¿Trabajos con rostro de mujer? La brecha de género y el camino a una igualdad salarial.

Que las mujeres en Occidente se han ido incorporado al mercado laboral de una forma exponencial en las últimas décadas es un hecho incuestionable, pero que en dicha incorporación exista la desigualdad y la segregación, son situaciones que están pendientes de resolver.

La situación de las mujeres en el mundo del trabajo ha cambiado, ampliado y evolucionado en varios sentidos. Se ha pasado del trabajo profesional y domestico, al mercado laboral y económico con lo cual incluye también la ocupación, la actividad y el paro.

Lo que también es un hecho ineludible, es que existen nuevas formas de sexismo operativas en el “nuevo” mercado laboral que se concretan en la brecha salarial de genero para trabajos de valor equivalente, el suelo pegajoso, la temporalidad, el techo de cristal y la segregación ocupacional, las políticas publicas para la conciliación laboral y familiar y la feminización del paro que lo complementan.

El sector servicios constituye el sector económico terciario que generó más ocupación en España el pasado 2019. Es este mismo sector también es donde las mujeres tienen mayor presencia. Según la Encuesta de población activa del Instituto Nacional de Estadística cerca de 8 millones de mujeres trabajaban en él. Las ramas donde están mayormente representadas son: la hostelería, el comercio, la enfermería, la enseñanza, los servicios personales, los servicios domésticos, la administración pública y los servicios de empresas, lo cual refuerza el concepto de segregación ocupacional.

Por otro lado, los puestos de niveles superiores se caracterizan por requerir una gran disponibilidad de horario, lo cual no es compatible con la economía de los cuidados que tanto tiempo requiere y que representa la base de la desigualdad entre mujeres y hombres.

Sobre el nivel formativo, mencionaré que el sector servicios muestra un mayor peso de trabajadoras y trabajadores cualificados que el sector industrial y que, aunque las mujeres con estudios universitarios en España suponen el 60% de total de titulados y obtienen mejores resultados académicos, ellos gozan de una mejor inserción laboral.

Lo cual nos lleva a la conclusión de que una formación académica no garantiza a estas mujeres la inserción laboral a la que aspira la gran mayoría de ellas.

Finalmente, vale la pena destacar que las mujeres están sobre representadas en las categorías laborales inferiores peor remuneradas e infra representadas en el tramo superior de salarios, lo que es indicativo de la segregación vertical. Por el contrario, los niveles superiores de las remuneraciones siguen siendo percibidos mayoritariamente por hombres.

Así es como parece más que justificada la perseverancia de diferentes colectivos de mujeres que defienden la economía feminista, que reclama los cambios sociales, económicos y políticos que nos acerquen a la igualdad de género también en el sector servicios que tanta falta hace y que ha quedado más que demostrado durante estos tiempos de pandemia.

Continuaremos en la lucha, pues todavía queda un camino por recorrer.

Bibliografía

INE (2019) Encuesta de Población activa Tercer trimestre 2019.

https://www.ine.es/daco/daco42/daco4211/epa0319.pdf

Agencia EFE (2014) La mujer trabajadora está en el sector servicios y tiene entre 35 y 44 años.

https://www.efe.com/efe/espana/economia/la-mujer-trabajadora-esta-en-el-sector-servicios-y-tiene-entre-35-44-anos/10003-3198565

Las Mujeres en la tecnología y el emprendimiento.

Nos convencieron  de que las mujeres no deberíamos estar  presentes en el emprendimiento y la puesta en marcha de todas las empresas, en especial de las que tenían una base tecnológica (startups). Sin embargo y a lo largo de este tiempo esta situación se ha podido resolver trabajando en fomentar las vocaciones científicas y tecnológicas de las niñas y adolescentes, la visibilización de mujeres referentes, publicitando el trabajo de las que ya se han atrevido a dar el paso, mejorando sus accesos a la financiación de proyectos, facilitando la existencia de redes profesionales para mujeres, entre muchas otras.

Con el paso de los años hemos aprendido que hace falta más que meter a todos en la misma bolsa, pues las mujeres en el mundo del emprendimiento y la tecnología en número no sólo no ha aumentado, si no, que en muchos casos, por las desigualdades evidentes, ha disminuido. Hemos intentado encajar en un modelo creado por una pequeña parte de la población mundial a la cual, sin duda no pertenecemos, en donde se han dedicado cantidad de energía, tiempo, dinero y esfuerzo. El cual no podemos recuperar. Bajo la amenaza de ser juzgadas como «intrusas» en lugares que siempre han sido ocupados por hombres.

Debemos tener presente que para que el emprendimiento sea una verdadera herramienta de empoderamiento económico para las mujeres, hay que mirar desde distintas perspectivas, otros sitios, otras maneras.

Es un modelo puramente hegemónico de emprendimiento, que nos reafirma la idea del éxito y la acumulación de dinero y crecimiento rápido, como el centro de todo, encumbrando el mito de la Meritocracia, desde la perspectiva de que todas y todos partimos desde el mismo lugar  a la hora de emprender y que los que “triunfan” son los que lo hacen mejor.

Ese modelo de emprendimiento no toma en cuenta que las mujeres al día de hoy, seguimos asumiendo (cada vez con más conciencia) mayoritariamente el ámbito de los cuidados o de la organización de los mismos, y de que “nos toca” compatibilizar ese trabajo no remunerado, con todos nuestros proyectos de emprendimiento. He aquí una realidad fulminante y el verdadero problema al que se enfrenta una mujer cuando quiere emprender: La división de género del trabajo no esta contemplada en el mundo del emprendimiento.

