SÚPERMUJERES: SALVAVIDAS EN MITAD DE LA PANDEMIA.


Viñeta de Luis Dávila / MSSSI – Campaña «Te corresponde, nos corresponde».

Segregación ocupacional, inestabilidad laboral, precariedad. Son las palabras que caracterizan buena parte del empleo de las mujeres. Ahora las consecuencias económicas de la epidemia se vuelven también contra ellas. Casi el 90% de las mujeres trabajan en el sector servicios. Pierden sus empleos en esos sectores y la red de protección social no siempre les alcanza. Muchos contratos precarios no dan derecho a cobrar el desempleo, un ejemplo claro son las empleadas de hogar. Habrán muchas pequeñas empresas que cierren directamente y despidan a sus trabajadoras en vez de acogerse a un expediente de regulación de empleo temporal, una de las medidas que ha incentivado el gobierno para mantener los empleos.

La cuarentena convierte el hogar en el centro de la rutina pero, para muchas mujeres, el hogar no es un lugar de descanso sino de trabajo. Sobre sus hombros suele recaer el cuidado de los demás y tareas como la limpieza o la cocina. Por otra parte, en periodos de crisis, las responsabilidades de los cuidados suelen recaer en las mujeres. Con los colegios cerrados y con personas mayores enfermas, es posible que se incremente el trabajo no remunerado y que sean las mujeres quienes tengan que asumir la mayoría de la responsabilidad.

Las mujeres no sólo son víctimas. Desempeñan un papel crucial en la respuesta al COVID-19. Cerca del 70% del personal de salud en la línea de combate, así como en el área de trabajo social, son mujeres. Éstas también cargan con una parte desproporcionada del trabajo no remunerado de los cuidados. Si este trabajo de cuidados fuera remunerado, representaría el 9% del PIB mundial, lo que equivale a 9 billones de dólares, en cifras de la OIT. 

La brecha de género laboral también pone en riesgo la salud de las mujeres. Son mayoría las cajeras en los supermercados, en el personal sanitario, las limpiadoras, las dependientas autónomas, las cuidadoras de la infancia y de las personas mayores. Ellas, presentan actualmente el 75% del empleo. En estas tareas no vale el teletrabajo. Asumen la carga física y emocional y se arriesgan a infectarse.

Ahora que los espacios de socialización como el trabajo, la escuela, los centros de día de mayores, desaparecen por el necesario confinamiento y sus funciones se transfieren al ámbito doméstico, la carga de su gestión también recae mayoritariamente en las mujeres. 

¡Qué gran oportunidad para que los hombres asuman su cuota de responsabilidad!

Pero en estos días tan raros también pasan otras cosas extraordinarias. Emocionan los aplausos diarios a las personas del sector sanitario y sorprende la solidaridad comunitaria de los grupos de apoyo creados en los barrios, las ofertas en cada portal para ayudar a quienes lo necesitan.

Quizás después del Coronavirus nada vuelva a ser igual. Debería no serlo. Que las personas mayores no son desechables y necesitan de los servicios públicos. Que las tareas de cuidado son valiosas y los hombres son también responsables de lo doméstico. Que el trabajo de las mujeres en el espacio público es igualmente valioso y debe ser justamente retribuido. Que la discriminación estructural de género y cualquier forma de violencia hacia las mujeres interpelan a toda la sociedad para acabar con ella. Que podemos vivir más despacio, cuidar el medio ambiente…

«Que cuando esta epidemia acabe nos quede la memoria», Yan Lianke.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Colella, A. (2020, marzo 27). Coronavirus y el empleo de las mujeres en Europa. Recuperado 12 de abril de 2020, de: http://www.observatorioigualdadyempleo.es/coronavirus-y-el-empleo-de-las-mujeres-en-europa/

Equipo Mujeres y Derechos Humanos de Amnistía Internacional. (2020, marzo 30). Mujeres, brecha de género y coronavirus. Recuperado 12 de abril de 2020, de: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/mujeres-brecha-de-genero-y-coronavirus/

Kaosenlared. (2020, marzo 31). Coronavirus afecta triplemente a las mujeres: Salud, violencia machista y más trabajo doméstico. Recuperado 12 de abril de 2020, de: https://kaosenlared.net/coronavirus-afecta-triplemente-a-las-mujeres-salud-violencia-machista-y-mas-trabajo-domestico/

MUJERES ECONOMISTAS: «LEAKY PIPELINE».

Imagen extraída de: https://neuquenxxi.com.ar/el-techo-de-cristal/

Desde hace tiempo parece que existe un interés creciente por la Economía Feminista, sin embargo, aún no queda claro de qué se trata.

