LAS EMPLEADAS DEL HOGAR, UN SECTOR VULNERABLE ¿QUÉ ES DE ELLAS CON LA CRISIS DE COVID-19?

El trabajo y el empleo según plantea la documentación de esta asignatura son dos conceptos muy diferentes; trabajo, actividad humana orientada a la satisfacción de necesidades a través de la producción de bienes y servicios, actividad que puede realizarse en diferentes contextos sociales (Recio, 1997). Y empleo, conjunto de las modalidades de acceso y salida del mercado de trabajo, así como la traducción de la actividad en status sociales (Maruani, 1997).

Estas definiciones se han ido desarrollando con la configuración del capitalismo como sistema económico y social, relacionando el trabajo con la actividad humana, predominantemente masculina, objeto de valoración social y eje de relaciones sociales, proporcionando el mayor valor a la producción la cual está estrechamente relacionada con la esfera pública. El sistema capitalista tiene reservada la esfera privada al otro sector de la población, la mujer. Entendiéndose dentro de esta las actividades relacionadas con el mantenimiento del hogar, actividades que no “merecen” remuneración. Formando así ciertas relaciones de poder, situando al varón en lo alto de la pirámide y a la mujer en la base (De Dios Herrero, 2006).

Este reparto de las esferas da a suponer que el trabajo realizado por la mujer no merece, ni posee ningún tipo de valor social, invisibilizando la realidad. Gracias al trabajo doméstico la esfera pública se mantiene y da sus frutos, sin el trabajo no remunerado de las mujeres la sociedad capitalista no podría desarrollarse de la misma forma, por ello tiene sentido que la mujer este en la base de la pirámide, si se mira desde una perspectiva inversa, la base es la que mantiene los cimientos de toda la pirámide.  

Con la entrada de la crisis de 2008 las esferas públicas y privadas se vieron claramente desdibujadas, convirtiéndose en necesidad el abandono de la mujer de lo privado e incorporándose a lo público. Y como muchas de estas mujeres no poseían ningún tipo de formación, se vieron obligadas a recurrir al trabajo doméstico, pero ahora fuera de su hogar, haciéndolo en el hogar de otras personas. Condicionando este oficio a un oficio precario y mal pagado, situando a la mujer en una posición de vulneración económica.

Y si de por sí, la mujer empleada del hogar representa a uno de los colectivos más empobrecidos y vulnerables que será de ellas y que consecuencias tendrán después de la crisis del Covid-19.

La medida aprobada por el Gobierno consiste en una prestación económica del 70% de su base de cotización y tendrá como tope el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), que actualmente es de 950 euros.

 Pero ¿quién pude solicitar este tipo de prestaciones económicas? Solo a aquellas que estuviesen dadas de alta en la Seguridad Social antes del 14 de marzo de 2020, día en el que se decretó el estado de alarma. Por tanto, las empleadas domésticas que no estuviesen dadas de alta antes del 14 es decir, trabajando pero en situación irregular no tendrán derecho al subsidio (López Trujillo, 2020).

Y ahora, os planteo ¿creéis que todas las trabajadoras del hogar están dadas de alta en la seguridad social?

Muchas de estas mujeres trabajan sin contratos, muchas son incluso inmigrantes, viviendo situaciones casi de “esclavitud” y en estos momentos, muchas se ven en un estado de aún más precariedad, sin seguir siendo reconocidas, sin seguir otorgándoles el valor que su trabajo merece. De una forma u otro continúan siendo invisibilizadas, aunque por primera vez se las considere como un sector que necesita beneficiarse de prestaciones.

REFERENCIAS

De Dios Herrero, M. (2006). El trabajo de las empleadas domésticas: entre lo doméstico (privado) y lo asalariado (público). Recuperada 15 Abril 2020, de http://www.biblioteca.unlpam.edu.ar/pubpdf/aljaba/v10a10dios.pdf

López Trujillo, N. (2020). Derecho a subsidio durante la crisis del coronavirus para las empleadas del hogar: preguntas y respuestas | Newtral. Recuperado 15 Abril 2020, de https://www.newtral.es/derecho-a-subsidio-durante-la-crisis-del-coronavirus-para-las-empleadas-del-hogar-preguntas-y-respuestas/20200401/

¿Quiénes son las personas que realmente tienen que lidiar con la conciliación? ¿Va más allá del ámbito familiar?

Las políticas de conciliación son siempre objeto de debate en los diferentes convenios de trabajo, aunque siempre se enfocan más al sector femenino o, mejor dicho, feminizado que al masculino o masculinizado. Esto se hace, en mi opinión, porque se entiende que son las mujeres las que tienen que lidiar y conciliar la vida laboral con la vida familiar, se da por hecho que son ellas quienes tiene que organizar su tiempo y su vida laboral para conciliar y lidiar con ambas cosas, liberando así, en gran medida, a los hombres de dicha responsabilidad que parecía que sería compartida.

La conciliación se presupone como algo extralaboral, pues se entiendo como que está fuera del horario laboral y que es algo ajeno a la empresa, algo que se tiene que gestionar aparte. La conciliación es una manera de ofrecer igualdad de oportunidades a hombres y mujeres.

La precariedad y la inestabilidad del mercado laboral hacen que el salario y el mantenimiento del puesto de trabajo, es decir, el mal momento laboral que se vive, es lo que hace que la conciliación y sus políticas pasen a un segundo plano. A su vez, cuando se abarca se hace de manera genérica, no de manera específica ni concreta, no se aborda ni se entiende como problemática social, individual o laboral.