Urge encontrar y entrar en acción con otras formas de empoderamiento económicos, necesitamos compatibilizar los modelos de éxito y para eso es vital poner en valor al ámbito de los cuidados de una vez por todas. El autocuidado, el cuido de las hijas e hijos, el cuidado de nuestros mayores, de las personas dependientes.

La vida de una emprendedora siempre se ve en la tesitura de tener que elegir entre asumir dobles jornadas que consisten en trabajo productivo y cuidados o “tercerizarlos” sosteniendo nuestro desarrollo en la precariedad laboral de otras mujeres y contribuyendo, muchas veces de manera inconscientes en perpetuar las desigualdades.

Queremos imaginar y crear fuentes de sostenibilidad económica que aseguren las condiciones materiales en nuestras vidas, pero sin dejarnos la propia vida en el camino. Y que además, contribuyan a crear sistemas empresariales y económicos más justos y sobre todo, más accesibles para todas.

Este cambio no lo podremos generar nosotras solas con nuestras demandas de manera cotidiana y dando la batalla, pues no esta bajo nuestro control.  Se trata de un esfuerzo colectivo de gobiernos, empresas, y sociedad en donde tienen que asumir sus responsabilidades para que lleguemos a una igualdad de oportunidades real para el emprendimiento de todas y todos. El camino es largo, pero alentador.

Bibliografía

Azar, Elena (2019)  El autoempleo pone barreras financieras a las mujeres emprendedoras.

https://www.todostartups.com/emprendedores/el-autoempleo-pone-barreras-financieras-a-las-mujeres-emprendedoras

Pérez, Andrea. (2019) Entrevista a Cristina Carrasco. La economía feminista va más allá de la igualdad de hombres y mujeres.

https://www.eldiario.es/catalunya/economia/Cristina_Carrasco-igualdad-capitalismo-economia_feminista_0_541396500.html

Impacto laboral de la crisis del Coronavirus y sus diferencias entre mujeres y hombres.

Desde el comienzo de la crisis del coronavirus, se ha intentado usar la pandemia como un  argumento más de ataque al feminismo. La celebración de las manifestaciones de 8M ha sido catalogada como “un foco de contagio”. Sin embargo, muchos fueron los eventos celebrados días antes del decreto del estado de alarma sin que hayan aludido a ellos como focos de propagación del virus en la misma medida, ni se haya criticado en la misma forma al Gobierno por permitir celebrarlos.

Esta manipulación del discurso contra el movimiento feminista no es novedad, especialmente desde la  llegada de la denominada “cuarta ola del feminismo”. Durante esta crisis tan significativa como la que estamos viviendo con la COVID 19 , poco se esta analizando las repercusiones de género que esta pandemia tendrá en nuestra sociedad a medio y largo plazo.

Es importante mencionar lo relevante que es la falta de incorporación de la perspectiva de genero en el análisis del impacto que esta crisis esta teniendo en las mujeres en diversos ámbitos, muy en especial en el laboral.

En comparación con crisis económicas y recesiones anteriores, que afectaron a la empleabilidad de hombres con más fuerza que al empleo de las mujeres, esta nueva crisis económica generada por la COVID 19 y la caída del empleo relacionada con las medidas de distanciamiento social, tienen un mayor impacto en los sectores con altas tasas de empleo femenino, como es el sector servicios (restauración, hostelería, educación, el ámbito artístico, cultural y de ocio).

Otras de las medidas que se han tomado durante la pandemia, como el cierre de centro educativos y escuelas, genera también un gran impacto en el equilibrio y conciliación entre la vida familiar y laboral. A pesar de que las mujeres han estado mejor posicionadas para trasladar su empleo al “teletrabajo”, han visto aumentada su carga de trabajo al asumir también las labores de cuidado de menores, en su apoyo en el estudio. Esto, junto con el teletrabajo y el trabajo en casa, hace que las mujeres se encuentren sobresaturadas.

La anhelada conciliación familiar y laboral se ve plenamente como algo que está en la mesa, pero no hay quien se atreva a debatirlo, mucho menos en tiempos de COVID 19.

Ha sido, como lo mencionaba antes, la división sexual del trabajo la que ha legitimado la separación de espacios como los falsos discursos dicotómicos, dando lugar a los antagonismos sexualizados entre los ámbitos público y privado.

El ámbito publico, totalmente masculinizado, dedicado a la producción de bienes, tradicionalmente atribuido a los hombre (cuando todos sabemos que hoy en día, esto ya no es así) y el ámbito privado (arcaicamente feminizado), dedicado a las tareas de reproducción y cuidado de la familia y de la casa, tradicionalmente atribuido a las mujeres, provoca, por tanto, invisibilidad a su problemática. En este momento esa división queda diluida en muchos hogares, como otra fatídica consecuencia de la formula entre confinamiento y teletrabajo.

Bibliografia

Redacción La Vanguardia  (2020) Las mujeres con menores que teletrabajan soportan la mayor parte del estrés del confinamiento. https://www.lavanguardia.com/vida/20200504/48962995216/mujeres-teletrabajo-estres-confinamiento-estudio-coronavirus.html

Instituto de la mujer y para la igualdad de oportunidades  (2012) Usos del tiempo. http://www.inmujer.gob.es/MujerCifras/Conciliacion/UsosdelTiempo.htm