¿ES IMPORTANTE LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES EN LAS EMPRESAS?

Durante años las mujeres estuvieron limitadas a un status de inferioridad, trabajos con baja remuneración y “trabajos de mujeres” sin calificación. Y en el caso de mujeres con estudios, se decía que no estaban interesadas en sus carreras, sino que solo deseaban ganar algo para comprar ropa. (Sara M. González, 2004)

Esos días han dejado secuelas, de forma que las mujeres aún se enfrentan a dudas acerca de sus aptitudes y existen prejuicios de que no se toman en serio sus obligaciones laborales. (Sara M. González, 2004)

Esto se puede apreciar en lo que recoge Nuria Varela (2019) en su libro Feminismo para principiantes, las mujeres constituyen más del 50% del alumnado universitario, en cambio, las mujeres solo componen el 4% del total de altos cargos en las empresas.

En vista de esta situación, la empresa debe dotarse de una nueva prioridad a la hora de seleccionar los candidatos mejor calificados y más adecuados para ser contratados, capacitados y promocionados, independientemente del sexo. De esta forma, se fomentará la igualdad y se dejaran a un lado los infinitos y constantes perjuicios. (Sara M. González, 2004)

La igualdad en el trabajo consiste en no dejarnos influenciar por una simple diferencia, como por ejemplo el sexo de la persona. El requisito fundamental para la igualdad en el trabajo es la igualdad de oportunidades y de trato, que requiere que un candidato específico, ya sea para empleo, formación o promoción, no sea víctima de un determinado estereotipo. (Sara M. González, 2004)

Existen disposiciones legales en un número cada vez mayor de países para prevenir los despidos por razones de embarazo y, para otorgar el derecho a la madre de regresar a su empleo dentro de un período establecido después del parto. (Sara M. González, 2004)

Al nombrar a mujeres en puestos de responsabilidad, su contribución a la empresa aumenta y, la adopción de un enfoque flexible y cooperativo puede traer ventajas al empleador. Las mujeres que saben que no serán despedidas a causa de su embarazo, no tratarán de ocultarlo y el empleador tendrá tiempo para tomar las medidas necesarias para cubrir el puesto. (Sara M. González, 2004)

Los hombres también podrían pedir una licencia equivalente por razones de paternidad, para terminar un curso y pasar exámenes; pasar algún tiempo con su familia en caso de enfermedad; viajar también por razones familiares; o pasar un período de retiro religioso o filosófico. Estas licencias podrían no ser pagadas, pero el derecho de regresar sería un derecho valioso. (Sara M. González, 2004)

Y ¿sabéis porqué pongo estos ejemplos?, porque las políticas de no discriminación pueden llevar a la coexistencia en la misma empresa de licencias para mujeres y licencias para hombres, y cuyas consecuencias de cara a la empresa resultan prácticamente idénticas; por lo que ya no habría lugar a la no contratación de mujeres por el posible gasto que conllevaría para le empresa en caso de solicitar por ejemplo la baja maternal. Y si fuese así, la empresa estaría adoptando medidas y políticas de igualdad de oportunidades en la empresa. (Sara M. González, 2004)

Según la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, la igualdad de oportunidades es un principio que propone que hombres y mujeres tengan las mismas garantías de participación en todos los ámbitos. Es un concepto básico para la aplicación de la perspectiva de género, ya que busca beneficiar por igual a hombres y mujeres, para que ambos puedan desarrollar plenamente sus capacidades y mejorar sus relaciones.

Esta misma ley, recoge que conseguir la integración de la igualdad entre mujeres y hombres en las empresas, permite una mejora de la productividad y de la competitividad de las mismas, así como una mejora de las condiciones de trabajo, la formación de las trabajadoras y trabajadores, y la conciliación de la vida laboral, familiar y personal.

De esta forma, ya no tendría sentido decidir primero el sexo de su trabajador y luego escoger el candidato perteneciente a ese sexo, pues ésta no es una base eficaz para predecir el éxito y además las mujeres y hombres estarían más equiparados en la empresa que adoptara estas políticas de igualdad. (Sara M. González, 2004)

BIBLIOGRAFÍA

González Betancor, Sara M. (2004). Igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en el mercado laboral. Recuperado de https://www2.ulpgc.es/hege/almacen/download/22/22044/ponenciasmgb.pdf

Varela, N. (2019). Feminismo para principiantes. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial.