Por otro lado, siempre se entiende la conciliación se asocia siempre a poder compaginar el ámbito laboral con el ámbito familiar, pero no es sólo eso, pues también tenemos dimensiones sociales e individuales, como se indica anteriormente, que siempre se dejan olvidadas en las negociaciones colectivas de los convenios empresariales.

Una las razones por las que la conciliación familiar, en concreto, no se aborde de manera específica y articulada en los convenios laborales puede ser debido a la falta de mujeres en los sindicatos y en las mesas de negociaciones de las empresas, por lo que este tipo de medidas se ven mermadas debido a la falta de representatividad que existe. Es evidente que la mayoría de los problemas de conciliación lo sufren las mujeres y si son los hombres quienes ponen las medidas no serán medidas reales pues ellos no son perceptores reales de dicho problema. Algunos países proponen como alternativas prácticas como el empleo a jornada parcial para tener la manera de estar presente en el trabajo y en el hogar, con la familia. Pero, ¿hasta qué punto son las mujeres las que tienen que sacrificar sus proyecciones laborales por la familia? ¿Y los hombres por qué estamos exentos de dicho esfuerzo o sacrificio? Estas medidas están cargadas de una connotación sexista y machista en lo que a las ocupaciones laborales se refiere y a una división sexual del trabajo.

Una buena propuesta de políticas laborales que abarquen sobre las necesidades de las personas, más allá de lo meramente laboral y profesional, teniendo en cuenta otros aspectos fundamentales de la vida, como el tiempo de ocio. Proponiendo alternativas, a la maternidad, paternidad, crecimiento personal y profesional, continuar con los estudios y demás actividades que permitan un desarrollo personal. Se deben plantear políticas de tiempo.

En España es necesario una modificación de la Ley de conciliación, para que vaya más allá de la maternidad, paternidad. Aunque en los últimos años se han insertado equiparaciones progresivas en dichos permisos y demás mejoras que verán sus frutos con el paso del tipo debido a su reciente incorporación.

Para ellos, como se ha comentado anteriormente, es indispensable que esto se aborde y se tenga en cuenta desde una perspectiva de género, pues así sería una manera de afrontar y proponer soluciones a la realidad de la conciliación, pues son quienes sufren en primera línea dichos problemas.

¿Qué importancia le damos al trabajo doméstico?

A continuación, se va a comentar como se tiene en consideración valoración el desempeño del trabajo doméstico no remunerados desempeñado por mujeres, evidentemente, en México.

Es por ello, por lo que dichas actividades que desempeñaban dentro del hogar y eran actividades domésticas no pagadas, que no recibían remuneración o pago alguno. Cuando hace referencia al trabajo doméstico no pagado se refiere a que aquellas actividades o tareas domésticas que se realizan dentro del hogar son desempeñadas por algún miembro de hogar, es decir, de las personas que viven allí, atendiendo sus propias necesidades y las de quienes convivan con dicha persona. Es evidente que estas actividades las llevan a cabo, en su amplia y gran mayoría, las mujeres.

Estas actividades domésticas, no están estipuladas su remuneración como cualquier otra actividades remunerada de producción de mercado. Por ejemplo, según nos expone dicho artículo, es fácil identificar o marcar el precio de un producto cuando tiene un valor de producción. Si un par de zapatos valen 10 pesos, 20 pares de zapatos valen 200 pesos. Pero cuando se ofrecen servicios la cosa se vuelve más compleja, pues es muy complicado identificar dicho valor de producción. La alternativa que se utiliza es la medición de la cantidad de tiempo dedicado a realizar la actividad, en el caso del ámbito doméstico al tiempo que se dedica en realizar dichas labores domésticas.

Es importante incidir en que la responsabilidad de llevar a cabo dichas tareas del hogar está desempañada por su inmensa mayoría por mujeres, tanto las que reciben remuneración por ello, como las que no porque desempeñan dicha actividad en sus propios hogares.

La inclusión del trabajo doméstico no remunerado en el Producto Interior Bruto (PIB) sería una subida del mismo, pues su aportación económica, en datos del estudio, sería de unos 519 mil millones de pesos, es decir, un 20% del Producto Interior Bruto (PIB) tradicional.

Es necesario un reconocimiento social para el sector servicios del trabajo doméstico, es muy importante. Pero esto no se conseguirá hasta que no tengan también el reconocimiento económico que merece, pues si no tiene la remuneración adecuada o necesaria no adquiere ese valor o reconocimiento.

A su vez, la falta de reconocimiento que reciben las mujeres al desempeñar dichas funciones de trabajo doméstico no hace más que agravar las situaciones de desigualdades y desventajas entre hombres y mujeres. Si ya se daban en plano o ámbito político y social, así como en el económico por diferencias salariales y de derechos, es un incentivo negativa más el hecho de que haya actividades laborales que las mujeres realizan y que no tienen, ni siquiera el reconocimiento económico o salarial adecuado, en el caso de que lo tuviera.

La infografía que se adjunta, representa con datos como es la situación vivida en México, el desempeño que las mujeres y lo hombres dedican al mantenimiento del hogar. La desigualdad que existe en el número de horas que hombres y mujeres desempeñan a dichas actividades no es más que un reflejo del machismo y el sistema patriarcal que está tan asentado en la sociedad.

Agua y Vida (2018). Trabajo Doméstico y de Cuidados [Infografía]. Recuperado de https://aguayvida.org.mx/infografia-trabajo-domestico-y-de-cuidados/

No eres tú, es el sistema: crisis de cuidados y conflicto capital-vida

Mi día, como el de muchas, empieza a las seis o siete de la mañana y no acaba hasta las doce o la una de la madrugada. Durante todo ese amplio intervalo de tiempo conjugo, como puedo, dos, tres y hasta cuatro jornadas: Voy a trabajar, estudio un poco, voy a alguna que otra reunión, pongo alguna lavadora, la tiendo o recojo; e  intento proveer mi despensa para no morir de sobredosis de comida rápida. Fin de la(s) jornada(s). Estado vital: estresada. ¿Te suena?

