El Ecofeminismo: una vacuna eficaz contra la pandemia capitalista

Comienza Yayo Herrero su interesante videoconferencia narrando la conformación de la potente alianza que sostuvieron un incipiente capitalismo y el patriarcado ya vigente en los albores de la era preindustrial. Diferentes elementos coadyuvaron a esa fortaleza y perdurabilidad hasta nuestros días; por un lado, la interesada equiparación entre categorías lógicas de dualismos, acuñados por la filosofía racionalista (Descartes, Bacon o Newton), entre lo masculino, superior jerárquico, y la razón, identificándose así, claramente, con la ciencia y el progreso, y por el otro lado, la corporeidad, la naturaleza, o el inferior jerárquico femenino.

Otro de los elementos de la potente amalgama fue la revolución científica, acaecida en esos siglos XVII y XVIII, con un claro sesgo andrógino, y que observaba la naturaleza como si fuera un mecanismo automático del que, sabidas sus leyes de funcionamiento, era perfectamente previsible y dominable, al igual que sucede con las mujeres, recluídas en el ámbito del hogar. Se erige así la Ciencia como una nueva Religión, incontestable y no siempre incontestada, puesto que aquellas mujeres que se atrevían a desafiarla, u oponerse a ese statu quo, eran tachadas de brujas, perseguidas y ajusticiadas como refiere Silvia Federici en su obra «Caribán y la bruja».

A su rebufo, surge el Capitalismo que, en virtud de ese predominio sobre lo carnal, efímero o natural, vital en suma, se siente legitimado para apropiár y explotar la Naturaleza, sin control ni conocimiento. Trae Herrero a colación, las dos subcorrientes más importantes del ecofeminismo (esencialismo y constructivismo), y que a pesar de algunas reticencias que la primera de ellas le suscita, cree firmemente que el ecofeminismo es la propuesta más seria por la que transitar hacia una sociedad más justa e igualitaria.

El mismo sesgo androcéntrico y patriarcal que rezuma la ciencia, destila la economía, convertida así en la más patriarcal y refractaria al feminismo de todas las disciplinas científicas. Dentro de la economía, relata Herrero, tuvo que vindicar la única mujer hasta entonces ganadora de un premio Nobel de economía, frente al canon neoclásico que detentan sus colegas varones, el papel fundamental que las mujeres desarrollan en el ámbito doméstico y no remunerado, y que la propia disciplina se ha encargado de ignorar y de invisibilizar en contraposición al ámbito mercantil: se confunde insidiosamente precio con valor, y solo lo monetizable ha de contar para el análisis macro y microeconómico, ignorando de este modo las tareas de cuidados y de afectos, la sustentabilidad de la vida y el desarrollo humano en resumen, y que tan bien ha interpretado C. Carrasco en su extensa obra.

En este punto, es de justicia citar a Mª Á. Durán, experta socióloga y estudiosa en el tema de los cuidados («cuidatoría», lo denomina), que plantea que el crecimiento exponencial de la cantidad de personas ancianas, requerirá de soluciones satisfactorias y humanas a ese colectivo de 2000 millones de ancianos en 2100 (ONU): defiende Durán la libre autonomía de las personas mayores a través de «un envejecimiento activo», y la dignidad de ese estadío en unas residencias habitables y asequibles, por lo que se nos muestra un nicho de oportunidades, desde los diversos aspectos socioeconómicos (sanitario-asistencial, de creación de empleos dignos, de relaciones afectivas y psicológicas) que el Estado del Bienestar no puede ignorar.

Retomando a Herrero en su intervención videográfica, refiere la economista feminista los rasgos que suelen acompañar casi siempre el modelo capitalista (menos o más desaforado): apropiación y explotación de lo público y degradación asegurada del territorio, el acúmulo de beneficio en unas pocas manos, inevitable proletarización de los habitantes de esos lugares, con la consiguiente pérdida de sus derechos, y la probable huída de los mismos hacia otro sitio menos hostil.