MECD (2007). Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres.

La difícil incorporación de la mujer en el empleo y a su vez en los altos cargos dentro de una empresa.

La lógica patriarcal consigue que las mujeres ni en salario ni en los índices de empleo sean equivalentes a los hombres, a pesar de que las mujeres hayan dedicado un determinado tiempo preparándose para su incorporación al mercado laboral. (Nuria Varela, 2019)

Con esta gráfica del Instituto Nacional de estadística se verifica que a pesar de que en los últimos años se ha conseguido una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral, aún el porcentaje de hombres con trabajo remunerado es prácticamente el doble que el porcentaje de mujeres.

Además, estas mujeres con trabajo remunerado reciben un salario medio por hora que representa el 75 % del que perciben los hombres por el mismo trabajo. Este 25 % menos de cobro en el colectivo femenino demuestra que hay diferencia salarial entre ocupaciones o categorías que no tiene su origen en un nivel distinto de productividad, sino en la discriminación de sexo. (Nuria Varela, 2019)

Discriminar en el empleo y la ocupación según González, S. M. (2004) consiste en dispensar a las personas un trato diferente y menos favorable debido a determinados criterios, como el sexo, el color de su piel, la religión, las ideas políticas o el origen social, sin tomar en consideración los méritos ni las calificaciones necesarias para el puesto de trabajo de que se trate.

Para combatir esta discriminación, González, S. M. (2004) propone el acceso al empleo fundamentándose en los méritos personales, puesto que el mérito permite individualizar a la persona más idónea para el puesto. Incluso, se ha comprobado que la igualdad en el empleo y la ocupación es importante para las personas en términos de libertad, dignidad y bienestar.

Los aspectos de igualdad en el trabajo, como hemos visto, se refieren a cuestiones complejas y muy arraigadas en la sociedad. Por varias razones se han establecido a través del tiempo determinados patrones de comportamiento y prejuicios. Las prioridades sociales que requieren que los hombres trabajen y sustenten sus familias, mientras que las mujeres cuidan los hijos y la casa, tendieron a limitar las oportunidades de empleo para las mujeres, aun para aquéllas sin responsabilidades familiares. (Sara M. González, 2004)

Pero, aunque algunas mujeres tengan trabajo remunerado y no solo sean los hombres los que trabajen, la situación laboral de los hombres y las mujeres presenta características diferentes. Los hombres tienen más posibilidades de ocupar cargos clave, puestos fijos o mejor remunerados, mientras que las mujeres suelen ocupar puestos periféricos, inseguros y menos prestigiosos. Además, ellas quedan excluidas de ciertas clases de trabajos debido a la existencia de prácticas de contratación favorables a los hombres o a obstáculos para obtener ascensos o progresar profesionalmente. (Sara M. González, 2004)

No obstante, es curioso que un 9% de las empresas españolas sean creadas por mujeres, mientras que el 46% son creadas por hombres. (Nuria Varela, 2019)

Y para finalizar, citar que en España la mayoría de las mujeres que llegan a ocupar los altos cargos de una empresa es porque pertenecen a la familia que impulso el origen de la misma. (Nuria Varela, 2019).

BIBLIOGRAFÍA

González Betancor, Sara M. (2004). Igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en el mercado laboral. Recuperado de https://www2.ulpgc.es/hege/almacen/download/22/22044/ponenciasmgb.pdf

Varela, N. (2019). Feminismo para principiantes. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial.

WEBGRAFÍA

https://ine.es/ss/Satellite?L=es_ES&c=INECifrasINE_C&cid=1259925112519&p=1254735116567&pagename=ProductosYServicios%2FPYSLayout

¿Es el trabajo doméstico y el cuidado solo responsabilidad de las mujeres?

Las personas enfermas, normalmente, presentan algún tipo de dependencia. Dentro del sistema familiar suele haber una persona que asume las tareas de cuidado de dicha persona enferma, con las responsabilidades correspondientes, sin que generalmente se haya producido un acuerdo explícito en la familia para que sea esa persona quien asuma el papel de cuidador o cuidadora principal.