Pues no, no eres tú, es el sistema.Tu frustración y tu cansancio forma parte de aquello a lo que las economistas feministas han llamado “crisis de cuidados” y que no es más que la manifestación expresa de la dificultad que tenemos, la mayoría de las personas, para cuidar y ser cuidadas y, porqué no, para el  auto-cuidado.

Pero, ¿qué es eso de la economía feminista?

La economía feminista es una escuela de pensamiento económico crítica, dentro de la cual se distinguen diferentes corrientes. Siguiendo a Amaia  Pérez Orozco, en términos prácticos, podríamos decir que es una propuesta de cambio de mirada, que nos apela a plantear la pregunta raíz que debe responder cualquier sistema económico, político y social. Esto es: ¿qué vida merece ser vivida?

En este sentido, la respuesta del capitalismo parece ser  bastante clara: la vida que merece ser vivida es la del homo economicus, o como esta feminista denomina; la del hombre champiñón, pues parece aparecer y desaparecer del centro de trabajo, como por arte de magia, sin necesidad de cuidar o ser cuidado. Pero, cabe pararse y reflexionar sobre este punto:  ¿es la vida, realmente, una experiencia de autosuficiencia como se apunta desde el capitalismo? ¿Podemos vivir sin necesidad de ser cuidadas? ¿Existe realmente este hombre champiñón?

Si  algo podríamos  afirmar con amplio consenso, es que la vida es insegura, incertera, peligrosa y vulnerable. La vida solo puede ser si se cuida. Toda persona necesita de cuidados en algún momento de su vida -como mínimo durante la niñez y la vejez; así como cuando atravesamos procesos de enfermedad-. Y, para que podamos desarrollar nuestras tareas en el ámbito laboral, debemos de haber realizado previamente una serie de tareas imprescindibles (como lavar la ropa, cocinar y alimentarnos, mantener nuestros hogares limpios y habitables, o cuidar de las personas en situación de dependencia). Luego, ¿por qué el paradigma económico obvia toda esta parte fundamental del proceso de producción, que tiene lugar fuera de él, en  “el lado oculto del sistema”, y que es imprescindible para la propia sostenibilidad y reproducción de la vida?

Desde la economía feminista se defiende que todos estos procesos que se desarrollan en el lado oculto del sistema, que posibilitan y sostienen la vida, y que producen bienestar físico y emocional; también son trabajo. Un trabajo que se desarrolla en los subsuelos del sistema capitalista, sin coste económico alguno. Un trabajo devaluado, que no genera derechos laborales, que no tiene salario, ni vacaciones, ni bajas por enfermedad y que no genera pensiones dignas. En definitiva, un trabajo imprescindible, no considerado trabajo.

Esto nos lleva a pensar que, capitalismo y patriarcado, son un matrimonio bastante bien avenido. El capitalismo necesita de una fuerza de trabajo que se ocupe de todas esas tareas propias del ámbito de los cuidados que, por una parte,  posibilitan las productivas; y, por otra, reproducen la fuerza de trabajo. Y el patriarcado ofrece una división sexual del trabajo que garantiza que todos estos procesos saldrán adelante; un aprendizaje de roles de género diferenciados durante el proceso de socialización que posibilita la justificación de dicha división como “algo natural”; y una pizca de amor romántico para sentar las bases de unas relaciones que permiten  expropiar a las mujeres, lo que Rosa Cobo denomina como “plusvalía de dignidad genérica”.

Bueno, ¿y por qué hablamos ahora de crisis de cuidado?

Actualmente se da una situación compleja en la que confluyen diferentes factores: por un lado, se produce una incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral; y, por otro, un aumento de las situaciones de dependencia y una mutación y diversificación de la estructura familiar tradicional.

Además, como expone Ana de Miguel en Neoliberalismo Sexual (2015), esta incorporación masiva de las mujeres en el espacio público, no ha estado acompañada ni de un desarrollo de políticas públicas que posibilitaran seguir sosteniendo las tareas propias del ámbito reproductivo, ni de un ejercicio de cambio drástico de mentalidad en los hombres, que pasen a reclamar y a hacerse cargo de sus inexorables responsabilidades de cuidado.

Es decir, si bien hemos conseguido impugnar, de alguna manera, la división sexual del trabajo; así como politizar la concepción y las implicaciones del amor romántico y el desigual reparto de tareas en el ámbito privado; no se ha producido un compromiso político ni social serio, que plantee qué podemos hacer para que nuestras vidas sean tenidas en cuenta. Porque, al final, es ésto lo que se plantea. ¿Qué somos para el sistema? ¿Tiene cabida mi vida en este sistema? ¿Qué vida se va a cuidar; la de unos pocos hombres champiñones (que tienen dicha condición porque alguien se ocupa de su cuidado), o la del conjunto de la comunidad?

La crisis de cuidados y el conflicto capital-vida pueden superarse, pero no dentro del marco del capitalismo. Porque el capitalismo, siempre explotará unas vidas para que otras pocas puedan ser vividas. Porque lo que está en el centro de la economía capitalista es la lógica de acumulación de capital y no la sostenibilidad de la vida.

Así que no, no eres tú: es el sistema. Tenemos todo un reto por delante: hay que construir escenarios donde quepa toda vida, sus alegrías y penas; y sus fortalezas y vulnerabilidades. Hay que poner la vida en el centro.