Las propuestas ecofeministas que propone Herrero se basan en un empoderamiento social de las clases populares, cifrándose en unos vectores de fuerza que vayan de abajo a arriba y a ambos lados; las fórmulas van desde el cooperativismo hasta el asocianismo en los barrios pasando por el activismo social ejemplificado en la Plataforma Antidesahucios (PAH). Coincide en este sentido Carrasco con ella cuando propugna la lucha de los particulares frente a la desigualdad entre géneros en primera instancia, puesto que si movimientos ideológicos como el socialismo actual sigue postulando que las diferencias entre sexos solo podrán soslayarse con acciones político-jurídicas y no con un cambio sustancial de los varones con respecto a asumir la corresponsabilidad dentro del hogar y en la tarea de cuidados y de afectos, ella no se siente concernida con esos postulados.

Concluye Yayo Herrero que si realmente queremos vencer el «ecofascismo» (económico, político, militar) solo podremos conseguirlo a través de la solidaridad, lugar común donde confluyen nuestra naturaleza (humana) ecodependiente e interdependiente, que dará pie a una redistribución más justa de la riqueza y de los recursos entre toda la humanidad como también propugna Amaia Orozco, en uno de sus movimientos estratégicos frente a la crisis de 2008 perfectamente extrapolable a la actual, donde se añaden salarios, prestaciones sociales, e incluso un nuevo reparto entre cuidados y trabajos en el hogar, diferenciando entre éstos los necesarios para el buen vivir de los que ella nombra como alienados y que perpetúan «el proceso de valorización de capital y no reproducen la buena vida».

Carrasco, Cristina: La sostenibilidad de la vida humana: ¿un asunto de mujeres? (2001)

Carrasco, Cristina: Mujeres, sostenibilidad y deuda social (2009)

Carrasco, Cristina: Entre el capital y la vida (2009)

Durán, Mª Á.: Hay que pensar otra forma de estar en el mundo…

https://www.youtube.com/watch?v=R9fzzJXKRos&feature=emb_rel_end

Herrero, Yayo: Propuestas ecofeministas para transitar un mundo justo y sostenible (2013)

Pérez Orozco, Amaia: Diagnóstico de la crisis y respuestas desde la economía feminista (2010)

A la Economía Global, no le conviene la vida.

Cada vez son más países los que intentando frenar el contagio del Covid-19 decretan la cuarentena, es decir, el confinamiento. A día de hoy sumamos casi 3 millones de casos y más de 211.000 muertos en todo el mundo.  

Debido a esta pandemia que nos sacude, millones de personas viven confinadas, miles de vuelos han sido cancelados, se ha reducido el tráfico en las grandes ciudades, cerrado negocios y en algunas industrias, también se ha cancelado la producción. En definitiva, la economía mundial global se paraliza; salvo las consideradas actividades esenciales.  

Esta paradoja la ha puesto de manifiesto el actor Ricardo Darín durante una entrevista con Jordi Évole el pasado 12 de abril. El actor, se refiere a la estupidez humana y al consumismo exacerbado y enfermizo al que esta sociedad está acostumbrada con estas palabras: «Esto nos desenmascara. La necesidad de conseguir alcohol en gel, harina, azúcar, huevos, naranjas, las cosas esenciales: eso nos descubre la cantidad de estupideces que vivimos consumiendo». (…) «Consumimos cosas que no necesitamos. La economía del mundo se está tambaleando porque compramos solo lo que necesitamos». 

En estos días en los que la vida parece haberse parado, donde la economía se destruye y en los que no somos sino meros espectadores a pie de ventana de lo que ocurre ahí fuera; la vida florece en el exterior y el Medio Ambiente se toma un respiro. 

En china, los análisis anunciaban una reducción de las emisiones de CO2 al menos en una cuarta parte, con una disminución de 100 millones de toneladas del consumo de energía y de las emisiones de gases de efecto invernadero. En Italia también se han reducido las emisiones de dióxido de nitrógeno y las aguas de sus canales se han vuelto más claras y cristalinas. También en España se han disminuido en un 64% estos niveles (La naturaleza en tiempos del COVID-19, 2020). Este respiro, es evidente que concluirá en el momento en que esta emergencia sanitaria se controle y la actividad económica vuelva a ser fluida.