Aunque en ocasiones son varios los miembros de la familia que atienden al familiar dependiente, en la mayoría de los casos el peso del cuidado, al menos el peso principal, recae sobre una única persona, que con frecuencia es una mujer.

Además, según Marcela Lagarde (2003) las mujeres no solo cuidan a las personas enfermas, sino que cuidan vitalmente a los otros y cuando dice los otros se refiere a hombres, hijos e hijas, familia, hogar, comunidades, pacientes, personas con necesidades especiales, escolares, parientes, al electorado, medio ambiente y a diversos sujetos políticos y sus causas.

Siguiendo con el análisis de la temática, me gustaría resaltar que la labor de cuidado y las tareas del hogar desempeñadas, la mayoría de las veces, por mujeres, según Nuria Varela (2019) en su libro Feminismo para principiantes expone que se daba por hecho en la sociedad patriarcal que ningunas de dichas tareas eran trabajos remunerados, ni parecía preocuparles. También las mujeres asumieron esta afirmación como verdad y creyeron que el prestigio iba asociado a las personas que realizaban oficios, labores o misiones importantes.

No obstante, Marcela Lagarde (2003) manifiesta que ciertas transformaciones del siglo XX reforzaron para millones de mujeres a nivel mundial un sincretismo de género: cuidar a los otros a la manera tradicional y, a la vez, conseguir y lograr su desarrollo individual para formar parte del mundo contemporáneo, a través del éxito y la competencia. Lo que se podría resumir en mujeres atrapadas en una relación inequitativa entre cuidar y desarrollarse.

Y esta misma feminista latinoamericana, también expone que el patriarcado contribuye en la construcción del sincretismo de género fomentando en las mujeres la satisfacción del deber de cuidar, convertido en un deber natural de las mujeres y, por tanto, deseo propio y, al mismo tiempo, la necesidad social y económica de participar en procesos educativos, laborales y políticos para sobrevivir en la sociedad patriarcal del capitalismo salvaje. Para la sociedad patriarcal el cuidado junto con el trabajo doméstico forma parte inherente del rol femenino.

Por otro lado, Marcela Lagarde (2003) recoge que los hombres contemporáneos no han cambiado lo suficiente como para modificar ni su relación con las mujeres, ni su posicionamiento en los espacios domésticos, laborales e institucionales. No consideran valioso cuidar porque, según el modelo predominante, significa descuidarse a ellos mismos, es decir, dejar sus intereses, usar su tiempo y sus recursos subjetivos, bienes y dinero, en los otros, dejando a un lado su vida y colocándose en posición de subordinación.

La historia también nos recuerda que las sociedades no permanecen estáticas, reproduciéndose y perpetuándose de idéntica manera. Y esto afirma las palabras de Marcela Lagarde (2003) que expone que últimamente las mujeres se centran más en el cuidado y desarrollo de ellas mismas.

Nuria Varela (2019), aunque, con otras palabras, apoya lo citado anteriormente por Lagarde. Nuria recoge que la economía feminista insiste en que el modelo masculino de uso del tiempo y de incorporación al mercado de trabajo no es generalizable ni viable, porque si todas las mujeres adoptaran dicho modelo, ¿quién realizaría las tareas del hogar y las de cuidado? Para ella, parece más sensato que ambas tareas no sean una obligación única de las mujeres, sino un problema y una cuestión social, donde se lleve a cabo la corresponsabilidad entre hombres y mujeres. Las mujeres deben dejar de ser exclusivamente para otros, pero para que esto ocurra, la idea y la práctica de la corresponsabilidad no debería estar ausente en el día a día.

Todo esto nos invita a creer en la posibilidad de un mundo más igualitario, justo y equitativo. Un mundo donde haya rectitud entre los sexos en todos los ámbitos, pero especialmente en la familia y en el hogar, siendo estos aspectos grandes inconvenientes para la incorporación de la mujer en el mundo laboral remunerado.

BIBLIOGRAFÍA

Varela, N. (2019). Feminismo para principiantes. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial.

Lagarde M. (2003) Mujeres cuidadoras entre la obligación y la satisfacción. Sare 2003 “Cuidar cuesta: Costes y beneficios del cuidado”. Ciudad de México: Emakunde.