 

REFERENCIAS:

  • Cobo, R. (2005). Globalización y nuevas servidumbres de las mujeres. Teoría feminista: de la Ilustración a la globalización3.
  • De Miguel, A. (2015) Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección, Cátedra, Madrid.
  • Ezquerra, S. (2010). La crisis de los cuidados: orígenes, falsas soluciones y posibles oportunidades. Viento Sur, 108, 37-43.
  • Ezquerra, S. (2011). Crisis de los cuidados y crisis sistémica: la reproducción como pilar de la economía llamada real. Investigaciones feministas, 2(0).
  • Orozco, A. P. (2006). Amenaza tormenta: la crisis de los cuidados y la reorganización del sistema económico. Revista de economía crítica, 5, 7-37.
  • Orozco, A. P. (2011). Crisis multidimensional y sostenibilidad de la vida. Investigaciones feministas, 2, 35.
  • Orozco, A. P. (2014). Subversión feminista de la economía: aportes para un debate sobre el conflicto capital-vida. Traficantes de sueños.

 

El cuento de nunca acabar: trabajo y empleo

La asociación trabajo-salario ha supuesto la base de la explotación de las mujeres desde la Edad Media.

Como podemos comprobar en Calibán y la Bruja (Silvia Federicci, 2010), en aquellos tiempos, el advenimiento de esta asociación supuso un retroceso en las libertades de las mujeres trabajadoras, puesto que ya no podían acceder a las tierras para continuar con la economía de subsistencia propia del feudalismo.caliban_y_la_bruja_mujeres_cuerpo_y_acumulacion_originaria_portada_completa

Al implementarse el trabajo-salario, la mujer quedó sometida al marido, que era el único al que se contrataba (al que se le pagaba). El capitalismo temprano se las ingenió para “encerrar” a la mujer en el hogar y hacerla doblemente sumisa: frente a su marido y frente a la lógica de mercado. Es la construcción de un nuevo orden patriarcal que Federicci define como el «patriarcado del salario». (Federicci , 2010. Pp.98)

Las familias ya no podían autoabastecerse con sus cultivos. Ahora para sobrevivir se necesitaba comprar, se necesitaba el salario que aportaba el empleo. Y éste, el empleo, sólo estaba bien visto que lo realizaran los hombres. La tierra se privatizó y sólo a los varones se le otorgaba la propiedad. A la mujer que se oponía, a la que continuaba obcecada en no rendirse ante aquellos mandatos, se la acusó: primero de hereje, después de bruja.

En la Edad Media, la herejía, según Federicci  (2010) “era el equivalente a la «teología de la liberación»”, era “un movimiento de protesta que aspiraba a una democratización radical de la vida social” frente a la privatización, la jerarquización social y la acumulación de riquezas. Fue un movimiento tan revolucionario que redefinía todos los aspectos de la vida: el trabajo, la propiedad, la reproducción sexual y la situación de las mujeres. (Federicci. 2010. Pp54). La brujería fue la continuidad de la herejía. Los aquelarres eran las reuniones de las insumisas, las campesinas desposeídas que se negaban a perder las pocas libertades que tenían; eran “las formas específicas de subversión social” de la época. (Federicci, 2010. Pp.245)caliban1

Ni qué decir tiene que, a pesar de la resistencia que siempre ha habido por parte de las hijas de aquellas brujas que no pudieron quemar, el sistema consiguió implantar el patriarcado del salario. Sus mecanismos han sido y son muy poderosos, y sus estrategias muy maliciosas.

En la actualidad, podemos comprobar que la mujer sigue siendo sometida. Aun habiendo accedido al mercado de trabajo, la mujer está sujeta a la falacia de la falsa igualdad. Los trabajos remunerados que suelen desempeñar las mujeres suponen unas condiciones laborales, salariales y de prestigio peores que las de los hombres. Así lo confirma el Estudio del trabajo de cuidados no remunerado en Andalucía (2012): “las mujeres a las que sí se considera convencionalmente “activas”, presentan menores tasas de ocupación, mayores tasas de parcialidad y mayor temporalidad en sus contratos debido a que se ven obligadas a dedicar una parte importante de su tiempo y energía al hogar.” Esta es otra muestra de la opresión a la que están supeditadas las mujeres: la doble jornada.

Sigue siendo la mujer quien se encarga principalmente de las labores de reproducción de la vida en el hogar, por lo que hoy en día solemos cargar con dos trabajos: el que nos reporta el salario y el que permite a nuestro hogar y sus miembros seguir siendo dignos.

Hablábamos antes de falsa igualdad precisamente por esto, porque, a pesar de disponer del acceso, antaño vetado, al empleo remunerado, las jornadas de trabajo de las mujeres superan con creces a las de los hombres. En el Estudio de Trabajo No Remunerado en Andalucía (2012) -que podéis encontrar aquí – , podemos comprobarlo con datos objetivos.

Llama especialmente la atención la Tabla 3 que muestra cómo la mujer casada es quien más horas de trabajo no remunerado acumula; incluso más que la soltera, la divorciada o la viuda. De este modo constatamos la fuerte incidencia que tiene el estado civil sobre el trabajo no remunerado y nos acordamos del espléndido argumentario de Carole Pateman en su famoso El Contrato Sexual.

Tabla 3 trabaj. doméstico

Como bien se concluye en el Estudio antes citado: “Las mujeres andaluzas se han adaptado a los nuevos tiempos incorporándose a la economía del mercado pero son los hombres andaluces los que todavía no se han modernizado al no haberse sumado todavía a la economía del cuidado.”

Es el cuento de nunca acabar. Y es por ello que siguen existiendo condicionantes de género en el mercado laboral. Diferenciar empleo de trabajo nos condena a soportar una carga psicológica y física muy dura que merma nuestras capacidades. Las mujeres seguimos sometidas a la carga que supone tener un marido, y a la lógica del mercado.

