible en: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—dgreports/—dcomm/documents/publication/wcms_635149.pdf

Velasco. J.J. (2019) Seminario Internacional: Nuevas y antiguas formas de informalidad laboral y empleo precario. Disponible en: https://www.cepal.org/sites/default/files/presentations/20190403_5.velasco-oit.pdf