TRABAJO DOMÉSTICO

El trabajo doméstico es definido como el conjunto de actividades que se realizan en la esfera doméstica y que están destinadas a la satisfacción de necesidades de primer orden de los miembros de la unidad familiar, la que le asigna el carácter de obligatorio y gratuito. La función central del trabajo doméstico es atender al consumo individual, asegurando con su satisfacción el mantenimiento, la reproducción y la reposición de la fuerza del trabajo. Y, también, la dignificación de la calidad de vida de los sujetos (Vega, 2007, pág. 179).

El trabajo doméstico siempre ha estado vinculado a la mujer, pues es un trabajo que siempre lo han realizado las mujeres, incluso cuando estas han tenido otro trabajo remunerado. La jornada laboral doméstica tiene un promedio de 9 horas al día, sin importar que sea festivo o no, ellas realizan este trabajo los 365 días del año. Además, otro aspecto muy importante a destacar es que estas mujeres incluso cuando llegan a su edad de jubilación siguen trabajando para poder facilitar la vida a sus familiares, no ya solo realizando las tareas del hogar, sino que también, cuidando de los nietos y nietas (Ioé, Actis, Pereda & De Prada, 1990).

Las mujeres amas de casa realizan todo tipo de actividades como por ejemplo: administración de los recursos y del consumo familiar; socialización y cuidado de menores; limpieza; costura; alimentación; cuidado de enfermos; transporte; mantenimiento de la vivienda; cuidado de animales domésticos; representación simbólica de la familia (Ioé, Actis, Pereda & De Prada, 1990, pág. 12).

En muchas ocasiones, al ser la mujer la principal persona que se ocupa del hogar, se le ha considerado como la guardiana del hogar, dando esto una idea equivoca de dominio de la mujer en el ámbito doméstico, cuando en realidad la mujer se encuentra con un rol de sumisión y esclavitud hacia su familia.

El trabajo de la mujer ama de casa se manifiesta a través de 9 elementos centrales, según Vega (2009):

  1. La no remuneración, las mujeres que realizan las tareas del hogar no reciben una contraprestación directa por ello.
  2. Jornada interminable, este trabajo se caracteriza por sus largas jornadas, pues siempre están ahí cuando algún miembro de la familia necesita su ayuda.
  3. Multiplicidad de actividades, al carecer de una definición concreta de funciones, este trabajo puede implicar una variedad infinita de tareas.
  4. La rigidez, el tiempo de trabajo y el tiempo de ocio o de descanso para las amas de casa es difícil de definir, ya que, como he mencionado anteriormente siempre están pendientes de las necesidades de la unidad familiar.
  5. Escasa cualificación, para realizar este tipo de trabajo no se requiere un aprendizaje especializado.
  6. El límite de la autonomía, la libertad de acción y pensamiento de la ama de casa se encuentra limitada por el espacio doméstico y por las condiciones que las funciones le representan, sujetas a las necesidades de los otros.
  7. La indefensión, las amas de casa que se dedican exclusivamente al trabajo doméstico, no gozan de una garantía ante situaciones adversas, tales como la enfermedad, los riesgos físicos, la vejez o el conflicto familiar.
  8. La invisibilidad, como el hogar no es visto como un lugar de producción, entonces el trabajo realizado en esta esfera, productor de bienes y servicios, no es reconocido como trabajo. Desde esta concepción, el trabajo doméstico no es una actividad ni es productivo.
  9. La soledad, como es un asunto individual y aislado, el trabajo doméstico se realiza en solitario.

Para finalizar, me gustaría expresar mi opinión sobre el trabajo doméstico. Este trabajo no es reconocido ni valorado por la sociedad, lo cual me parece indignante, pues es un trabajo fundamental para toda la sociedad. Asimismo, creo que se le quita importancia a este trabajo cuando se afirma que para realizarlo no es necesario tener cualificación, pues las mujeres que se dedican al hogar tienen que saber administrar la economía de la casa para poder hacer frente a los pagos, también debe de saber cocinar, lavar, planchar, etc. para todo ello, estas mujeres han debido de prepararse con anterioridad para desarrollar todas estas actividades correctamente. Y por último, destacar la valentía de estas mujeres, pues no todas están dispuestas a renunciar a un puesto de trabajo remunerado para poder cuidar de la familia.

REFERENCIAS:

Vega Montiel, A. (2007). Por la visibilidad de las amas de casa: rompiendo la invisibilidad del trabajo doméstico. Política y cultura, (28), 181-200.