El trabajo de reproducción de la vida debe ser compartido y las políticas deben ir encaminadas hacia este rumbo. Que se dején de tanto cuento.

 

Bibliografía:

Fariñas Ausina, Sarai (2015) “La economía feminista y la soberanía alimentaria” Revista Soberanía Alimentaria Nº21, pp 6-10.

Federicci, Silvia (2010) Calibán y la Bruja. Mujeres, cuerpos y acumulación originaria. Madrid: Traficantes de Sueños

Gálvez Muñoz, Lina; Rodríguez Modroño, Paula y Agenjo Calderón, Astrid (2012) Estudio del trabajo de cuidados no remunerado en Andalucía. En Investigación y género, inseparables en el presente y en el futuro: IV Congreso Universitario Nacional Investigación y Género, [libro de actas]. Facultad de Ciencias del Trabajo de la Universidad de Sevilla, 21 y 22 de junio de 2012. (Coord.) Isabel Vázquez Bermúdez; (Com. cient.) Consuelo Flecha García…[et al.] (pp. 591-607). Sevilla : Unidad para la Igualdad, Universidad de Sevilla

Pateman, Carole (1995) El Contrato Sexual. Madrid: Anthropos

Buenas o malas madres: un problema de salud pública, un problema de sostenibilidad

Antes

 

Es evidente que hay buenas madres y menos buenas, lo mismo que hay buenas y malas personas. Pero nuestra libertad viene limitada por nuestro entorno, nuestras vivencias, nuestra educación, las habilidades aprendidas o no, nuestros depósitos afectivos y emocionales recibidos durante la infancia. La responsabilidad individual existe, pero los condicionamientos a veces son casi insuperables.

Hoy he conocido una mujer cuya familia es objeto de atención especial en los Servicios Sociales de mi pueblo. Llamémosla María. María es hija de una mujer prostituida, no existió un padre para ella, cuidó de sus hermanos pequeños como una niña esclava y estuvo envuelta en la violencia y el odio. Nadie le enseño a querer y mucho menos habilidades sociales para una relación de convivencia afectiva satisfactoria para ella y su entorno. Probablemente, huyendo de esa pesadilla, se casó muy joven y tuvo tres hijos. Pero como era fácilmente esperable el esposo era  un hombre maltratador, tan violento que está actualmente en la cárcel. Ahora tiene una nueva pareja, un hombre salido igualmente de una familia violenta, que se precia que él no lo es. Y es cierto, no lo es con con los otros, tiene más habilidades sociales que María, pero es drogadicto. Cuando está limpio es un buen padre para la nueva hija pequeña que tienen en común y también para los otros niños, pero eso no ocurre siempre. En ese contexto ¿puede extrañarnos que ese hogar sea un lugar de violencia? ¿Puede sorprendernos que la pobreza y la infelicidad  originen una creen patología familiar grave?

María tiene miedo de ir a trabajar y que sus hijos se lesionen irremediablemente entre ellos, pero también necesita, como el comer, un espacio personal, incluso dentro de un trabajo.

Toda la familia gira en torno a una mujer violenta, infinitamente infeliz, desbordada por una carga que nunca ha sabido manejar, incapaz de dar a sus hijos el afecto que no recibió, imposibilitada para socializarles en valores que ella nunca ha aprendido, consciente de su fracaso. Y sin embargo es fuerte, durante la entrevista se evidencia que es inteligente, tiene un gran potencial, merece la pena todo el esfuerzo necesario para que tenga alguna ocasión de ser feliz como la tiene todo ser humano. Pero es más, es un problema de salud pública, porque si no la sanamos a ella, sus hijos seguirán perpetuando el circulo de violencia, infelicidad y riesgo para la sociedad. Una sociedad así no es viable y este  caso no es único, ni siquiera infrecuente.

Es un caso extremo, lo sé. Sin embargo los hijos semi-abandonados, sin nadie que les ponga límites o tenga tiempo para proporcionarles afecto es de una frecuencia alarmante y el resultado es violencia, desafecto, infelicidad, patología.

A veces me pregunto: ¿antes de la emancipación de la mujer, no se adiestraba mejor a las mujeres para socializar a sus hijos? ¿Para ser buenas madres? Creo que en las familias extensas al menos existía un reparto de tareas y un acompañamiento que hacía más fácil la vida de todo el mundo y de las mujeres en particular (dentro de la dominación, por supuesto). Pero claro el mercado laboral necesita movilidad y las familias hace tiempo que son nucleares, cuando no monoparentales.

Madres rebeldes.pngCreo que las feministas somos conscientes de lo que se nos ha tratado de vender: ser una mujer es ser una buena madre y esposa. O sea ser una trabajadora  esclava que produce trabajadores/consumidores. La emancipación de la mujer, sin que la sociedad haya provisto los mecanismos necesarios para mantener los cuidados de vida: higiene, nutrición, afecto, ha producido una crisis de cuidados que crea violencia y patología. Los hombres apenas han evolucionado en la corresponsabilidad de las tareas domésticas y los cuidados y el individualismo creciente aboca claramente a un mundo inviable.

Por supuesto la solución no es volver a encerrar a las mujeres en casa, pero si que la comunidad se haga consciente de que lo doméstico es política y que es un problema de toda la sociedad. Que la infelicidad, la falta de afecto y cuidados supone un grave problema de salud pública. Que ya es hora de que el mercado no marque la vida para seres humBolsa de la compra.pnganos  con espíritus frágiles muy necesitados de apoyos. De lo contrario nuestra sociedad es cada vez más insostenible. No es un problema de productividad es un
problema de afectos, de cuidados, de vida.

