La economía sumergida es una de las principales partes de nuestro sistema económico actual. Se tolera su existencia debido a que supone una facilidad: era utilizado como una estrategia para reducir costes en las empresas.
Pero es necesario recordar que el peso del trabajo ilegal que es realizado recae principalmente en los hombros de las mujeres: la economía sumergida se encuentra fuertemente feminizada, perpetuando situaciones de desigualdad laboral y económica de las mujeres, quienes además arrastran tras de sí los roles de cuidadoras y figuras maternas. Esto se debe principalmente a la incapacidad de poder elegir, ya que se trata en ocasiones de elegir entre poder subsistir, aunque sea a través de la economía sumergida, o no poder hacerlo de ninguna forma.
Cuando se habla de economía sumergida, se tiende a pensar en mujeres cuidadoras y en mujeres limpiadoras, o similares, dejando de lado a las mujeres prostitutas. Todas estas mujeres tienen en común el no poder elegir libremente el trabajo a ejercer: la gran mayoría de mujeres prostitutas no eligen sin coacción ejercer su trabajo, viéndose forzadas por la necesidad de subsistir o la imposibilidad de tener ningún otro trabajo, en especial si son inmigrantes, racializadas, o mujeres trans. Todas estas mujeres desarrollan una actividad económica, siendo la mayor diferencia la polémica acerca de si el trabajo sexual es o no moral. Independientemente de esta polémica, son actividades económicas que nos aportan nuevos datos sobre la situación de las mujeres en una economía no regularizada: las mujeres encabezan una parte de la economía que no las protege, no paga impuestos ( con toda la problemática que ello conlleva), y que incrementa la desigualdad. (Dirección General de Igualdad, Cooperación y Diversidad del Departamento de Empleo, Inclusión Social e Igualdad, 2017)
La prostitución, según Sanchís y Serra (2017) en España no es ilegal ni está reconocida como ocupación, pero si es ilícita. Esto genera que las mujeres no tiendan a declararse como prostitutas de forma abierta, y en los casos en los que se declaran como prostitutas, son agrupadas en categorías más generales. Sin embargo, son numerosos los casos de mujeres que son registradas como limpiadoras del hogar o como trabajadoras en centros que, en realidad, se dedican a ejercer la prostitución.
El caso de las mujeres prostitutas es un caso muy especial, porque si bien podríamos tratar de mezclarlas directamente con las mujeres trabajadoras del hogar que trabajan sin contrato, el funcionamiento de estos trabajos no es el mismo: las trabajadoras del hogar tienen un trabajo mal regulado, mientras que las prostitutas se encuentran en un limbo jurídico, a la par que suelen trabajar bajo el mando de alguien que, en términos jurídicos, es un criminal.
Dentro de la prostitución, Sanchís y Serra nos aclaran que debemos tener en cuenta que hay diferencias entre aquellas que ejercen en la calle y las que ejercen recogidas en un piso, ya que las primeras son las que se encuentran más expuestas a otros tipos de violencia, aunque se estiman que son el grupo más reducido, siendo más amplios los grupos de mujeres que se trabajan en pisos, locales de carreteras o locales urbanos.
Con esta relación, es necesario reflexionar: ¿qué necesidad satisfacen realmente las mujeres prostitutas? ¿Hasta qué punto incrementa la desigualdad dedicarse a la prostitución debido a los prejuicios actuales?
En la primera pregunta, la respuesta es que la prostitución satisface el deseo de poder del hombre, quien elige en un momento dado que desea mantener relaciones y alquila el cuerpo de una mujer para satisfacer su deseo sexual en el momento que desea, independientemente de los deseos de las propias mujeres prostitutas. La alianza entre el patriarcado y el sistema económico es fuertemente visible en lo que respecta a la prostitución, ya que capitaliza el cuerpo femenino al extremo, anulando su capacidad de consentimiento a través del dinero.
Respecto a la segunda pregunta, independientemente del análisis que se tenga en lo referente a la prostitución, si se está a favor porque es la mujer quien decide sobre su cuerpo y sexualidad o si se está en contra por considerarlo capitalización del cuerpo femenino, la discriminación y la desatención que sufren las mujeres prostitutas es aún mayor que en las mujeres que trabajan en la economía sumergida ejerciendo de cuidadoras o de limpiadoras, entre otros trabajos, ya que, si bien se puede considerar que todos estos trabajos pertenecen a una economía sumergida, las mujeres prostitutas son prácticamente invisibles debido al prejuicio y la estigmatización que sufren.
Bibliografía
Dirección General de Igualdad, Cooperación y Diversidad del Departamento de Empleo, Inclusión Social e Igualdad (2017) El trabajo invisible: la feminización de la economía sumergida. Estrategias para la consolidación de un mercado laboral no sexista. Recuperado de http://ugteuskadi.net/wp-content/uploads/2017/12/ECONOMIA-SUMERGIDA-WEB.pdf
Sanchís, E., Serra, I. (2011) El mercado de la prostitución femenina en España. Una aproximación desde el caso valenciano. Recuperado de: http://www.fes-sociologia.com/files/congress/10/grupos-trabajo/ponencias/530.pdf