Me gustaría compartir con ustedes, las reflexiones de la ecofeminista Yayo Herrero, en el día 3 de marzo para la revista ctxt. En su artículo, Yayo asegura que vivimos en sometimiento a un sistema en guerra con la vida. Cuanto de forma más veloz se destruyen y se pone en riesgo las bases materiales que sostienen la vida, más sanas están las economías.  Por el contrario, afirma que sólo en las ocasiones en las que la economía fracasa, los indicadores biofísicos mejoran.

El imperioso discurso económico disimula las pérdidas y roturas de las bases materiales que sustentan la vida como desarrollo.

Los intereses económicos crecen con frecuencia a costa del miedo y la inseguridad. Utilizamos las migraciones como materia prima de un negocio muy lucrativo de la seguridad de fronteras; la escasez relacional y comunitaria y la crisis de cuidados brindan “oportunidades” y crean nuevas oportunidades de negocio. Incluso para conseguir un crecimiento en el negocio de la estética, la economía y los medios publicitarios nos convencen, especialmente a las mujeres, de nuestra fealdad y de la necesidad de que los cuerpos, como si de meras mercancías se tratasen, deban conservarse siempre nuevos y flamantes (Herrero, 2020).

¿Qué más merece la pena sacrificar con tal de hacer crecer los indicadores bursátiles, PIB o fondos de inversiones?

Además de las importantes transformaciones estructurales que ya conocemos, como las energías renovables, industria verde etc., se hace necesario un cabio en los estilos de vida y en las dinámicas de consumo. Necesitamos políticas de redistribución de la riqueza, necesitamos conseguir la corresponsabilidad en los cuidados y sobre todo analizarnos como personas vulnerables necesitadas de otras personas (Herrero, 2020).

Por fortuna, no precisamos una pandemia para construir una sociedad sostenible, pues ya poseemos gran parte de la tecnología, las finanzas y las políticas para hacerla posible. Ahora bien, el Covid19 nos está facilitando la visualización de que realmente, un futuro más sostenible está en nuestras manos.

Comunidad ISM. 2020. La Naturaleza En Tiempos Del COVID-19. [online] Recuperado de: http://www.comunidadism.es/actualidad/la-naturaleza-en-tiempos-del-covid-19

García D. (14 de abril 2020) Ricardo Darín critica la “estupidez humana” y la intolerancia en lo de Évole. Los40. Recuperado de: https://los40.com/los40/2020/04/13/cinetv/1586771718_939142.html

Herrero, Y. (2020) En guerra con la vida. Ctxt contexto y acción, [online] Recuperado de: https://ctxt.es/es/20200302/Politica/31220/coronavirus-decrecimiento-crisis-ecologica-agroecologia-yayo-herrero.htm?fbclid=IwAR2Ml63w31PkAY060T-Xv66kPAO4BJteSvnyGpMMxjuwIVROTlqyqxUlEj4#.Xl5t_ZyLlSk.twitter

¿De qué hablamos cuando hablamos de necesidades?

«La necesidad también es un instrumento político,

meticulosamente preparado, calculado y usado»

Michel Foucault, Vigilar y Castigar

Un rasgo característico del estado de bienestar es la intervención estatal  para que los ciudadanos y ciudadanas estén asegurados frente a los riesgos sociales. Es posible manifestar entonces, que el estado persigue ser el garante de la satisfacción de las necesidades de la población.

En relación a lo anterior las inquietudes que motivan esta nota son ¿Cómo se entiende a las necesidades? y ¿Quién define las necesidades?  Estos interrogantes remiten a la idea de que la definición de necesidades no es un hecho dado, inmutable y universal sino que lo que se considera como necesidades en una sociedad dada varía según distintas variables: el momento histórico, la cultura, el género, la clase social, la edad, etc.