Trabajo doméstico

Imagen extraída de: http://www.incae.edu/es/investigacion-y-conocimiento/blog-clm/wp-content/uploads/2012/02/forges_mujer1-1.jpg

El movimiento feminista a lo largo de la historia ha trabajado mucho para conseguir superar las desigualdades que hemos sufrido, y seguimos sufriendo en la actualidad, las mujeres en los  diferentes ámbitos  de la vida. Sin embargo, es en el trabajo doméstico donde se ha encontrado con las mayores dificultades.

Y es que hoy en día el trabajo doméstico sigue siendo un terreno atribuido exclusivamente a la mujer y al cual se le sigue sin  conceder el valor y la importancia que realmente tiene.

Durante toda la historia la mujer se ha dedicado a realizar las labores del trabajo doméstico, que incluye la crianza de los hijos, el cuidado de los enfermos y las personas mayores, las tareas del hogar… y un sinfín de tareas más por las cuales no recibe ningún beneficio material.

Poco a poco las mujeres nos hemos ido incorporando al mercado de trabajo, un terreno antes exclusivo del hombre, podemos tener un empleo con el que obtengamos a cambio un salario, un trabajo valorado. Sin embargo el hombre no se ha incorporado al trabajo doméstico, sigue realizando su trabajo remunerado y al llegar a casa, la cual se encuentra en perfectas condiciones, se sienta a descansar por el duro día que ha tenido.

¿Es esto igualdad? Bajo mi punto de vista no, y es que parece que a las mujeres nos crecen las desigualdades por todos lados. Cuando conseguimos entrar en el mercado laboral tal y como lo venían haciendo los hombres hasta ahora, resulta que nos encontramos con menores salarios, contratos precarios, imposibilidad de llegar a lo más alto… y además al llegar a casa tenemos que seguir trabajando.

Creo que es necesario que se le otorgue un valor a este trabajo que es tan importante o más que otros que si que están valorados. Todas y todos hemos visto a nuestras madres y a nuestras abuelas desviviéndose por tenernos a todos y a todas bien atendidos. Ellas han sido nuestras enfermeras, nuestras cocineras, nuestras confidentes, nuestro apoyo cuando hemos estado mal… pienso que todo esto merece un reconocimiento.

Antes el trabajo doméstico era una obligación..

 

Hoy en día hay debates en la sociedad si la mujer debe de estar en su casa al cuidado de su esposo e hijos o hijas o realizando su trabajo en la calle. Hace 50 años el trabajo en casa era una obligación para la mujer. Extraído de un libro sobre Economía del Hogar, de «Sección Femenina» de la Falange Española y de las JONS, editado en 1958, en el que se detalla cual debe ser la actitud de la mujer frente a su marido…

1. Ten preparada una comida deliciosa para cuando él regrese del trabajo; especialmente, su plato preferido. Ofrécete a quitarle los zapatos. Habla en tono bajo, relajado y placentero. Prepárate, retoca tu maquillaje, coloca una cinta en tu cabello; hazte un poco más interesante para él. Su duro día de trabajo quizá necesite de un poco de ánimo y uno de tus deberes es proporcionárselo.

2. Durante los días más fríos, deberías preparar y encender un fuego en la chimenea para que él se relaje frente a ella; después de todo, preocuparse por su comodidad te propocionará una satisfacción personal intensa.

3. Minimiza cualquier ruido. En el momento de su llegada, elimina zumbidos de lavadora y aspirador.

4. Salúdale con una cálida sonrisa y demuéstrale tu deseo por complacerle.

5. Haz que se sienta a gusto, que repose en un sillón cómodo, o que se acueste en la recámara.

6. Ten preparada una bebida fría o caliente para él.

7. Al final de la tarde, limpia la casa para que esté limpia de nuevo por la mañana.

8. Prevé las necesidades que tendrá a la hora del desayuno. El desayuno es vital para tu marido si debe enfrentarse al mundo exterior con talante positivo.

9. En cuanto respecto  a la posibilidad de relaciones íntimas con tu marido, es importante recordar tus obligaciones matrimoniales: si él siente la necesidad de dormir, que sea así;no le presiones o estimules la intimidad.

10. Si tu marido sugiere la unión, entonces accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer.

11. Si tu marido te sugiere prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes.

12. Puedes entonces ajustar el despertador para levantarse un poco antes que él por la mañana, esto te permitirá tener lista una taza de té para cuando despierte.

Todo esto lo escribió Pilar Primo de Rivera, Presidenta de la Sección Femenina. La mujer que más daño ha hecho a las mujeres. Además, es el colmo de la incongruencia, porque decía a las mujeres que no se metieran en política, y ella se pasó más de 40 años en la política. Decía «tened muchos hijos e hijas» y ella no tuvo ninguno y decía que el matrimonio era el destino de la mujer y ella nunca se casó.

Esto era lo que le explicaban antes a las  chicas adolescentes en los colegios, que su futuro era estar en su casa al cuidado de su familia y que su marido sería el encargado de llevar el dinero a casa, y en la actualidad en los colegios a las adolescentes se les enseña que tienen que luchar para ser independientes y estudiar para tener un futuro, pero la sociedad 60 años después poco a poco creo que nos están obligando a las mujeres a volver a nuestras casas para encerrarnos y quitarnos nuestros derechos de libertad.

