Basada en un modelo económico centrado en las personas, el medio ambiente y el desarrollo sostenible, la Economía Social y Solidaria (ESS) tiene como objetivo la satisfacción de las necesidades individuales y colectivas para favorecer el desarrollo personal, social y ambiental. Las entidades que integran este sector son de índole muy diversa pero todas comparten valores universales como la equidad, la justicia, la solidaridad, la sostenibilidad ambiental, la participación, la inclusión y el compromiso con la comunidad. En este sentido la ESS comparte con la Economía Feminista un enfoque crítico y transformador, más centrado en el bien común y la mejora de la sociedad que en el lucro individual.
Desde la Red de Redes de la Economía Alternativa y Solidaria (REAS) se realiza anualmente la Auditoría/Balance Social de la Economía Social y Solidaria, una herramienta de autoevaluación para la rendición de cuentas y de medida del impacto social, ambiental y de buen gobierno de las entidades del sector. En el año 2019 junto con el informe general, que recoge los datos relativos al año 2018 de un total de 530 entidades, se publicó un informe específico de género. Este Análisis con perspectiva feminista se centra en indicadores de género: el número de trabajadoras y trabajadores de las entidades y empresas, la brecha salarial, la participación en la gestión estratégica, los roles de representación, la utilización de un lenguaje no sexista, las medidas de conciliación y la creación de espacios de atención y cuidados. Destacamos a continuación algunos de los resultados del informe.
En 2018 el 63,05% de las 16.837 personas trabajadoras que forman parte de las organizaciones que realizaron la Auditoría Social eran mujeres, frente a un 36,95 % de hombres. En la economía convencional, según el Banco Mundial, el 39% de las personas empleadas en el mundo en 2018 eran mujeres. El porcentaje asciende a 46.2% para el caso de España. Así pues, la ESS da empleo a más mujeres.
Otra diferencia importante con la economía convencional, en la que existe una concentración de trabajadoras en los sectores económicos y ocupaciones de menor productividad (lo que conocemos como segregación horizontal), es que en las trabajadoras de las entidades de la ESS están presentes en un amplio abanico de sectores de la actividad económica, desde la energía hasta la cultura o la alimentación.
Es llamativo el dato de la brecha salarial de género. Los resultados de la muestra de la Auditoría Social indican que prácticamente es inexistente y además es favorable para las mujeres. Los hombres que trabajan en la ESS ganan de media un 0,4% menos que las mujeres. Aunque es cierto que esto no ocurre en todos los territorios, por ejemplo en Andalucía los hombres tienen un salario medio más alto que las mujeres.
En cuanto a la participación en cargos de responsabilidad en las empresas de ESS, nos encontramos con una paridad invertida. Las mujeres ocupan el 59.87%, frente al 40.13% que ocupan los hombres. Respecto a los cargos societarios o políticos, las mujeres en la ESS ostentan el 50.87%, un porcentaje muy alto respecto al 19,15% de mujeres presentes en los consejos de administración de las empresas del IBEX35.
Un dato que me ha parecido muy relevante es el uso de un lenguaje no sexista, únicamente el 5.1% de las organizaciones de la auditoría no lo utilizan. El 14.2% lo utilizan en las comunicaciones escritas y el 80.8% lo utilizan en las comunicaciones escritas y verbales.
Por último, pero no menos importante, resaltar los datos sobre los permisos para la conciliación de la vida familiar y laboral. En 2018 el 74.72% de las organizaciones contemplaban medidas de apoyo que mejoraban los permisos establecidos por ley. Además, el 64.15% generaron espacios de atención emocional y cuidado a las personas trabajadoras en relación a su situación con el entorno laboral. Esta es una clara apuesta por la corresponsabilidad y el cuidado de la vida.
Teniendo en cuenta estos datos, podemos concluir que la ESS está en el camino de cumplir con su objetivo de incorporar el feminismo y la economía feminista en sus prácticas. Tendremos que esperar a los resultados del Balance/Auditoría Social 2020 para saber si se mantiene esta tendencia de reducir las desigualdades entre mujeres y hombres en estos entornos laborales.
Para saber más:
– Campaña de presentación de los resultados del informe “Estamos en la brecha”