Existen diversas maneras de definir a las necesidades. Considero pertinente  la definición que plantea el economista chileno Manfred Max Neef quien propone pensar a las necesidades como carencia y como potencialidad: “en la medida en que las necesidades comprometen, motivan y movilizan a las personas son también potencialidad” (MaxNeef, 1994). Este autor propone la siguiente taxonomía de las necesidades: teniendo en cuenta las categorías existenciales nos encontramos con necesidades vinculadas al ser, tener, hacer y estar. Considerando las necesidades según categorías axiológicas tenemos las necesidades de subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad.

Creo que esta propuesta en primer lugar, amplía la concepción de las necesidades como algo negativo, como sinónimo de carencia, de falta y permite pensarlas como factores que movilizan, que comprometen, donde las personas no son seres pasivos sino agentes sociales. Por otro lado, la taxonomía propuesta enriquece las tradicionales clasificaciones de necesidades: materiales y no materiales, necesidades básicas, necesidades sentidas, etc.

En la actualidad y en el marco del sistema capitalista, las necesidades muchas veces se reducen a las correspondientes a la categoría del tener y cuando pensamos en los riesgos sociales que el estado intenta asegurar, éstos se reducen a las necesidades de subsistencia. De ahí que en mi opinión, la matriz de necesidades de MaxNeef se vincula con el concepto propuesto por las economistas feministas de sostenibilidad de la vida humana. Sostenibilidad de la vida humana que no implica solamente la satisfacción de las necesidades vinculadas con la subsistencia, sino que “requiere de recursos materiales, pero también de contextos y relaciones de cuidado y afecto” (Carrasco, 2009). Por lo tanto, si el estado se erige como garante de la satisfacción de las necesidades humanas debería responsabilizarse, por ejemplo, de los cuidados de los y las ciudadanas, tarea ejercida mayoritariamente por mujeres, y configurándose como una actividad invisibilizada, devaluada y no reconocida.

Lo anterior se relaciona con el segundo interrogante que planteé al inicio y que es ¿quiénes definen las necesidades? ¿Quién decide que determinada cuestión sea una necesidad o no?

La filósofa feminista Nancy Fraser postula que la política de las necesidades comprende tres momentos: la lucha por establecer o negar el estatuto público de una necesidad dada, es decir por validarla como asunto de legítima preocupación política; la lucha por la interpretación de la necesidad: por definirla y así determinar con que satisfacerla; y la lucha por la satisfacción de la necesidad. Así, para la autora la satisfacción de una necesidad determinada es solo un aspecto de la política de interpretación de las necesidades. De ahí que para ella “el discurso de las necesidades se presenta como un espacio de contienda, donde los grupos con recursos desiguales compiten por  establecer como hegemónicas sus interpretaciones respectivas sobre lo que son legítimas necesidades sociales.”(Fraser, 1991)

Es posible pensar al movimiento feminista como un actor en esta contienda, dado que a lo largo de la historia ha perseguido que determinadas necesidades de las mujeres, tradicionalmente consideradas como parte de la esfera privada de la vida,  pasen a formar parte de la agenda política y a ser materia de intervención estatal. Ejemplos de lo anterior son los temas vinculados a la salud sexual y reproductiva, al aborto, a la violencia de género y actualmente a los cuidados. De esta manera, es posible identificar con claridad como la política de interpretación de necesidades es básicamente una cuestión de poder, de lucha, donde frente a las interpretaciones de los grupos dominantes existen otros actores que buscan legitimar interpretaciones alternativas de las necesidades.

Para concluir, considero oportuno destacar que cuando hablamos de necesidades nos estamos refiriendo a los derechos de las personas frente a lo cual el estado tiene la obligación de respetarlos, protegerlos y garantizarlos.

Bibliografía:

CARRASCO, Cristina (2009). Mujeres, sostenibilidad y deuda social. Revista de educación número extraordinario.

FRASER, Nancy (1991). La lucha por las necesidades. Esbozo de una teoría crítica, socialista-feminista de la cultura política del capitalismo tardío.” En debates feministas, año 2, volumen 3. México.

MAX NEEF, Manfred (1994). Desarrollo a escala humana. Conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones. Icaria. Barcelona.