Ioé, C., Actis, W., Pereda, C., & de Prada, M. Á. (1990). El servicio doméstico en España: entre el trabajo invisible y la economía sumergida. JOC-E.

DISCAPACIDAD, EMPLEO Y MUJERES.

Las mujeres con discapacidad no presentan una situación de vida igual que el resto de la población femenina, ni tampoco están en las mismas condiciones que la de varones con discapacidad. Por lo cual, podría hablarse de “doble discriminación”; por ser mujer y por tener discapacidad (Conde, Portillo & Shum, 2003).

El 66,4 % de mujeres con discapacidad en edad activa que hay en España están inactivas (frente al 28,3% de las mujeres sin discapacidad), según datos de Odismet, el Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo de la Fundación ONCE.

Según datos del Informe Anual del Mercado de Trabajo de las Personas con Discapacidad, del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), de 2018, las contrataciones de mujeres con discapacidad van aumentando, pero lamentablemente solo son la mitad que la de los hombres: mujeres: 131.024 contrataciones, hombres 208.152 contrataciones (Discapnet, 2020).

Por otro lado, mientras que al hombre con discapacidad se le anima a trabajar, a ser independiente, a formar una familia, a la mujer con discapacidad se le niega tal posibilidad, relegándola a las responsabilidades domésticas y a tareas de atención y cuidado familiar. Pero este trabajo no remunerado no es valorado, ni tenido en cuenta; ya que no se adoptan las medidas políticas oportunas para lograr un desarrollo más justo (Molina, 2011).

El acceso al empleo en igualdad de condiciones se convierte para este colectivo, en una meta de difícil alcance, donde el entorno familiar, la sociedad en general y el mercado laboral en particular tienden a condenarlas hacia la inactividad, coartando su plena integración y desarrollo (Fundación Once, 2020).

El trabajo proporciona una serie de beneficios de índole personal y psicológico, tales como la posibilidad de sentirse un ser útil a la comunidad, proporcionar intereses nuevos y comunes en otros grupos de personas, así como amistades y relaciones sociales en general. Es decir, que las situaciones de desempleo o la inhabilitación para el trabajo llevan en muchos casos, no solo a dificultades materiales sino a soledad y el aislamiento. Así se puede señalar que el trabajo para las personas con discapacidad supone cuestiones fundamentales como:

  1. Ofrecer seguridad e independencia económica.
  2. Darle valor y un estatus al individuo.
  3. Facilitar la integración y la aceptación por parte de las personas sin discapacidad.
  4. Ofrecer un propósito a la vida y un estímulo a la salud mental de la persona (Conde, Portillo & Shum, 2003).

Personalmente, creo que los poderes públicos, las empresas o las asociaciones deberían de trabajar este aspecto, pues es cierto, que la presencia de mujeres con discapacidad empleadas es bajísimo, en cambio, la sociedad si está más acostumbrada a ver hombres con discapacidad desarrollando alguna labor. Por lo tanto, creo que se debe de trabajar más la empleabilidad de las mujeres, fomentar su autonomía, animarlas a ser independientes y no como se comentaba anteriormente, asignarle las tareas del hogar porque se piense que no pueden realizar otro tipo de trabajo.

Otro aspecto importante a destacar es la sobreprotección de la familia hacia la mujer con discapacidad sobre todo en el ámbito rural, pues la familia principalmente le sigue asignando esos roles típicos de las mujeres, limitando a que esa persona pueda formarse, relacionarse con personas de su edad, que pueda emanciparse o tener un puesto de trabajo. La mujer se encuentra sobreprotegida por su familia y con un exceso de control que le impide ser más independiente.

 “Conóceme por mis habilidades, no por mis discapacidades.” – Robert M. Hensel

REFERENCIAS:

Discapnet. (13 de marzo de 2020). ODISMET analiza la perspectiva de género en el entorno laboral para las personas con discapacidad. Recuperado en https://www.discapnet.es/odismet-analiza-la-perspectiva-de-genero-en-el-entorno-laboral

Fundación Once. (6 de marzo de 2020). La doble discriminación lastra del acceso al empleo de las mujeres con discapacidad. Recuperado en  https://www.fundaciononce.es/es/noticia/la-doble-discriminacion-lastra-el-acceso-al-empleo-de-las-mujeres-con-discapacidad

Molina Jiménez, Eva M. (2011). Mujer, discapacidad y empleo. Universidad de Almería.