Pues bien, primero, es importante mencionar que esta expresión empezó a utilizarse a principios de la década de 1990 por la Asociación Internacional de Economistas Feministas, aunque el análisis económico de diversas desigualdades de género y las brechas salariales entre hombres y mujeres existió desde mucho antes. «La economía feminista es una corriente de pensamiento socioeconómico que incorpora al análisis económico el estudio de las desigualdades de género. Para ello, parte del reconocimiento de que las personas somos seres interdependientes y necesitados de múltiples cuidados. Desde esa perspectiva, esta corriente apuesta por visibilizar y valorizar el trabajo no remunerado como medio para reflexionar sobre el papel que el género juega en la economía, proponiendo ideas y herramientas con vocación de transformar la realidad» (Manu Robles Arangiz).

Aunque la Economía Feminista, actualmente está en constante auge y evolución, vemos que hay disciplinas donde las mujeres aún no tienen su lugar y donde sigue habiendo un rechazo importante hacia ellas. Es lo que ocurre, por ejemplo, con las mujeres economistas. En una reciente investigación llevada a cabo por el Banco de España, se nos habla precisamente de ello y, nos dicen que: «Las economistas tienen un 7% menos de probabilidad de que sus investigaciones sean seleccionadas».

El tema de la discriminación de las mujeres en el campo de la Economía no es nuevo, pero ha ganado visibilidad por varios motivos: 

  1. Una joven economista documentó cómo se valoraba a las mujeres en los foros de discusión online sobre Economía. De ellos, se destacaba su contribución académica. En el caso de ellas se mencionaba también su aspecto físico o información más personal. 
  2. El número de profesoras, doctoras y catedráticas en Economía se ha estancado en los últimos quince años.

En España, como en otros países, el porcentaje de mujeres que estudia Economía no supera el 40% y la tendencia es decreciente en los últimos quince años. «Se produce un fenómeno denominado leaky pipeline (tubería con fugas), de manera que a medida que ascendemos en la carrera profesional, cada vez hay una menor proporción de mujeres», (Del Río). 

Esto es, posiblemente, debido al «techo de cristal», es decir, a la discriminación que existe en este sector hacia la mujer, así como, a su propio entorno donde, en primer lugar, se cuestionan las capacidades que tiene para logar un puesto alto en la empresa y, en segundo lugar, en el caso en el que quiera optar a ser madre o a formar una familia, se cuestionan sus «prioridades», ya que se da por hecho que preferiría estar a cargo del hogar por el simple hecho de ser mujer.

Uno de los países en los que más podemos observar estos tratos hacia las mujeres es en México, donde más del 40% de las empresas que cotizan en Bolsa no cuentan con mujeres entre sus consejeros de administración. Y la mitad de las que sí lo hacen, es únicamente con una sola mujer entre ellos, en grupos, a veces, de entre 20 y 30 personas. Además, no sólo se pone en duda sus capacidades frente al puesto, sino que, no se las tiene en cuenta cuando dan su opinión respecto a algún tema, mientras que, si otro compañero, dos minutos después dice lo mismo, se le escucha y se tiene en consideración.

Para ayudar a que los jefes ejecutivos encuentren a los mejores empleados para sus empresas, independientemente de su género, se creó la ONG Women Corporate Directors, donde existe una base de datos de mujeres aptas para ocupar altos cargos en las empresas y así evitar que se pueda caer en la típica excusa de «no hay mujeres capacitadas o cualificadas» y así ayudar a visibilizar que existen mujeres igual de capaces que los hombres de desempeñar esos puestos.

REFERENCIAS BIBLOGRÁFICAS:

Benería, L., & Eldiario.es. (2018, abril 13). ¿Qué es la economía feminista? Recuperado 11 de abril de 2020, de: https://www.eldiario.es/alternativaseconomicas/economia-feminista_6_760533942.html

Dubois- Shaik, F., Fusulier, B. & GARCÍA  (2016). Academic Careers and Gender Inequality: Leaky Pipeline and Interrelated Phenomena in Seven European Countries (11). Recuperado de: http://garciaproject.eu/wp-content/uploads/2016/10/GARCIA_working_papers_11.pdf

Gimeno, R. (2019, octubre 16). Las economistas tienen un 7% menos de probabilidad de que sus investigaciones sean seleccionadas. Recuperado 11 de abril de 2020, de: https://www.niusdiario.es/economia/brecha-genero-sufren-mujeres-economistas-estudio-banco-espana_18_2787495267.html

Zerega, G. (2020, marzo 27). La brecha de género, un abismo en las empresas financieras de México. Recuperado 11 de abril de 2020, de: https://elpais.com/economia/2020-03-27/la-brecha-de-genero-un-abismo-en-las-empresas-financieras-de-mexico.html

El trabajo esclavo del siglo XXI: «Granjas de bebés».