CONCILIACION DE LA VIDA, LABORAL, FAMILIAR Y PERSONAL

Para abordar este tema, me gustaría tomar como referencia una noticia de prensa actual, un análisis de impacto de la implementación de estas medidas por sexo, un estudio del INE (Instituto Nacional de Estadística) y un Estudio sobre la conciliación de la vida familiar y la vida laboral del Instituto de la Mujer, a través del Observatorio para la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres
Noticia de prensa: USO, propone ampliar medidas de conciliación familiar a familias con personas mayores a su cargo
El presidente de AJUPE-USO Carlos Solas, ha propuesto esta mañana implementar medidas que faciliten la conciliación de la vida laboral y familiar para aquellas personas con mayores a su cargo. «¿Por qué a niños sí y a mayores no?», se ha preguntado (http://www.20minutos.es/noticia/1049076/0/)
Conciliación de la vida familiar y laboral: las nuevas medidas
Desde la plena incorporación de la mujer al mercado laboral, el índice de nacimientos disminuyó en nuestro país de forma considerable. Una de las principales razones de este descenso fue la imposibilidad de compaginar trabajo y familia. Por eso, en los últimos años se han aprobado diferentes medidas sociales para facilitar la conciliación de la vida familiar y la profesional.( http://www.seg-social.es/prdi00/groups/public/documents/binario/097545.pdf)
Encuesta del INE: Encuesta de Empleo del Tiempo 2009-2010 http://www.ine.es/docutrab/empleotiempo/proyecto_eet09.pdf

Observatorio para la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres
Sobre la conciliación de la vida laboral y familiar, situación actual necesidades y demandas

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De entre los datos visualizados el que más me ha llamado la atención es el abandono del trabajo por sexo, así pues por un tiempo prolongado, nos indica que las mujeres abandonan en un 28% y los hombres en un 12%, y en el caso del nacimiento de un hijo hablamos de los siguientes datos mujeres en un 42.6% y los hombres tan solo un 2.3 %.(Observatorio para la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres)
Y si hablamos de datos referentes al uso dedicado al hogar podemos ver que el tiempo medio de hombres es de 1 hora y 42 minutos, frente a las 4 horas y 2 minutos que dedican las mujeres.
Por lo que podemos extraer que desde la lucha de la igualdad de oportunidades y de trato ante hombres y mujeres hay que hacer una importante reflexión por parte de toda la ciudadanía y no solo de aquella que trabaja de manera directa, como indirecta al respecto de la consecución de este objetivo.
Siendo el papel de los agentes sociales en esta línea imprescindible para fomentar medidas que permitan igualar la oportunidad entre mujeres y hombre, así como igual de importante que en su puesta en práctica cuenten con la perspectiva de género.
Pero, me planteo una pregunta al respecto, ¿hay medidas realmente eficaces, para prevenir toda clase de discriminación tanto directa como indirecta en cuestión de género?
Las mujeres vienen luchando por la igualdad de oportunidades desde hace mucho tiempo, y frente a esto, hoy por hoy nos encontramos como son las mujeres quienes concilian a través de medidas como por ejemplo, la flexibilidad, la tele asistencia, las excedencias, etc y no nos damos cuenta de la esencia paternalista que esconden todas estas medidas en el fondo, pues se están adoptando en función de los roles de género, impuestos por el patriarcado en beneficio de los privilegios del genero masculino, haciendo que las mujeres sigan perpetuando los roles reproductivos sin perder las cargas y rsponsabilidades del trabajo productivo y económico que han conseguido con su emancipación y autonomía.
Por tanto, ¿podíamos hablar de una identidad biológica o una identidad construida? Pues no hay un sexo masculino y otro femenino, si no que hay uno masculino y otro en contraposición de este y de las características que el masculino manifiesta para él.
Tenemos unas medidas de igualdad de trato desde la neutralidad, pero en realidad son medidas de igualdad de trato desde la desigualdad estructural, en tanto que mujeres con perspectiva de genero no consigan tener cotas de representación en cada una de las estructuras socio-economicas de nuestras sociedades, no se conseguirán adoptar medidas efectivas que permitan conseguir como finalidad de la igualdad de oportunidades
En la actualidad, la mayoría de las mujeres que se encuentran regulando y adoptando una red que vertebra las pautas de acción y las medidas de acción positiva que permitan la consecución de medidas eficaces, en mi opinión, muchas veces lo que están haciendo es adoptar nuevamente los principios paternalistas de sus compañeros varones, y de esta manera seguiremos sin poder romper con la hegemonización masculina de nuestras sociedades.
Ante la actual situación de crisis financiera que estamos atravesando, ¿que está pasando con todo este tipo de medidas? y a nivel empresarial, ¿que sucede con los planes de igualdad? ¿Se realizan realmente y con efectividad y seguimiento? o ¿solo de plantean porque los obliga la ley? Son muchas las preguntas que me hago al respecto.
Lo que tenemos que tener claro es que tenemos que cambiar el actual discurso y seguir luchando por que las mujeres tengan un empoderamiento subjetivo que les lleve a un empoderamiento activo, en tanto que mujeres y hombres vean en su actividad la situación de desventaja social en la que se encuentra pues “lo que no se ve no se valora y no se trabaja”y “lo que se ve por el contario si se trabaja”
En definitiva debemos de hacer un análisis de género que nos permita ver la situación de desventaja estructural de mujeres con respecto a hombres, que nos permita la corresponsabilidad desde la distribución de cargas de responsabilidad entre los miembros computables de la unidad familiar y no solo en manos de las mujeres de la familia.

tarea civilizadora ¿ tarea de mujer?

Tarea civilizadora: ¿tarea de la mujer?