Shum, Grace., Conde Rodríguez, Ángeles., & Portillo Mayorga, Inés. (2003). Discapacidad y empleo: una perspectiva de género. Alternativas. Cuadernos de Trabajo Social, N. 11 (diciembre 2003); pp. 59-85.

CONCILIACIÓN LABORAL-FAMILIAR EN LAS MUJERES.

En las últimas décadas han aumentado las dificultades para conciliar la vida laboral y familiar, tanto por la inestabilidad del mercado laboral como porque en la mayoría de las familias ambos miembros de la pareja trabajan y tienen hijos/as a edades más avanzadas, teniendo responsabilidades sobre sus descendientes y personas mayores dependientes. También se observa recientemente un aumento en el número de familias monoparentales. De ahí, que la necesidad de que la conciliación laboral de las personas empleadas haya aumentado, demandando a las empresas que se muestren familiarmente responsables y apoyen explícitamente a sus empleados (Abella, Martín, Pérez, Vela, 2017).

El 80% de las mujeres españolas con hijos/as sufren problemas para conciliar empleo y vida personal, tal como indica el informe ‘Concilia13f’, que ha desarrollado recientemente el movimiento feminista del Club de las Malas Madres. Además, esta encuesta descubre otros datos significativos como que el 35,5% de las mujeres consultadas admite haber tenido que enfrentarse a ‘trabas’ de sus empresas para negociar sus condiciones laborales, después de ser madres (Gamo, 2018).

Una de las consecuencias más visibles de la falta de conciliación es la brecha salarial entre ambos sexos. Esta desigualdad laboral se acrecienta, especialmente a partir de los 27 años, cuando la mujer decide ser madre por las reticencias que la maternidad continúa suscitando en la empresa. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) las mujeres madres en España cobran un 17% menos que los hombres y un 5% menos de las mujeres que no son madres (Gamo, 2018).

Por ello, no es de extrañar que España cuente con una de las tasa de natalidad más baja del mundo, con 1,3 hijos por mujer. La causa de este resultado es por los problemas de conciliación laboral y familiar que se encuentran las familias, y también por otro lado la precariedad del empleo (Hidalgo, 2019).

También es importante destacar ese 17% menos de salario que cobran las mujeres en España, pues esto hace que si no se cuentan con unas buenas medidas de conciliación, la pareja decida que la persona que obtenga un ingreso inferior sea la que se haga cargo del cuidado de los hijos/as, o personas dependientes de la familia.

Para finalizar, me gustaría acabar dando mi visión sobre este asunto. Yo como mujer, creo que actualmente es muy difícil poder conciliar vida laboral y familiar, en estos tiempos en los que tanto hombres como mujeres, nos dedicamos a formarnos y luchar por conseguir un puesto de trabajo donde sentirnos realizados, este objetivo al tardar en llegar, provoca que la edad media en la que tenemos nuestro primer hijo/a se vea aumentada, eso en algunos casos, en muchos otros, las parejas ni se plantean tener descendientes. No solo se encuentra el caso de menores a nuestro cargo, sino también el de personas mayores, aquí también puede observarse la dificultad de la conciliación, pues antes era muy común que las mujeres dejaran su empleo (si lo tenían) para cuidar de ellos, ahora el número de mayores en las residencias es notablemente mayor, pues las mujeres que cuentan con un empleo y tienen esa independencia económica, no se plantean abandonar su puesto de trabajo; o bien contrata a alguien para que cuide de ellos cuando ella se encuentra en el trabajo, o bien opta por una residencia. Por eso se habla de la triple jornada laboral de las mujeres: su empleo remunerado, el trabajo doméstico, el cuidado a los/as demás.

REFERENCIAS:

Gamo, Raquel. (2 de noviembre de 2018). El 80% de las mujeres madres sufren dificultades para conciliar el trabajo y la vida personal. El diario.es. Recuperado en https://www.eldiario.es/clm/mujeres-dificultades-conciliar-trabajo-personal_0_831517416.html

Hidalgo, Carlos. (22 de febrero de 2019). ¿Por qué las mujeres siguen conciliando más que los hombres? El país. Recuperado en https://elpais.com/economia/2019/02/22/actualidad/1550856917_787751.html

Fundación Pfeizer. (2014). Conciliación laboral, personal y familiar. Estudios sobre Conciliación y Familia. Informe de Resultados.

Pérez, M. P., Jiménez, M. J. V., Garcés, S. A., & Sánchez, A. M. (2017). Las medidas de conciliación en las empresas y la satisfacción laboral de los empleados: el papel explicativo del enriquecimiento trabajo-familia. Esic market, (156), 19-68.