La definición del trabajo forzoso de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) abarca: «Las prácticas tradicionales del trabajo forzoso, por ejemplo, las secuelas de la esclavitud y las diversas formas de servidumbre por deudas, así como las nuevas formas de trabajo forzoso que han hecho su aparición en décadas recientes, tales como la trata de personas, también llamada «esclavitud moderna» para echar luz sobre condiciones de vida y trabajo que son contrarias a la dignidad humana». Puede ser impuesto a adultos y a niños, por autoridades estatales, empresas privadas o individuos. Se encuentra en todos los tipos de actividades económicas tales como trabajo doméstico, construcción, agricultura, manufactura, explotación sexual, mendicidad forzada, etc. y en todos los países.

Se estima que existen en el mundo entre 12 a 27 millones de personas esclavizadas en las diversas ramas de la industria, servicios y agricultura. En general, los esclavos provienen de regiones muy empobrecidas, con poco acceso a la educación y salud y al crédito formal. Son locales donde las leyes de protección son débiles, o su aplicación es limitada, de forma que la acción de los reclutadores es facilitada. Son jóvenes, y la mayoría del sexo femenino. Muchos son forzados a desplazarse de su región de origen en búsqueda de oportunidades y son reclutados para este tipo de trabajo.

¿Conoce usted a alguna mujer voluntaria que «desde la generosidad» quisiera quedarse embarazada con el embrión de una pareja desconocida y después de nueve meses le entregue el bebé a una empresa intermediaria que hasta le impide mirar o dar un beso de despedida al bebé que gestó?

Pues esto es precisamente lo que ocurre actualmente en numerosos países donde muchas mujeres son engañadas. Si alguien quiere comprar un bebé en Malasia hoy, basta con una simple búsqueda en grupos de conocidas redes sociales. En ellos, los traficantes de personas exponen, como si de un catálogo se tratara, a madres embarazadas para encontrar a familias compradoras.

Los precios varían en función del tono de piel, la raza de la madre y el género del bebé. Las familias compradoras llegan a pagar mínimo 7.000 euros por bebé, a lo que hay que sumar los gastos médicos del parto (unos 500 euros) y la falsificación del certificado de nacimiento (unos 1.400 euros). «Los niños cuestan más dinero que las niñas», «actualmente, la mayor demanda es de bebés racialmente mixtos porque se consideran más guapos y porque al haber muchos matrimonios mixtos en Malasia, los pueden hacer pasar como sus hijos biológicos». Explica Aegile Fernández, codirectora de la ONG por los derechos de las mujeres Tegania.

Los traficantes las llevan a Malasia con la promesa de un empleo, pero en su lugar son violadas y retenidas junto con otras mujeres embarazadas en casas aisladas, las llamadas «granjas de bebés». Las mujeres son violadas hasta que se quedan embarazadas y, así, cuando una familia no quiere pasar por el largo proceso de adopción legal, puede contactar con uno de estos «agentes» por redes sociales y visitar las «granjas» para elegir el bebé deseado en función del aspecto físico de la madre.

Los compradores no son sometidos a ningún tipo de verificación de antecedentes, por lo que los menores están expuestos a todo tipo de abusos una vez vendidos.

La dignidad de las personas debe estar por encima del capricho de quienes creen que todo tiene un precio y con su fortuna pueden comprarlo. Buscan «hijos de su propia sangre». Hay millones de niños y niñas huérfanos/as en el mundo esperando un abrazo y un hogar, ¿qué estúpida necesidad hay para causar tanto daño a tantas personas?

India: Una granja de bebés. Imagen extraída de: https://blogs.publico.es/puntoyseguido/5194/16-notas-sobre-madres-alquiladas-en-las-granjas-de-los-fetos-vendidos/

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Armanian, N. (2018, septiembre 19). Público: 16 claves sobre «madres alquiladas en las granjas de los fetos vendidos». Recuperado 10 de abril de 2020, de: https://blogs.publico.es/puntoyseguido/5194/16-notas-sobre-madres-alquiladas-en-las-granjas-de-los-fetos-vendidos/

Organización Internación del Trabajo. (s. f.). Qué es el trabajo forzoso, las formas modernas de esclavitud y la trata de seres humanos (Trabajo forzoso, formas modernas de esclavitud y trata de seres humanos). Recuperado 10 de abril de 2020, de: https://ilo.org/global/topics/forced-labour/definition/lang–es/index.htm

Rigal, I. (2018, julio 18). El Confidencial: El aberrante negocio de la venta de recién nacidos: «granjas de bebés» en Malasia. Recuperado 10 de abril de 2020, de: https://www.elconfidencial.com/mundo/2018-07-18/negocio-granjas-bebes-malasia-crianza-adopcion_1593178/