 

Ir al trabajo, cuidar a la familia, hacer a la compra, llevar los/as niños/as al colegio, visitar a unos familiares, llamar al fontanero, comprar el regalo de cumpleaños, llevar a los/as niños/as al cumpleaños, cita con el/la dentista… y así mil tareas más que puede llegar a realizar una mujer de forma diaria. Las mujeres se han ido incorporando y demostrando su valía en el mercado laboral pero sin abandonar y casi sin compartir las responsabilidades domésticas que van más allá que la limpieza.

Las tareas de cuidado, físico y mental, de la familia suponen una obligación, tenemos que asegurar que nuestros hijos/as sean la ciudadanía del mañana. Si a los nuevos seres no se cuidaran, la especie humana se extinguiría, no somos capaces de sobrevivir sin ayuda hasta pasados bastantes años, a diferencia de otras especies animales es necesario que se nos alimente, se nos socialice, se vele por nuestro bienestar. Todo ello ha sido realizado tradicionalmente por la mujer sin que por ello haya recibido ningún reconocimiento, el trabajo que la sociedad ha valorado es que relacionamos con  las actividades mercantiles, aquellos que están dentro del mercado laboral y tienen una remuneración. El trabajo doméstico es muy diferente al mercantil, su objetivo es el cuidado y bienestar no los beneficios, pero las actividades mercantiles no podrían existir sin este trabajo que crea las condiciones necesarias para adquirir, entre otras cosas, el capital humano. (Malabaristas de la vida, varias autoras. Icaria 2003)

Esta situación ha sido posible durante largos períodos de tiempo por varias razones:

–          ideología patriarcal, que defendía la naturaleza humana de las mujeres para trabajo reproductivo y ensalzaba las capacidades intelectuales de los hombres para el trabajo público.

–          Económica, para que el hombre realice su trabajo fuera del hogar es necesario que alguien permanezca en el asegurando así sus necesidades para la supervivencia y perpetuación de la especie.

La problemática  aparece cuando la mujer conquista el mercado laboral y se comienza a debatir sobre la conciliación familia- empleo. No es posible que las mujeres adopten el modelo de uso de tiempo masculino, en el cual no hay conciliación, hay tiempo dedicado al trabajo y tiempo de disfrute de la familia, no se contempla tiempo para las tareas domésticas y tampoco es posible abandonar las funciones de cuidado básicas para la subsistencia, surge entonces la pregunta: ¿ cómo lo conseguimos?

No sólo seria necesario que el sector masculino asumiera sus responsabilidades con respecto a la familia, las organizaciones e instituciones sociales deben considerar que el cuidado de la vida es una responsabilidad social y política. Ello pasaría porque el objetivo de la sociedad fuera la vida humana y no el capital, los valores otorgados a aspectos inertes rivalizan con el valor otorgado a la vida de los seres humanos, gastamos más en defensa (6.868.197,31 millones de euros) que en educación y sanidad juntas (2.843.428,35 y 4.255.135,32 millones de euros respectivamente).                 (Ley 39/2010, de22 de diciembre ,de presupuestos del estadohttp://www.boe.es/aeboe/consultas/bases_datos/doc.php?id=BOE-A-2010-19703,)

Otro paso obligatorio a dar es conceder a las tareas domésticas su valor real como funciones imprescindibles, es necesario realizar una adecuada conceptualización del término, no podemos definirla en comparación con el trabajo mercantil, como de decía antes, no persiguen el mismo objetivo, al no tener la misma naturaleza no son comparables. En el libro “Malabaristas de la vida”  se dedica todo un capítulo a este aspecto, resaltando la importancia que tiene nombrar la tarea de la mujer, describirla, valorarla. En su descripción observan que no sólo son tareas dedicadas al cuerpo y sus necesidades básicas físicas, incluye también crear relaciones afectivas y sociales y proteger a las personas, preparan las futuras generaciones para la sociedad, es por tanto, una tarea civilizadora.

Todo esto no es una utopía, Veronika Bennhold- Thomsen (1997) y su equipo de investigación demuestran, en el estudio sobre Juchitan, que es posible una sociedad con alto nivel de calidad de vida, al mismo tiempo que se respeta la naturaleza, se valora la maternidad y el trabajo encaminado a la satisfacción de las necesidades vitales.

Nosotros/as estamos muy lejos de conseguir todo eso (aspecto que no debe desmotivarnos), ejemplos como las sentencias  que se publicaron a principios de 1999 en el Tribunal superior de justicia del País vasco que revocaba la invalidez para el desempeño de la profesión de una empleada del hogar alegando que el trabajo desempeñado no requiere esfuerzos físicos y que las tareas que precisan de esfuerzo son de carácter leve y cuenta con ayuda de medios mecánicos. O la del juzgado de lo Social Nº 5 de Sevilla que denegó la invalidez de una trabajadora del hogar que, según el informe médico “está incapacitada para grandes sobrecargas y esfuerzos importantes con la mano derecha” alegando que hoy existen aparatos técnicos que simplifican las tareas. (Malabaristas de la vida, pp. 67).

 Podemos observar un menosprecio claro y explícito al trabajo realizado tradicionalmente por la mujer, invisibilizando los esfuerzos que suponen.

Tenemos mucho trabajo por delante y una pesada carga ideológica a las espaldas de la que debemos desprendernos, la adecuada valoración del trabajo doméstico debe pasar por hacer visible esa “mano invisible”  que hace posible la civilización de las generaciones nacientes y  tomar consciencia, desde diferentes ámbitos sociales, que si son varias las manos que realizan las tareas civilizadoras los resultados mejoran y las responsabilidades se comparten, estaríamos hablando entonces de una verdadera conciliación.

Luz Mª Cordeo Beas.

Bibliografía:

Malabaristas de la vida. Varias autoras. Editorial: Icaria, 2003.

Ley 39/2010, de22 de diciembre , de presupuestos del estado.